domingo, 29 de noviembre de 2015

El parque de la Marquenterre


 La bahía de la Somme esta considerado "site grande de France". Lo es. Aunque no se ve a simple vista. Aquellas arenas contienen una de las joyas del Mar del Norte. Con sus pájaros, sus focas, su navegación imposible, Es en miniatura una copia del inmenso Wad holandés, uno de los últimos territorios salvajes de Europa.

Los franceses lo anuncian a bobo y platillo. Lo que no desmerece la belleza del lugar. Pero ya lo sabe, si quiere ver el original debe atravesar Bélgica y Holanda, que no son ni la mitad de Iberia para llegar al paraíso de las islas de Frisia.

Marquenterre es un pequeño parque en el que su dueño intento hacerles la competencia a los holandeses. Se le ocurrió que podía construir un pólder para cultivar tulipanes. La idea era buena. Tulipanes a precio de oro en las casa pequeño burguesas de Paris.

Hubo que dejarlo. Los reformados calvinistas holandéses los vendían por un tercio del precio de los franceses. Así no se puede competir. Morder el polvo. Otro mas que se entero de porque los norte europeos son mas ricos.

Algún avispado de la familia al ver que aquello se llenaba de una fauna tan hermosa como colorista, lo convirtió en parque ornitológico. Hoy es un hermoso y cuidado lugar donde desde las 15 cabañas de observación es posible contemplar la fauna de los marismales de la Europa Norte. Con cuidados paneles indicativos y distintas rutas de varios kilómetros. El parque se ha convertido en uno de los humedales vitales para la migración anual de cientos de aves de África a la zonas de nidificación norte europeas.
Si pasa por alli debe de verlo. No hay disculpa para no hacerlo. Hasta prismáticos le alquilan.



sábado, 28 de noviembre de 2015

Mi Francia profunda, avec amour




Posiblemente sea usted uno de esos tipos que repita aquello de que sobre gustos no hay nada escrito. Ya sabe, una simple mirada a su alrededor le dice que se ha vuelto a engañar  con mentira piadosa. ¡La realidad viene a veces tan jodida!


Para empezar hay miles de paginas publicadas sobre gustos. Millones escritas. La inteligencia dice que una cantata de Bach es armónicamente superior a cualquier grito eritreo. La novena sinfonía de Mahler es incomparable con lamentos de la monotonía árabe. Un Verdi, el que usted quiera, arrasa cualquier divertimento operístico chino. Un decir. Tal acumulo de cultura solo se produjo en un lugar determinado. Ese acumulo no fue coyuntural. Se mantiene y se retroalimenta desde hace siglos. Amen.

Aunque usted pertenezca a la banda de la progresía cristiana tendrá que soportar que le diga que los niños asiáticos superan en todo a los prietos y latinos en cualquier barrio miserable de las ciudades del mundo. No confunda.

No hablamos superioridad biológica de nadie. El viejo Marx lo resolvió hace tiempo: de cada uno según su capacidad; a cada uno según su necesidad. La utopía suprema e insuperable. Se le olvido que hay quien considera necesario una barra de labios rouge y algún imbécil un Ferrari Testarossa.

La France es insuperable. Puede usted ser germanófilo, anglófilo, pro yanqui, y si se pone pro chino. Pierde usted el tiempo. La sociedad moderna nació en la Comuna. De aquella idea revolucionaria nació el mundo moderno. El de la utopía de la libertad, igualdad, fraternidad. El resto fueron copias. Adaptaciones locales al sueño ateo de conquistar el paraíso en la tierra.

La France no fue solo eso. Fue mantener que la vida va mas allá de generar plusvalías. Que el derecho es a la pereza y no al trabajo. Que el amor no es libre pero sabe mejor regado con burbujas. Que para leer un libro hay que tener glucosa en el cerebro y eso solo se consigue después de comerse una bullabesa o un sanglier.

Para que no se le olvide se lo cuentan cualquier domingo en las calles del país. ¿Ha visto usted alguna vez una banda de música que se abandere con champagne en su parroquia? Eso, ¡supreme! ¡Vive Le France!




domingo, 22 de noviembre de 2015

Le Treport, la metafora del burgues parisino




En mayo de 1872 se inauguro la estación del tren de Le Treport- Mers. Se iniciaba una época para muchos franceses. Los parisinos por fin tenían playa. La distancia era tan corta que podías  ir y volver en el día. De golpe dejaron los burgueses de presumir de tez blanca y se puso de moda los baños de sol. Hasta hoy en día.

Le Treport no era mas que un pequeño pueblo de pescadores con un puerto de mala muerte montado en la desembocadura del rio Bresle, que marca el limite histórico entre Normandía y Picardía. Hoy se han pasado a las vieiras aunque los peces planos de La Mancha siguen entrando todos los dias. A fuerza de jugarse el tipo cada vez que con viento se entra por la bocanada del puerto.

Le Treport es una playa de coios a los pies de unos hermosos acantilados que con el sol ofrecen colores mágicos. La descubrieron hace mucho los pintores. Con el entusiasmo de los impresionistas franceses, retratistas de la pequeña burguesía naciente.

Se pasaron a vivir del casino. Municipal. Dejaron la vida espartana y cultivada que alguna vez marco el discurrir del pueblo medieval. La inmensa abadía benedictina fue purificada por la revolución comunal. Ya no quedan libros en Le Treport.

En 1902 tenia el pueblo tranvía para menos de 5000 almas. En 1908 se abrió el teleférico para subir a los acantilados. Lo reabrió un alcalde moderno en 2006. Hoy es junto con la venta directa de pescado desde los barcos el imán turístico de la zona.

Los fines de semana esta a rebosar. Los restaurantes y terrazas se llenan de un publico burgués que busca rellenar los bandullos. Los pensionistas norte europeos que viajan en sus enormes campers forman parte del colorido local. En Francia este pueblo de seminomadas pudientes son bien tratados desde que los alcaldes se enteraron que son de bolsa repleta y pensión abultada.

Siempre fue así. El casino municipal atraía a los parisinos hace un siglo con bailes, conciertos, operetas, salón de esgrima, conversación, correspondencia. El pretwitter a la plage. ¡Y los roturistas soñando con su revolución!




sábado, 14 de noviembre de 2015

Dieppe



Villa de mareantes. Recoge la mayoría de las vieiras de Francia. La lonja se llena de los pescados del Mar del Norte. Puede presumir de burgo antiguo ya que tiene castillo, muros e iglesias. No presume pero le han dejado el nombre maldito del desembarco de Dieppe. Alli antes de Normandía desembarcaron 6000 canadienses en agosto del 1942. Fueron aniquilados en su mayoría por los alemanes. Dice la historia piadosa que le sirvió al generalato aliado para llegar a la conclusión de que Normandía era posible


De lo que presumen en el museo local es de las artes de pesca y navegación. La casa del mar es otro mas de los experimentos didácticos de los alcaldes franceses para atraer turistas parisinos en el verano; Dieppe queda a dos horas de Paris. Es la playa mas cercana de los parisinos, lo que le da un aire grandeza. Esta avisado: aquello es una playa sin arena. De coios o piedras, lo que mas le guste

Dijo alguno de los impresionistas algo sobre la claridad de su cielo y todos miran para arriba. Es un pueblo de estirados. Los sábados hay un mercado por las rúas del centro antiguo que es tomado por los campesinos de la zona dispuestos a hacerse con algunos euros. Es el momento de apañar salchichones, miel, setas, nueces y quesos de suprema calidad. La Francia profunda no engaña.





jueves, 12 de noviembre de 2015

La route des Caps



Cabo blanco, cabo gris. Cap Blanc-Nez, Cap Gris-Nez. La hermosa playa de arena blanca de Wissant (Wit sand, en el original idioma flamenco - hoy llamado holandés- que alguna vez se hablo por estas tierras), en medio. Los turistas van a hacer las fotos al blanco. Desde alli se contemplan los acantilados de Kent. Los hijos de la Gran Bretaña al otro lado del estrecho mar.


Los antiguos bunkers alemanes se han reconvertido en lugar de esparcimiento. Las casamatas de la guerra fueron sepultadas bajos los lodos que retiraron haciendo el túnel de la Mancha. Un acto practico como expresión política y poética.

A Cap Gris se va a dos cosas. Contemplar el faro y comer. Lo del faro es, literalmente, contemplación. Los fareros franceses, muy suyos, no gustan de turistas. Alli además hay un puesto de regulación del trafico del canal y esos se visten de uniforme militar, que en Francia es vestirse de rígido.

Mas abajo, en la playa, se encuentra el restaurante  "La Sirene" specialites poissons & fruits du mer. Conocido en toda la Mancha. Alli van en peregrinación a comer buey, centolla, langostinos y todo lo que se les ponga por delante los hambrientos del continente y Britania. De barato. Como gallego de patria le diré que si es por sabor deberá usted cambiar de rumbo y tirarse a Centoleira de Beluso, provincia de Pontevedra. Como simulacro no esta mal. Le aconsejo el salmón crudo con salsa de langostinos. De postre pida queso. No se arrepentirá.

Para bajar el bandullo, si la suerte le acompaña y no es pleamar, puede ir andando por la arena hasta Wissant. El espectáculo de los extraños pesqueros de la Mancha que son botados y retirados desde modernos tractores le llevara a ala conclusión de que mientras que en el sur todavía usan tiro de vacas, aquello, el norte, su pesca también ha industrializado. ¿Progreso? Usted dirá. Menos poético, mas eficaz, mucho mas llevadero para los campesinos mareantes.