jueves, 27 de diciembre de 2012
miércoles, 26 de diciembre de 2012
En el paleolitico tambien
Hoy toca hablar
de sexo. De sexo y viajes. De sexo y política. De la política del sexo. Del
sexo de la navidad. De la navidad sin, eso.
No es necesidad.
Es la pura y simple observación de lo circundante. Abres las páginas de Liberation,
apalancado en un camping de La Rochelle, delante del mar y el esplendor del rojerío
gabacho, y te explican con todo lujo de detalles que esto de los sex-shops, los
sex-partys, el vicio depravado, los juegos del más y más, llámele como quiera,
ya lo practicaban con ardor los antepasados. Esos a los que la modernidad se empeñan
en llamarle primitivos, por mucho que hoy ya sepamos que la edad media, por
ejemplo, más que obscura era desmadrada y liberal.
Abres las páginas
digitales de las voces de su amo y te enteras que el pueblo es sodomizado
salvajemente por el capital bajo la cuerda de los políticos a los que con pasión
masoquista han votado.
O no votado; lo más
grave. Solo ciudadanos estúpidos se atizan en masoquismo penitente con el
flagelo de no usar su derecho al voto; luego van y conforme la modernidad leen
las sombras del pornomama.
¿Más sexo? Pues
nada, que ahora que estamos la navidad aumentas las ventas de lencería roja que
excepto a las morenas a muerte les queda a todas fatal. Todavía no se han
enterado que el color de siempre fue el rojo burdeos hasta que la mercadotécnica
yanqui le aplico el rojo hortera que lucía mejor en las primeras películas en color de Kodak. Tuvo que venir Fuji con su Velvia para explicarlo. Sí, claro,
fotografiar también es sexo.
Sigues leyendo y
mirando, y te enteras que en la época total del despelote el mundo ya no se
excita con ver los tobillos de la Encarna. Pero sigue estando igual de mal
follado que siempre. La culpa no es de ellos ni ellas. La culpa es de no
enterarse que los buenos polvos son los de sin prisa y con todo el tiempo. Son
los polvos que van en crescendo entre el juego y el deseo, hasta expandir la
violencia del asalto final. Incluso cuando este es sorprendente: léala y
disfrute ahora que entre enchenta y enchenta no tiene nada que hacer. Es lo
mejor que se ha escrito el último año y perdónele las faltas de ortografía: las
reinas no usan correctores de idioma, ¡faltaría más!
Esta el sexo de los
viajes, que puede ser cutre o divino. Hay quien viaja para buscar más sexo.
Incluso literario. Yo les recomendaría llegarse a Lausana y aquí, eso. No me
diga que no tiene euros para comprar tamañas joyas que con la mitad de lo que
lleva despilfarrado estos días ya le daba para media biblioteca.
¿Vamos tomando
calorcillo? Pues nada, bébase un buen Amandi en copa grande y entre cosa y cosa
recuerde lo que enseñaban los devanceiros primitivos o no: en navidad (mas)
sexo
domingo, 23 de diciembre de 2012
's-Hertogenbosch alias Den Bosch
La enciclopedia esta sigue empeñada en que en español se
dice Bolduque. No lo intente ya que no llega. No hay ningún holandés que en su
vida escucho tamaño insulto que en su idioma a nada suena. Ellos ni la llaman
como los letreros de las carreteras se empeñan. Es Den Bosch para todos. Es la
capital de la provincia para los que en ella viven. Es el villorrio de
funcionarios demasiado bien pagados para el resto de los mortales de la
provincia de Brabant.
Es el paradigma de la capital. Fachadas exhibicionistas
sin contenido. Fachadas una y otra vez fotografiadas por los cientos de
turistas que verano e invierno patean sus calles. Catedral para ver cuando poco
hay que enseñar. Bares mediocres. Restaurantes apestosos. Dos calles con
comercios. Las cadenas de siempre.
Viven del cuento de ser la capital. Donde los padres de
la patria venden el discurso vacío de decir que están muy ocupados. Un riachuelo
mal parido embarrado lleve o no lleve agua que se empeñan en navegar ya que en
algo hay que ocupar el día. El discurso del hambre de ideas.
¿Por qué van a verla? No me lo pregunten. Se pone una
foto tomada el día en que por fin salió el sol, con rubia camarera enseñando
las tetas en una terraza abarrotada y el pueblo, independientemente de la edad,
pica en el anzuelo. Sera estupidez animal. ¿Entiende? ¿O es que usted nunca ha
pescado alguna vez sin explicarselo?
La moda roja
¿Usted sabe por qué las sillas de las óperas, teatros,
cines , etc, siempre fueron rojas hasta que llego la modernidad del pelotazo y
las pinto de azul? Si puede cuéntemelo que uno acumula saberes. Aunque le
parezca una estupidez. No lo es.
Ahora, que se gastan lo que no tienen a toque de mercado,
rememorando que alguna vez celebraban que en las noches eternas de invierno pre
televisivo aparte de dormir, leer, comer y follar, por orden inverso, poco más
se podía hacer, el pueblo busca algo rojo que ponerse para que la desgracia no
lo pesque a la entrada del Enero desalmado.
Al cine a donde fui ayer, el rojo además de en las sillas abundaba también en otras partes. Desde los tenis yo protesto que soy joven, hasta las piernas de gacela de la reina de los mares intelectuales. De la película no les cuento. Un bodrio intelectual para deprimirse más. ¡Maldito amargado que eyacula reseñas de películas en los periódicos!
Pero allí sentado, en la obscuridad, uno imagina películas heroicas, de las que estamos necesitados, con banderas coloradas al aire, que estamos en miserable navidad.
¿Usted sabe porque unos sacaban la roja y otros la negra? ¿Por qué los campesinos europeos, cabreados, abanean la bandera negra cuando toman las calles de Bruselas? ¿De dónde viene la estrella roja de los patriotas de mi infancia?
¿Pero usted que sabe? Póngase algo rojo que estamos de navidad y de cabreo, y de paso a ver si le contagian las ideas. No me negara, que puestos, de rojo proletario, cualquier labio rojo es más apetitoso que un miserable azul.
Europa: señas de identidad
Ya tenemos a las elites patrias jodiendo otra vez con la
vena cristiana. Cuando ya ni los puros se prestan a perder el tiempo en lucir
los abrigos de pieles a la salida de los bacanales opusdeianos, aprovechan
cualquier disculpa navideña para contarnos que somos así por no creer en lo que
no creemos: aceptar las hostias del poderoso nos llevara al paraíso.
Pues mire usted, después de patear Europa por todas las
esquinas desde años, la única seña de identidad consistente y consecuente que
me he encontrado vaya a donde vaya son los cafés. Si, esos cafés por los que
perdemos el culo y la vida. El Gran Café; invento de los europeos germánicos que
lo extendieron por todo el continente mientras discutían como tomar el palacio
de invierno y/o enamorar al/ la deseada. El motor de la vida.
No piense usted que hay cafés en otras parroquias. Los
exportamos al otro lado del charco. De la Argentina a Chicago. Europeos. Cafés
europeos, según las normas europeas. Transportados por los emigrantes para
matar la morriña y el asco. Que emigrar es muy duro.
Hay quien lo confunde con el bar hispano, la tasca de
Ernestina, el bar del pueblo. No hermanos, eso son otros lugares. El café europeo
es ese sitio donde usted acouga el estrés de la vida, se entera de las mentiras
que quiere venderle la voz del amo, el divorcio de Panchiña, el suicidio de el
del quinto, los cuernos de la peluquera, los despilfarros del alcalde, las
mangancias de la prima de la concejal de abastos que la prima, la hora de
comienzo de la revolución pendiente, donde hacerse de barato con entradas para
la ópera, cuando expone el borracho de Manoliño el pintor…
Es el único sitio donde se puede estar solo sin soledad.
Donde te hablan si quieres. Te ignora si lo pides. Es la universidad más barata
del universo. Por el precio de un café achicoriado puedes asistir gratis a las cátedras
de la vida. Por dos te dan el doctorado. Cada día cambia el alumnado y el
profesorado. De suerte, por allí anda el amor de su vida.
Lo grita el anarquista de domingo extasiado ante la pista
de exhibicionismo del gran café De Winkel van Sinkel en Utrecht que en su tiempo albergo a un banco
hoy expropiado. O el Gran Café Meesters de Tilburg: Es que las iglesias ya no
iluminan desde que no arden
domingo, 16 de diciembre de 2012
Los murales de Amberes
Frente a los copistas del dibujo del prójimo, mas como adorno financiado por la alcaldía para disfrute del turista faltado monumentos mayores que se practica en la capital de Europa – toda una metáfora-, está el arte vanguardista de los flamencos. Los grafiteros de Gante o Amberes practican la radicalidad como forma de expresión.
No les teorizo, que el arte esta para verlo, no para escribirlo.
domingo, 9 de diciembre de 2012
Tarde de domingo norte europeo
La ninfa de las piernas de gacela nos recreo tocando de maravilla a Scarlatti, con técnica nórdica y pasión del sur. Luego todavía hay quien no se entera porque la cultura es mas centroeuropea y menos de periferia. No hombre, no es eso. Es que usted jamás se ha tirado un buen polvo entre sonata y sonata, allí, encima del piano
El aleman de Mondoñedo
Es una cuestión de números, si. De los otros: la mayoría de los pobladores de Europa son germánicos. No solo cuente los que viven en la Republica Federal. Cuente los austriacos, germanos católicos y sentimentales. Un mogollón de suizos, los industriales. Lo mas eficiente de Polonia, aunque me insulten. Toda Holanda, 17 millones de almas reformadas… Usted no se entera si piensa que todos ellos son prusianos. Es mas, la mayoría de ellos no lo son. El toque prusiano se lo puso la bota militar y agresiva de unos cuantos que se hicieron en otro tiempo con el alma del país. Alma que si usted lee, esta en Holderlin, Rilke, Goethe…poco tenían ellos de orden.
En Mondoñedo, allí, como en cualquiera villa de Galiza, también había un alemán. Este pudiente. Con la maquina perfecta para llegar a los limites de la tierra civilizada. Es más, no solo presumía si no que ya pateo Laponia, el Cabo Norte, los geiseres de Islandia, la soledad del hielo en el Macizo Central gabacho, los bosques de la Polonia del bisonte, las arenas tunecinas…
Allí llego también, a tomarse una Estrella en las terrazas de Mondoñedo. Contemplando el desfilar de rubias y morenas, tarta en mano o nabizas da terra, mientras el sol se negaba a salir. El hombre no salía de su asombro. ¿Cómo era posible que el, viajero enterado, no hubiera leído en ninguna guía de viaje que aquello era lo mas cercano al paraíso?
Le contamos como llegar a las cuevas del Cintolo, A Fervenza, el salto do Coro; casi le dio un pasmo del susto. Desde aquella viaja entre Mondoñedo y Ribadeo, entre el mar y el valle, y suplica que no se lo cuente a nadie. Eso, lo que hay allí. En la frontera del paraíso. Su paraíso.
martes, 4 de diciembre de 2012
Mondoñedo
¿Ya se ha empalmado/ humedecida con las Leicas? Ilusión
de rico. No desespere. Puede quedarse con una Lumix LX7 de etiqueta nipona y óptica
germana. O darse a las Fuji X que no son iguales pero matan el gusto. Lo que en
cualquier caso no debe de dejar para el camposanto es acercarse a Mondoñedo.
Uno de los valles mas hermosos de la Galiza profunda. Tierra de ricos. Del
alma, la cabeza, la pasta, la cultura.
Si lo duda le derroto el argumento. Allí pusieron los
cuervos de casulla uno de los seminarios mejor organizados de las tierras
conquistadas. Cuando el pueblo para aprender a leer tenia que aguantar misas y
rosarios. Allí estuvieron obispos, reyes, caudillos traicionados, anarquistas
de pro, patriotas de cultura.
Hoy hay peregrinos, buscarubias, labregos da terra,
comerciantes oportunistas, librerías de galego, panaderas de montaña, cafés de
moda, rúas que te llevan quieras o no a la catedral cerrada a canto ya que solo
cantan las anduriñas de verano.
Es ciudad desde 1156, no crea. Capital de provincia
cuando estas aun eran algo y Galiza tenia siete. Le robaron el alma como le
cortaron la cabeza a Pardo Cela; que por mucho que lo romanticen era un cabron
feudal como todos los señores de El Rei (Así escrito)
Antes de ir lea o relea al príncipe Cunqueiro. Ese que
volaba por las chimeneas y los lupanares de la Galiza profunda en busca del polbo
y el polvo. ¡Ah no, nada de contarlo! ¡Para eso hay que hacer antes un
doctorado!
domingo, 2 de diciembre de 2012
Las Leicas de Mondoñedo
Si usted no sabe donde esta Mondoñedo, perdone que lo
insulte: es usted un bárbaro cultural. Total. Lo suyo es grave. Requiere
tratamiento agresivo y urgente.
Cualquier cabeza algo pensante debe saber que Mondoñedo,
villa galaica de altura, es la cuna del único escritor del siglo XX que debe de
leer todo el mundo antes de ser enterrado en cualquier camposanto.
Si hombre/ mujer. Don Alvariño Cunqueiro. Ese genio de la
literatura al que no le dieron el premio Nobel los pijas flácidas de los suecos
por escribir su obra seria en lengua de pobres. Pero ya quisieran ellos haber rellenado paginas
de blanco papel con tan sabrosa literatura.
Aquel al que copiaron y plagiaron todos los plumillas del
otro lado del charco que no tuvieron ni la hombría de, consumada la mangancia,
acudir en peregrinación a donde debe ir todo ciudadano que sabe que en las
reboticas de los pueblos se escribe la historia. La de verdad y la otra: a
verdadeira, la verdadera de su idioma latino imperialista.
Si ha balbuceado usted lo del rey das tartas deberá en
penitencia acudir a lavarse los dientes con dentífrico serio para que la caries
no le joda más el cerebro; como ya se le ha jodido el paladar. El tipo ese,
cuando vivía, hacia tartas mediocres. Muerto, la pastelería industrial hace
tartas asesinas. La idea era buena, sabrosa, exquisita. Compre las de la
competencia, no más.
A Mondoñedo debe ir. A muchas cosas que le contare si lee
a don Álvaro uno de estos días. Así se
enterara, que allí, en esa villa de bandera, enfrente de su catedral de canónigos
ilustrados, en uno de los anticuarios que te atiende si le place y si non vaia
vostede ao carallo, enseña unas Leicas de las que hubo y ya no hay. Joyas más
valiosas que un Estradivarios.
¿Pero usted que se piensa? ¿No se lo he dicho ya? En Mondoñedo, villa de altura, cuna de letrados e ilustrados, vanguardia de la Galiza de los enterados. De los que leían a Joyce en gallego antes de lo que tradujeran a su español imperial. Los que fotografiaba con Leicas de lujosa perfección cuando el mundo de la caverna no pasaba de las Kodak de dos pesetas. Si hombre/ mujer, que el centro del mundo siempre estuvo en la periferia. Como su ombligo, vamos
¿Pero usted que se piensa? ¿No se lo he dicho ya? En Mondoñedo, villa de altura, cuna de letrados e ilustrados, vanguardia de la Galiza de los enterados. De los que leían a Joyce en gallego antes de lo que tradujeran a su español imperial. Los que fotografiaba con Leicas de lujosa perfección cuando el mundo de la caverna no pasaba de las Kodak de dos pesetas. Si hombre/ mujer, que el centro del mundo siempre estuvo en la periferia. Como su ombligo, vamos
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