Perdonen el exabrupto. Podría haber escrito lluvia por doquier. Una cursilada.
No me va la poesía de café con churros, que no me gusta. Mi ex-amigo Luis Mariño – lo de ex se lo debo a la ginebra y la muerte, que se lo llevaron por partes iguales, al cementerio- dividía a las hembras entre las que la tenían con sabor a mermelada de fresas – sus favoritas- o con sabor a limón con azúcar -a las que aborrecía-. Yo me quedo con mi hembra, que me sabe a miel, la mejor combinación entre dulce y agrio. Para consumirla con abundante devoción; sin que te mate el azúcar.
Pero sin desviarnos. A lo que iba, El café es siempre café. Y si es con algo es con croissant o ensaimada de Mallorca. Los churros, para quien les guste, con chocolate. Esa crema del disimulo con harina y empalago que te mata.
Matar me matara la lluvia ya que a este paso llega el invierno y no salió el verano ni el sol. Miramos a todas horas que dicen los inútiles del tiempo. Siguen poniendo cara de orgasmo cada vez que anuncian ventarrón. Se entiende que detrás de un anticiclón poco erotismo hay, e igual que las hembras, las más sabrosas son las que tienen una vena Borderline de borrasca. Pero tampoco hay que exagerar. ¿Un rayito de sol y un viento propicio para navegar?
Pues nada. Fuerte viento, con ráfagas fuerza 8, aguaceros, fuerte marejada....tu madre Eolo cabrón
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