jueves, 29 de septiembre de 2011

El Faro de las Ballenas


El “Phare des Baleines”,levantado en 1854,le robo el nombre a la antigua torre de las ballenas, de 1682, en el extremo norte de la Isla de Ré. Aunque los planos estén datados en 1669. Algo tardaron los obreros en levantarla.
Es la caricatura de la historia. Nos repetimos hasta la saciedad y todo es plagio incluso lo que así llamamos. De copia en copia y tiro porque me toca. Como hay que inventar argumentos para sostener la modernidad, mienten contando que si la torre antigua era baja, que si daba poca luz, que si esto y lo de mas allá. Hoy siguen ambas torres levantadas una al lado de la otra. En perfecto complemento. El gordo y el flaco. La erección fina y el cipote empalmado.
Allí van en peregrinaje los turistas. Debe ir usted también aunque se halla disfrazado de viajero. Es necesario. Por la torre, el paisaje, las piernas, la escalera, la superación de la angustia, la bajada amarrándose al precipicio, la cama del farero, la foto de turno… todo ello insuficiente. A la derecha de la torre, aunque nadie se lo cuente, esta una de las playas más hermosas del mundo. Hasta los irlandeses, pueblo de paisajes, la han descubierto. No se lo cuente a nadie y vaya a bañarse en la ola atlántica. Eso sí, tenga cuidado. Allí el mar, es Océano


miércoles, 28 de septiembre de 2011

La isla de Ré





Es la otra. La que junto con Oleron forma la bahía de La Rochelle. Ese sitio paradisiaco para los navegantes que se pueden permitir el placer de tener algo que flota. No piense usted que hay que ser rico. Algunos, subidos a sus tablas de surf, navegan y se divierten más que muchos señoritos en sus yates.
es la isla de las bicicletas. Algún inteligente convirtió los caminos campesinos en pistas asfaltadas por las que pululan durante el verano miles de domingueros mentales. No se asuste si pisa estos pagos. Si durante el invierno se pegan a la calefacción unos 16.000 isleños que no salen mucho para no ser transportados al otro espacio por el viento feroz, en el verano mendigan espacio 160.000 almas de ciudadanos salidos de las colmenas del hormigón.
Aunque la isla da para ir de playa en playa y tira porque me toca, todo se reduce a visitar San Martin. Hermosa ciudadela fortificada que en alguna época sirvió para defender los astilleros de Rochefort. Donde se concentraba el poder del almirantazgo atlántico gabacho. No perdió la compostura ante los hijos de la Gran Bretaña. Si sucumbió a las hordas de turistas.
Hoy la cosa consiste en dar vueltas y más vueltas por sus rúas llenas de comercios caros y más caros. Unas cuantas heladerías adornan el tránsito. La evidencia de que ya no es tierra para pudientes es que al día de hoy, buscar un restaurante serio, es un imposible. El hermoso puerto repleto de visitantes rocheléanos ha cambiado las estrellas por la pizza barata y los mejillones microscópicos, tanto en tamaño como en sabor, franceses.
Aquí y allá todavía se divisa alguna ninfa de lo que fue. Entrada en años. Viene por aquello de la costumbre. Hasta que el infarto del portacheques estropea la fiesta que nunca fue. En Re, aparte del precio de casi todo, ya no hay lujo. Esa necesidad.
Los otros, vamos, la mayoría, atraviesan la isla para llegar al mítico Faro de las Ballenas. El faro por antonomasia de las costas de Francia. Quien allí no ha estado jamás ha visto un faro. Llegar tiene su salsa. Hay que atravesar la isla de cabo a rabo, por una carretera mal asfaltada, llena de rotondas, interrumpida cada dos cientos metros por cinco semáforos. Si se impacienta llegara pronto al hospital. Tómelo con calma y sueñe que recorre la campiña en un descapotable. Es lo que hay.
Aparcar delante del faro será peliagudo. La masa se le ha adelantado. No arriesgue. Hay policía solo ocupada en la recolección del impuesto revolucionario. Allí, fuera de los bares y los suvenires made in China, encontrara un hermoso faro. Pero eso se lo cuento otro día.

martes, 27 de septiembre de 2011

La isla de Oleron






Le pasa como a las casadas. Lo tiene todo. No le falta nada. Es perfecta. Todos miran al otro lado. La fama la lleva la otra. La vecina. Dicen las malas lenguas que se estropeo cuando se abrió de piernas al alcance de todos. Paso de ser la segunda isla más grande de Francia, a convertirse en playa al alcance de la mano a través de un puente que al poco tiempo perdió la novedad de su hermosura: todos nos hacemos viejos. Aquellos burgueses del Charente vinícola salieron en estampida hacia la otra. Siguió, fiel a la caricatura, la burguesía parisina del yo no soy menos. Hoy está llena de campings a cada dos kilómetros. Las playas abiertas al océano son modélicas. Posee el faro de Chassiron, uno de los más hermosos de Francia. Con sus torre postmoderna, su escalera perfecta, su nasa de piedras frente al océano que los pescadores a pie siguen usando para comer. Es el reino de las ostras
Pues nada, siguen mirando a la otra, a la vecina. ¿A dónde vas Vicente? Eso. A la otra, donde está la gente. Vaya. A Oleron

lunes, 26 de septiembre de 2011

Oda marinera al sexo anal: sobre carallos y culos









Hay proas y popas. Hay proas finas, de violín, recta, de roda limpia, de gota de agua, maier, lanzada… Hay quien lleva la proa más calada que la popa. Algunos la alargan con un botalón o bauprés. Lo de las popas es más complicado. Lea: Popa llana, de falucho, de culo de mona, de cola de pato, redonda... Hay quien corre en popa, dan popa al viento, están sobre popa, caen sobre popa, pasan por la popa. No confundan, nada se parece. Si le priva, lea el diccionario marítimo del sr. Julián Amich, que se lo explica hasta con sus significados en francés e inglés.
Hay quien se pasa la vida cayendo sobre popa. En tierra y en mar. Otros/as , se pirran por dar popa al viento hasta que las/los alcanza el botalón.
Luego me dirán que esto son palabrotas de mareantes para describir con monosílabos lo que el resto de la población dice en largos párrafos. De eso nada. Que contemplando la forma de los barcos, solo se puede llegar a la conclusión que los mareantes, de tanto practicarlo, han universalizado la escultura representativa de lo que practica con gusto. Si les dejan; navegar.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Faro de la Coubre







Te lo encuentras de golpe. Al final de una pista asfaltada. A donde no vas si no lo buscas. A un lado la bahía de fondos fangosos y ostras. Al otro lado el océano amenazante. De noche solo ves la luz del faro. El camino de arena a la playa es sobrecogedor. Entre los pinos y los amantes llegas al arenal en la que las canciones del mar exhiben la música bronca de olas de cuidado.
De mañana se ve lo que hay. Un mar encabronado donde los socorristas vigilan atentos los dos metros de playa donde te dejan mojar los pinreles. Un faro de campeonato al que puedes subir si tu corazón lo resiste. Una puerta en la que el farero exige su impuesto revolucionario.
Allí arriba se adivina que por estos parajes los navegantes deben huir. La arena de la playa, concurrida durante el día por familias bien pensantes y carteras llenas, se nutre por la noche de parejas que recuerdan que los pinos no están para sostener a las dunas; se han convertido en el lupanar donde follar a la luz de la luna y el faro. Que con tanta luz, a esas horas, no hay quien se equivoque de deseo. El resto, ya saben, es literatura de terror. En cualquier caso, con el Océano de esas costas, no juegue. Es la cabrona desembocadura de un rio, ya sabe, sitio de poco fiar.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Gaseosas


¿Se acuerdan del anuncio? La masa abandonaba el barco ya que no había gaseosa. Siempre he pensado que era la opción más correcta después de haber probado la infame La Casera. La siguen vendiendo. Igual de infame.
Gaseosas, las de verdad, eran La Pitusa, Feijoo, Pombal, Los Quince Hermanos, El Siglo, Lareva…y millones más que poco a poco han desaparecido bajo el imperialismo uniformador. No vaya a pensar que el paladar se ha estropeado. En mi tierra, paraíso del tinto con, todavía se hacen catas de gaseosa. Faltaría más.
Pateando Francia descubrimos que los gabachos han recuperado la tradición. Aquí le enseño dos botellas con las que adorne este verano el Mencia agenciado en la frontera galaico española de Pedrafita do Cebreiro.
¿Cuál es el misterio de la gaseosa autentica? Zumo de limón y azúcar de caña. Sencillo. Lo descubrieron por el 1800. Fíjese usted. Por eso, si también le va el tinto con, o la clara de cerveza, haga el favor de no joderla con caseras. La gaseosa de verdad se vende en botella de cristal, y precinto.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Basura de minusvalidos


Los hay a mazo. Por todo el mundo. En los países capitalizados se les ve poco. Los mantienen en casa. Todavía hay quien cree en el castigo de dios más que en los efectos colaterales de la medicina tecnológica. En el hambremundo, forman parte del decorado exótico. Considerados como inútiles debe de buscarse la vida. Que es breve ya que sin moverse poco da la selva.
Los capitalizados presumen de cuidar a sus súbditos. Elaboran leyes con rodillo que exigen la desaparición de barreras, la adaptación del medio público a los que no pueden saltar la cuerda. Francia se lleva la palma entre los europeos. Es posiblemente junto los escandinavos el país ideal para viajar cuando uno depende de la silla de ruedas o muletas.
Hasta que los minusválidos mentales, los otros, la mayoría, la joden. Siempre la joden. La variación es amplia. Va desde el macarra hasta el pudiente en Mercedes que aparca pontificalmente en el espacio reservado para los menos movibles: propongo la colocación inmediata de una consulta psiquiátrica en dichos lugares especializada en el tratamiento del trastorno narcisista de la personalidad. ¡Se forraría! Tengo alternativa para ayuntamientos pobres o desvalijados por sus alcaldes gaviota. La idea no es mía. El cartel figura en todos los aparcamientos reservados para minusválidos de la cadena de bricolaje Horenbach en Holanda: Igual que te llevas mi plaza de aparcamiento llévate mi minusvalía. Demoledor. Siguen aparcando.
Los hay también que aprovechan la obligación para dar soluciones creativas a sus necesidades. Aquí la muestra: el la lancha que te lleva de una ribera a otra en el puerto de La Rochelle, el lugar para los minusválidos es ocupado pontificalmente por la papelera. El bote debe estar siempre limpio. El botarate que lo ha puesto no creas que se apresura a sacarla cuando llega un cliente en su silla de ruedas. Semejantes incordios se resuelven simplemente ignorándote y dejando que la masa, siempre bien apretada, se te tire encima a cualquier movimiento de la ola. Por eso la reivindicación militante de Horenbach: ¡que te cojas mi minusvalía!

lunes, 12 de septiembre de 2011

En la carretera


Hay quien se monta en el bólido para hacer millas de cualquier manera. ¡Imposible! Para viajar hay que guardar la compostura. Uno, maniático de caos, tiene sus costumbres. Las gafas de sol a mano. Para no matarse. El monedero para pagar el impuesto revolucionario de la autopista. El tomtom, háblame bonita, que mirar mapas ya no se estila y pronto nos perderemos todos dando vueltas a la misma rotonda. Gorros variados para matar el aburrimiento y completar la vestimenta dependiendo de la hora y la gasolinera. ¿Qué me dicen del ventilador para torturar el aire cálido de las mesetas, ya que matar poco mata? Pañuelos para limpiar los mocos, las gafas, las gotas de café del termo que cuelga de donde se puede.
Más allá de esto y más, como el paño para sacar el vaho y lo que sea, el chupete talismán. Les juro que vale para todo. Desconecta al guaje, calma la rabia, sirve de juguete sexual, mata mal de ojo, le garantiza la llegada, sabroso con miel y azúcar. ¿Qué quiere que le cuente? Sin chupa no hay viaje.

domingo, 11 de septiembre de 2011

No cabrear al mar

La cama del farero




Allí esta. Después de subir las 257 escaleras, llegas. Eso te lo crees tú. Al descansillo superior no más. Tendrás que hacer el alpinista unos escalones más para llegar al paraíso. En lo más alto de uno de los hermosos faros de Europa: El faro de las ballenas en la Isla de Ré. Guardián de un minúsculo paraíso bien conservaba de la masa turística. Bajo la luz de 1500000 candelas visible a 50 millas marinas, reinaba el farero. En su cama noble hoy deshabitada como metáfora de que el romanticismo ya no se lleva.
Muchas noches acogieron al hombre que cuidaba de la luz de sus ojos. Vaya usted a saber si solo o acompañado. Eso no lo contara ningún libro de nada, que de las intimidades no se habla. La vista es orgásmica. Follar en noche de tormenta no tendría precio. Un agujero en el mercado para espabilados. Les cedo la idea.
Hoy es descanso de turistas cardiópatas, hembras angustiadas antes de la bajada, niños que debieran quedarse en casa, adolescentes hormonados, viejos voluntaristas… Nunca tanto se usó. Madera noble de roble que hicieron llegar a aquellas alturas para descanso del guerrero luminoso.
Fuera del faro, el mar. El faro antiguo, el primerizo, bajo, culón, obeso, bien conservado. En la punta, afrentando las olas, mojándose todo el día, el faro de verdad, el de las ballenitas, está solo y desfotografiado. Poco pintor hay que le dé una de cal y otra de cojones viendo como rompen las olas con mar calma. Allí mismo, delante de todos, una bien conservaba construcción de primitivas esclusas para pescar en el mar que es de todos.
Vaya, esta excelentemente conservado. Aunque hay turistas a mazo, no molestan. Y de bajada, antes de dedicarse a las ostras, visite la librería del faro. Una joya repleta de libros sobre el arte de alumbrar al navegante y dos o tres, no más, suvenires para traficantes de recuerdos

domingo, 4 de septiembre de 2011

Cap Ferret


Hace más de veinte años que pase por allí. He vuelto. Jodidos vamos de memoria. Si la refrescara no habría perdido el tiempo.
Visto en el mapa tiene que ser por fuerza un lugar paradisiaco. Lengua de arena que cierra el Bassin d'Arcachon, frente a las olas del atlántico. Allí, protegiendo la Duna de Pyla y las ostras por las que se pirra la Castellana.
Veinte años atrás, la memoria se refresca, recorrimos la carretera que entre los pinos va bordeando las hermosas playas de arena limpia en caravana dominguera. Era tarde y no había donde aparcar. De aquella los ayuntamientos franceses iniciaban la lucha contra los campers, instalando barras en todo lugar donde era posible aparcar. Fracasaron en la lucha y perdieron la guerra. Agotamos la paciencia y hechas las fotos de rigor volvimos a Arcachon con la promesa de regresar a aquellas arenas ideales para el camping salvaje.
Ocupados en otros destinos hemos tardado en volver. La carretera no ha cambiado. Sigue serpenteando la costa. Entre pinos. Entre las miles de casas que los burgueses de Burdeos han levantados. Los campers han sido substituidos por miles de ciclistas que sin luces se desplazan a la noche salvaje de alcohol, a mares, y sexo, ya querríais. Agudiza la vista para no llevarse por delante a alguna de esas ninfas que pedalean las ganas en la noche. Siempre llegando en la noche.
Derrotados tras cruzar la meseta castellana y trescientos km gabachos con aire sahariano, decidimos buscar donde dormir cerca del faro. De súbito, tras una rotonda, apareció la luz roja en la noche. Parados a hacer la foto de rigor, cabreamos a los marulos empalmados. -C’est la merde! -Bien sur! Que esperen que a eso hemos venido. Más cerca se ve hermoso. Aunque no es un faro de altura. Parece más bien un remiendo de postal para turistas.
Allí no hay sitio para dormir. Demasiadas villas y dachas de pudientes aburguesados. Encontramos cobijo al lado del camping municipal. Entre colegas camperizados. No crea, la noche se prestaba al buen dormir. Solo echamos de menos una buena cerveza fría y las ostras. Para la primera hay que llegar antes. Para las segundas no ir en el verano. En cualquier caso háganme caso. Si va a Cap Ferret, donde no se le ha perdido nada, hágalo al comienzo de la noche, cuando prende la luz el faro.

sábado, 3 de septiembre de 2011

El 48 % de los españoles no ha salido nunca de España.


Se lo imaginan. Lean. No hace falta leer sociología para entender de donde viene. Es el mismo porcentaje que vota por la derechona. Casualmente.

De la habitación propia al ordenador propio. Sobre la revisión moderna de Virginia Wolf


Ustedes conocen la sentencia de Virginia Wolf en su ensayo Una habitación propia (1929 ): «Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si va a escribir ficción». ...Lo de la habitación fue retomado años después de la derrota del nacionalsocialismo y el nacimiento del estado del bien estar que dio alas al movimiento feminista en occidente: toda mujer debía ser independiente y disponer su espacio propio de libertad.
Los que pateamos por el mundo comprobamos que el sueño Europeo, más que occidental, era un producto de nuestra cultura, de nuestra economía. Nos sentimos a gusto con él, ya que las mujeres libres daban mucho más salsa y sabor que las mujeres sometidas a ser banco de lareira.
Frente a los multiculturalistas, los (multi)elitistas reivindicamos que igual que Mozart es superior a la cacofonía mandarín, el concepto de mujer europeo es superior al moro. Todavía se están matando si enseñar las piernas en minifalda es más revolucionario que pasearse debajo del pañuelo. (Estupidez total de los desmemoriados, por cierto. Miren las fotos viejas de su tía y comprobara que hasta más allá de los años sesenta nuestras madres ibéricas también vestían de riguroso negro y pañoleta. ¡Hay que viajar más en el espacio de la memoria visual queridos viajeros!)
Hoy lo de la habitación propia ya no se estila. En la postmodernidad de los espacios, las hembras cambiaron la habitación romántica por el mini ordenador o el ipad y demás tabletas. Es todo un cambio revolucionaria. Saliendo de la habitación escueta, abandonando los faldones de la mesa camilla, las hembras reconquistan la libertad de poder ser reinas en cualquier espacio.
No crea usted que los machos europeos colaboran en el evento. Las historias de los violadores de mails no solo se escuchan en los consultorios de los terapeutas de pareja. Están ahí, en la calle. Como los que espían a su señora en la distancia controlando si el ordenador esta encendido. (Tiren su Windows amantes del mundo, que es letal) Tenemos el territorio llenos de moros de la patria eterna. Aquellos que viajando en vez de aprender de las diferencias se angustian con lo distinto.
Estamos acumulando fuerzas para el próximo viaje revolucionario. Los próximos años, con el entierro del capitalismo moderno, la lucha entre tradición y conservación – no confundan los adjetivos- va a ser a muerte. Les recomienda a las hembras que para este viaje hagan acopio de armas contundentes: adquiera su billete propio, aparato de teclas. Y usted macho, ya sabe, a elegir toca. ¿La quiere con salsa o sosa?

jueves, 1 de septiembre de 2011

Reinventado la historia


Fíjese bien en el texto. Lo encontré pegado en la panadería del puerto de Minimes en La Rochelle. Allí no solo le venden todo tipo de pan. Tienen unos de los mejores croissants de la zona. Frente al mar.
Frente al mar le reinventan la historia. Hay quien no quiere enterarse que nuestro mayor enemigo es una nuestra memoria. Cuantas mentiras nos contamos inventando lo que queremos oír. Lo que molesta lo enterramos en la demencia precoz del olvido.
Si se arrepiente no se deprima. En La Rochelle le inventan lo que quiera. Usted ya lo sabe, todos los escritores, esos cuentistas, esos mentirosos, lo llaman literatura, pero es su biografía, ¿no?