Por las calles de Barcelona solo encontré una
que con una buena voz se enviciaba con la opera. Lo del vicio es una forma fina
de definir el ardor que ponía. Todo pasión. Todo orgasmo. Como siempre, ellas.
El resto era miseria. Bandas de tipos,
solitarios perdidos, incluso algún caradura que recantaba cd’s de Placido
Domingo sin que le saliese el color. Una forma moderna del deme algo.
Nada les he dado. Los hambrientos que
piden estos dias por Barcelona se han copiado el texto y las faltas anunciando
todos tener ‘insulina’. Es un mentira más falsa que creerse músico porque
posees un instrumento. Merece premio. La música, va de otra cosa: la pasión de tocar
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