lunes, 31 de enero de 2011

La Librería Ulises de Paris


Presume ser la primera librería del mundo completamente consagrada a los viajes. Podría ser. Un sueño. Fundada en 1971 por la Señora Domain, se nos antoja un tanto nueva. No es la más grande. Ni la más hermosa. Tampoco está a la vuelta de la esquina. Ni en el cruce. Más bien a desmano. En la Isla Saint Louis. En Paris. Al lado de Notre Dame. Entre el trafico imposible. Las señoritas engalanadas. Los funcionarios de la Prefectura, el Hotel de Ville, el hospital, sus ministerios. Los turistas.
Tienen más que todo. O hay mucho. En francés e ingles. Pero usted si viaja ya sabe a estas alturas que hablar español no sirve para nada. Aunque los nacionalistas españoles le cuenten que son una potencia idiomática.
No solo venden guías y relatos de viajeros. Tienen mapas y joyas de anticuariado que podríamos colgar en los muros de nuestras casas. Es el lugar donde hacerse con los mapas necesarios para hacer el Dakar, aunque ahora pase por la Argentina.
Si alguna vez pasa de largo, no deje de visitarla. Aquí puede dar un vistazo.

domingo, 30 de enero de 2011

El Monte Saint Michel







Dicen que es maravilla de la humanidad. Patrimonio, en lenguaje moderno. Dicen que hubo y hay peregrinos. Que solo encontrara turistas será castigo de algún dios por mi ateísmo militante. Dicen que en tiempos pasados era viaje peligros acercarse a aquella piedra. Dicen que muchos fueron llevados por las mareas y las arenas para servir de pasto a las cangrejos. Dicen desde hace años que van a devolverle la insularidad deshaciendo el bodrio de asfalto que la comunica con las marismas. Dicen.
Dicen que el atraso es debido al mal estado de conservación de los muros de la isla. Dicen que primero hay que apalancarlos para que la corriente no se lo lleve todo.
Sería malo que la corriente nos deshiciera esa joya que a través de los tiempos ha ido creciendo hasta ser corona gótica en lo alto de la roca. Ese monasterio pétreo, sublime, de una presencia granítica de militante, que combina con un delicado claustro más propicio para los orgasmos delirantes de una ninfa fenicia.
Frente a los devotos que creen que allí siempre se rezo, tengo que desengañarlos. Fue más usado de cárcel que como lugar de oración. Tanto bajo las ordenes del señor abad como bajo la administración republicana.
Si va, que debe de ir, pague el impuesto revolucionario por entrar – a la republica, no a los curas- y deléitese con el paisaje, el claustro, los interiores del monasterio. Siéntese en el refectorio, descienda a ver la Nuestra Señora bajo tierra, imagínese el polvo grandioso que podría echar disponiendo de cama en el salón de los huéspedes…
Lo que la marea debería de llevarse, de golpe, es el resto. Los cientos de bares y restaurantes asquerosos que adornan la subida a la abadía. No hay uno solo decente. Pagara como un tres estrellas para comer en un asqueroso macdonalds. De las casas mal cuidadas vale la pena contemplar algunos de los tejados. Se aprende como en otro tiempo las tejas de hacían de madera. Colocando una encima de otra con esmero franciscano.
Franciscanos no había. Si hordas de turistas, de esta japoneses. Los monjes benedictinos que siempre cuidaron la abadía han desaparecido. Llegaron a la conclusión correcta de que los preceptos de su orden no rimaban con seguir cuidando una de las disneylandias modernas. Mi curiosidad de preguntarles cómo es posible que sus hermanos españoles sigan cuidando , rezando y dando misas a la momia del general Franco en el Valle de los Caídos bajo la misma ideología, ha quedado sin contestar. Monjes y monjas salerosos de una comunidad para mi desconocida danzaban alegres por las escaleras del convento. Orden de algún santo masoquista, ya que no se puede decir otra cosa cuándo se llevan los pies descalzos con el termómetro bajo cero. Sera la modernidad del bdsm.
Si el cielo la acompaña podrá hacer hermosas fotos. Llueva o haga sol, contemple como sube la marea. Cuando lo vea entenderá por que andar por las arenas es de suicidas. O se abra suicidado. Esta usted avisado.

sábado, 29 de enero de 2011

La Rance


Fue hermosa ría. A la gallega. Una ría de altura. Con una desembocadura inmensa entre St- Malo y Dinard. Con St- Servas de vigilante. Se podía navegar hasta Dinan. Dejandose llevar por la corriente que origina la inmensa marea, con diferencias entre plea y bajamar de quince metros. Levantar el pescado que arrastraba la corriente en fondos de arena era salario facil…
Se murió la historia cuando la modernidad cerro la desembocadura para montar el primer molino marino de Francia. La falta de energía crónica de los franceses les llevo a destruir el paisaje. Sin electricidad no hay vida, dicen. Dejaron unas esclusa para el paso de los barcos. Todo un avance. Convirtieron la ría en un lago. Paraíso para navegantes desfallecidos. Cientos de botes buscan hoy resguardo en sus aguas, democratizando el uso de la vela en un territorio donde navegar con las fuertes mareas no está al alcance de cualquiera. Menos cuando el viento sopla del lado contrario. El oleaje se vuelve imposible. No hay motor ni vela que te mueva.
Pero el paisaje de la puesta del sol, no me lo niegue, sigue siendo de una potencia eyaculante

viernes, 28 de enero de 2011

Los nombres de los barcos


La primera vez que fui a Erquy, puerto pesquero bretón, me sorprendió los nombres que adornaban las popas de sus barcos. Les hablo de hace veintitantos años. Acostumbrado al Monchito II, Carmencita, Virgen de la Candelaria, Ramón, Hermanos Pereira, Gaveiras, Joselito, etc, de mi pueblo, sucumbí al encanto de la rotundidez bretona. Aquellos mareantes tenían que ser unos tipos serios: Mar del Sur, Corsario, Relámpago, Capitán Cousteau, Piratas del Caribe, Filibustero, Estrella del Norte, Estrella Polar, Aurora Boreal…
He vuelto a Erquy, donde los barcos de poliéster han tomado el relevo de los viejos barcos de madera. Los nombres siguen siendo los mismos. Nombres dados por tipos que ya han pasado de la etapa de demostrar al vecino lo que todo el mundo ya sabe: ese bote es tuyo. Mucho les queda avanzar a los hijos del Toñita IV, mas ocupados en mostrar su posición irrelevante que en exprimir la mente para poder seguir cultivando el rico mar. Que se lo pregunten a los de Erquy, agricultores del Mar de la Mancha que viven de carallo.

jueves, 27 de enero de 2011

La Droguerie de Marine de Saint Servan


A pesar de que las guías, libros, portulanos y demás escrita se empeñan en ubicarla en St-Malo, la droguería de la marina, la autentica, queda en Saint Servan. (66 Rue Georges Clemenceau). Lugar del que se habla largamente antes de que a alguno se le ocurrió mentar al Malo de moda. En el centro de Saint Servan, en su empinada calle central, encontrara una de las librerías marítimas más hermosas de Europa. Situada en el piso superior de una droguería que en su tiempo suministro a los navegantes. Hoy suministra objetos hermosos, inútiles, jabones, escobillas para todo y lo imaginable, cuchillos de Opinel, hojalata, abalorios para las niñas, viejas y ninfas, cordeles, barnices, ceras.
La librería es otra cosa. Es un centro de cultura repleta de libros hermosos y dos esplendidos sofás de viejo cuero ingles donde poder ojearlos mejor que en su casa. Solo el vaso de porto falta.
La vendedora de ojos oceánicos se quedaba conmigo. Yo con sus libros. Un pequeña discrepancia. Marinero le dije adiós. ¡Bon voyage mon cheri! ¡Vaya!. A los libros. Y si la encuentra, cuéntele que el navegante del mar del norte la recuerda todas las noches de temporal, que aunque sea una mentira, reconforta que es una barbaridad. Como los libros.

miércoles, 26 de enero de 2011

Saint Servan


Le pasa lo mismo que a las queridas. Las usan hasta el hartazgo. Lo dan todo. No tienen nada. Dependen de la limosna. Les toca el premio. Les pegan el insulto. Gozan de los favores. Derechos, ninguno. Son la reina de la fantasía y la espera. Hasta que mueren de hipocresía y buenas costumbres.
Saint Servan es ciudad vieja. Se llamo Aleth en los tiempos celto-romanos. Controlo la Ría de Rance desde la torre Soligor. Hoy convertida en museo de navegantes que superaron el Cabo de Hornos. Famosa por sus bares y sus comercios, vendió su nombre a St- Malo a cambio de la pasta y el placer. Desde los 60 son un solo pueblo en la teoría. Mentira piadosa ya que hay tres kilómetros y medio entre una y otra, relleno de barcos y botes. Deberá visitarla si se acerca a estos pagos. Aunque solo sea para comer bien o comprar lo útil o lo inútil en la Voilerie Richard ( si es allí, no se ha equivocado) todo para navegantes. 3 rue Glorioux.

martes, 25 de enero de 2011

BRAFA Bruselas. Entre arte, antigüedades, putas, ricos, señoritos, mangantes, comics, y ninfas


No llegara a tiempo. Apúntelo para el año que viene: la exposición de ciento treinta y tantas galerías de arte europeas en Bruselas. Mas algún librero de viejo viejísimo, y este año, por primera vez, tres galeristas que ofrecían originales de comics de autores consagrados.
Picasos, Miros, Tapies. Joyas de la pintura flamenca. Imágenes legalmente robadas de las ermitas españolas. Piezas de procedencia dudosa de México, Perú o China. Algún mueble del XVII. Pergaminos saqueados de algún convento. Una anunciación erotica, hermosa a mas no poder, de origen desconocida, que alguna vez fue reparada por lo alemanes vistos los periódicos que escondía en su interior. Cajas chinas. La cubertería vendida por condesa inglesa en apuros a 200 euros el cuchillo.Una preciosidad. La silla de la madre superiora de convento Occitano a 4000 euros la pieza. Espejito mío del XVIII que bien me veo. Tapices de castillo frio y fino. Algún Barceló de segunda división. Hermosos dibujos de Botero…
Y el público. ¡Qué público! Viejos holandeses de pantalón rojo y chaqueta escocesa con pañuelo haciendo juego. Maricones franceses conjuntando sus cuadros arcoíris calcetines incluidos. Belgas de traje impecable para no llamar la atención. Ninfas delgadas y ataconadas de todas las edades. Putas de minifalda y medias de red ya entradas en edad. Los pudientes que disimulan sus doblones hasta que muestran el reloj. Lo mismo en versión femenina agarradas al bolso de Hermes. Los abrigos de pieles. Las francesas delgadas subidas a sus princesitas de raso y terciopelo. Alguno vividor que se equivoco de parada y da el pego con su Zara vanguardista. Intelectuales educados que miran sin molestar. Puta de galerista con minifalda exagerada para promocionar el Dali serigrafiado. Catalana ojo avizor que huele la pasta. Idem de negro y piernas de plata que vende su gracia. ..
El mejor espectáculo para pasar un domingo por veinte euros mientras que para reconfortar los pies puede darse al champan francés entre stand y stand.

lunes, 24 de enero de 2011

De Cafés por St-Malo


No vaya usted a pensar que hay muchas alternativas. Cafés, lo que se dicen cafés, dos o tres. El resto son restaurantes de pacotilla y terrazas donde asaltar al turista sediento. Les doy dos alternativas: L’Univers, 12 place Chateaubriand, donde se sentirá un lobo de mar entre las fotos de los tiempos en los que la vela era un deporte para suicidas en potencia. No se lo pierda.
La alternativa le queda en Saint Servan, 2 rue des Hauts- Sablons, con vistas al muelle de los Sablons. Cunninggham’s Bar. Es como estar en el camarote de un yate clásico rodeado de mentirosos navegantes que relatan con pasión las heroicas navegaciones del año que viene. Ídem.

domingo, 23 de enero de 2011

St-Malo Intramuros




Empaquetada entre sus murallas la convirtieron en un gran centro comercial para turistas con cartera potente. Tugurios que venden sucedáneos de comida, los que quiera. Los hay de todo tipo y forma. Cuanto más piratas más apestosos. Pero de la emoción se trata, y eso venden.
Algunos viejos todavía esperan la muerte en intramuros. Jóvenes ya no quedan. Si se ven son los dependientes de los comercios de vuelta a casa.
El mercado central atiende a los restauradores que todavía quedan. No por ello debe evitarlo. Todo lo contrario.
Recorrer las murallas contemplando el mar no solo es sano para el cuerpo. Reconforta el espíritu que es una barbaridad. Para evitar las procesiones de turistas tendrá que levantarse temprano o ir en el invierno. La puesta de sol sobre La Rance es apoteósica. Si la marea lo acompaña podre contemplar las islas que defendieron los muros de tormentas e ingleses.
No mire por detrás. Que lo que ve no es reconfortante para seguir creyendo en el mito. Usted cuando va a la opera mira es espectáculo y no entre bambalinas.

sábado, 22 de enero de 2011

St- Malo, las mentiras del mito


Cuentan las guías que es el destino numero uno de Francia. Será. En el verano son torrentes de turistas los que recorren las calles adoquinadas de intramuros. Los imperialistas franceses lo venden como la republica independiente, no bretona, álgo francesa. Es una mentira política de la derechona: siempre fueron bretones hasta la medula de sus cojones y ovarios.
La convirtieron en una cueva de piratas para atraer turistas. Piratas allí jamás hubo. Corsarios en nombre de El Rey y en el bolsillo del armador, fueron pocos. Algunos como Surcouf, mercenario a sueldo de Napoleón, hizo fama sobre todo por ser un notorio traficante de esclavos cuando esto ya estaba abolido. Daba más plata y era menos complicado que encontrarse con el inglese que devolvía con precisión los golpes en un mar un tanto estrecho para hacerse el héroe.
Amantes de lo ajeno siempre fueron. St-Malo existió siempre bajo el nombre Saint Servan. Allí sigue estando hoy la vida cotidiana de los bretones. Allí está el dinero.
Se hicieron ricos cuando los armadores escapados de Cancale tras la revuelta revolucionaria de los terranovas de Port Houle, en intramuros se apalancaron. Así creció su puerto, con la sangre de los mareantes que sus vidas jugaron pescando el bacalao que alimento generaciones de hambrientos.
Destruida por los aliados durante la segunda guerra, fue reconstruida “en estilo”. Nada de lo que usted hoy puede contemplar se parece a lo que fue. Es una reconstrucción virtual que algún día se la comerá la sal, olas, y viento. Mientras dure, vaya a verlo, en invierno. Cuando ni turistas hay y solo los bares de siempre están abiertos.

miércoles, 19 de enero de 2011

Biologia para adelantados

Cancale, tierra de ostras y tugurios





Al lado de St-Malo. Convertida en centro de peregrinación turístico gastronómica. Aireada en todas las guías. No tiene nada que ver. El pueblo. Jamás lo tuvo. El puerto de la Houle es otra historia. Hoy ya acabada. Fue en otro tiempo un puerto de arena bien resguardado de las suradas. La primera vez que fui fue a contemplar la primera reconstrucción que se hizo de una bisquine, La Cancalesa. Contemple este portentoso barco que hoy sigue navegando con pasión. Navegando. Ese fue el gran merito de los cancaléses: en vez de construir una réplica de museo hicieron un barco para navegar. Se lo encontrara en cualquier lugar de la costa bretona entre abril y septiembre. Me lo encontré arrimado al espigón del puerto. Desarbolado. Listo para sobrevivir el invierno.
Los miles de bares, restaurantes y tugurios estaban cerrados. El frio mes de enero no da para turistas. En verano es horrible. Masas de todo tipo despilfarran euros chupando ostras y Sancerre malo.
Todo el pueblo vive de las ostras. Tecnificado su cultivo con plataformas de aluminio ingeniosas. La ostra de Cancale era una referencia en Francia, como la de Arcachon. Era. Hoy las está matando el virus intratable. Las cosechas disminuyen. La ostra empequeñece. Ya ni carne lleva.
Siempre me ha sorprendido la atracción de la ostra por la masa. La asociación con el sexo de las hembras hace milagros. Aunque yo, siguiendo al difunto Luis Mariño sigo clasificando a los mujeres en términos de sabor de mermeladas. Pero sobre perversiones no hay nada escrito. En cualquier caso, si a usted le va la asociación, chupe otra vulva ya que la de Cancale, al día de hoy, esta pasada.

martes, 18 de enero de 2011

Erquy











Fui con la idea de poder teorizar sobre la destrucción de un paraíso por la modernidad. Era imposible que una de las joyas marítimas del canal todavía conservara algo de los tiempos en que los pescadores no eran decorados si no actores en los pueblos de las costas europeas.
Me equivoque de plano. Erquy todavía sigue estando en la lista de paraísos. El viejo dique con su hermoso faro, hermoso por su sencillez, sigue estando donde siempre. La construcción del dique nuevo para aumentar las horas de navegación de los barcos no fue premiado con la destrucción de la tradición como acostumbran los salvajes mediterráneos. La nueva construcción del tercer dique para poder acceder durante las 24 horas del día tampoco ha cambiado la filosofía.
La capitanería del puerto sigue en su viejo local. Pesqueros y señoritos comparten los amarres sin que a ningún imbécil se le ocurra levantar un inútil y costoso puerto deportivo. El mar y su particular democracia sigue presente. El puerto sigue resguardando a los mareantes que se dedican a la centolla y el buey. Últimamente superados por los cultivadores de vieiras, que podrá degustarlas de todas formas posibles en los restaurantes del muelle. No lo haga. No saben hacerlas. Mucho les queda aprender del arte culinario de los gallegos para este manjar del mar. Atícese de centolla, raya, y otros moluscos de la marea. Si busca restaurante, no de vueltas: La Table de Jeanne, 60 rúe du Port. Comerá como en su casa baratobarato.
Antes de partir, vaya a la Cooperative du Pecheur, enfrente de la capitanearía. Podrá disfrazarse de capitán de mala mar, mareante, pescador de caña, puta de yate, etc. Pero tendrá la disculpas que quiera para comprarse un buen gorro de Sint James para tapar la orejas y evitar que se resfríe el cerebro.
Incluso para los modernos, al fondo de la bahía, en el pueblo, esta la modernidad que ha sabido inteligentemente no atacar la tradición útil.
Frente al cantico a la inteligencia de los locales, les diré que también. Pero hay más. A Erquy lo salvó el mar. El mar con sus inmensas mareas donde el agua sube y baja 15 metros. El resultado es que en bajamar, para mojar los pinreles, hay que andar más de un kilometro. Muchas distancia para los señoritos, las frustradas, y las niñas del y la capital.

lunes, 17 de enero de 2011

Dinan









Es una de las maravillas de Bretaña. Villa museo. La patean pocos. Tiene la desgracia de quedar a desmano. Lejos de toda ruta a dónde vas Vicente a dónde va la gente. Es la ventaja del viajero: se mantiene relativamente virgen; como las putas de pego. Ciudad de granito con calles adoquinadas. Invadida por artistas, createurs, poetas sin ninfa, traficantes de copias, artesanos de la postmodernidad, exex, señoritas étnicas, y demás parásitos del turismo intelectual moderno. Viajar fuera de épocas tiene la ventaja que no los encuentras, ya que son pocos, y se han ido a veranear con el botín a lugares más cálidos.
Busque la rivera del rio Rance. El puerto. Donde están los bares y la vida de película. Una mentira piadosa en donde puede jugar a ser el timonel de bucanero de altura a la búsqueda de una Antonia para rebozarse. Estaría perfecto en cualquier película de piratas o el relato de la BBC sobre la peste bubónica siglos atrás.
Pruebe la capacidad de su corazón trepando por la empinada rué du Petit Fort que sigue por la rué du Jerzual, donde le venderán a su madre disfrazada de abalorio de artesano moderno. Todo eso inútil que usted jamás ha deseado pero ahora que estamos aquí, ¡menuda maravilla!
No se pierda el pub para modernos en la plaza de la iglesia, basílica, de Saint Sauvert, que luce un esplendido pórtico románico del siglo XII. Dan Pelforth como dios manda

domingo, 16 de enero de 2011

Colas patrióticas


Aquí la tienen. Cola bretona. Para hacer patria. Las hay de todo tipo. Donde yo nací Galicola. En los países con capital, cola lo que usted quiera. Saben a lo que saben dependiendo del alquimista local. Jamás a Coca cola. El canon establecido. Igual de apestoso. Sabor a polvo cutre. Mis acompañantes las detestan. Hasta que se enteraron que también así se puede hacer patria. Se pusieron como locos a consumirla. Combatir el capital creían. Mentira piadosa para optimista. Puebla ya los estantes de los supermercados de las multinacionales francesas. Hasta la patria les han usurpado a los consumidores.

sábado, 15 de enero de 2011

Cap Frehel







Es un lugar mítico en mi memoria. Fue un paraíso hasta que la masa hizo que lo convirtieran en un lugar reservado para evitar su destrucción. Hoy es paraíso a tiempo parcial. Solo útil en los meses de frio y temporado invierno.
La primera vez llegue, hace unos veinte años, en la furgoneta VW T3, aquella que no andaba pero te llevaba a todos lados. Era un acto de aventura. Jugarse el tipo por unas pistas sin asfaltar y embarradas, entre vacas sueltas, vientos modelo pampero, tirando siempre hacia donde se suponía que estaba el mar.
Poco importaban las vueltas. Llegabas a aquel faro -¿o eran dos? ¿o tres?- que se levantaba frente al canal, siempre verde. Si el viento lo permitía, se oía el concierto de los cientos de pájaros que viniendo en la primavera eran miles: cormoranes de todo tipo y color, araos, gaviotas nunca vistas, albatros perdidos… Era el paraíso de los “pajareros” esa tribu colgada de sus prismáticos, que se pasan horas en el nirvana esperando a que un ave única cruce por delante de la lente. Yo también practique este arte contemplativa igual o superior al zen o el arte del mantenimiento de una moto: es la mejor forma de llegar a lugares donde solo hay pájaros y nadie. El día se apagaba durmiendo a pie de faro, con aquella luz fantasmal que sobresaltaba el alma en cada ciclo, espectáculo de pasión y terror al mismo tiempo. Mientras tratabas los nervios con una o muchas Pelforth’s negras y frescas. No había nada ni nada en la noche. Solo el concierto de pájaros, olas, y tu propia desazón.
Volví para ver los efectos del progreso.
Dormir ya no te dejan. Barras de madera instaladas para joder a los furgoneteros impiden que te acerques al faro. En verano incluso piden impuesto revolucionario por aparcar.
No importa. Acercarse al faro por la pista que sigue embarrada es darse de golpe con la visión de las tres torres. La primera, a la izquierda, es el viejo faro de aceite de pescado, construido en 1711. Granítico, duro, como la vida, se sigue conservando. En el divisas todavía la torre original y el añadido. El faro nuevo ya no existe. Duró del 1836 al 1944, cuando en el mes de agosto, de fiesta fascista, fue volado por las nazialemanes. Lo que se ve se construyo acabada la guerra y desde entonces alumbra el paso de St-Malo a Erquy.
Los pájaros siguen con su concierto. El mar acompaña el ritmo. El viento te corta las orejas si has perdido el gorro. De invierno estábamos un japonés y mi tribu. Bares no hay. Hoteles a distancia. El circo continúa. De repente te encuentras por la pista que rodea al faro con cientos de montículos de piedras (foto 2). No es fenómeno natural ni devoción de santo. Deberían darle una medalla de héroe de la patria al primero que comenzó. Desde aquella el pueblo copiante repite la hazaña ya que no hay orgasmo mas tibio que a dónde vas Vicente a dónde va la gente.
Se lo recomiendo. Pirámide de coios incluido. Y después, curado por el vientomar, a papar a Erquy. Pronto se lo cuento