sábado, 26 de diciembre de 2009

Estufas chinas


Los asiduos a esta página habrán visto en el post del día 22 de diciembre como intentaban calentarse los dos navegantes holandeses en medio de una infernal nevada. Pues la cosa funciona. Esta pequeña estufa de procedencia desconocida, ya que decir china no es decir nada, funciona maravillosamente. El mismo modelo calienta mi barco y mi biblioteca. Toda una joya. En estos pagos al precio de 49 euros.
La mía me la regalo mi cuñado hace ocho años, para calentar las travesías invernales del viejo Ceive de acero. Encenderla y quedarse en camiseta era una. Hoy calienta el Ceive de poliéster y en los días de arribada invernal, la choza de mis libros, los fríos de la Ninfa. Sin inmutarse por la edad.
Gasta pocos litros de parafina, la de siempre. La que encendía las lámparas de los pesqueros cuando jugábamos a piratas de altura. Hoy le llaman aceite de lámpara. Sera por la última subida de precio.
No levanta humo si la mecha no es raquítica. Sirve para calentar el agua para el café, secar la ropa mojada, hacer unos huevos…eso, también.
Los canadienses venden las Coleman de gasolina. También tengo una de mis años de campista en los montes de las Ardenas. Se la desaconsejo. Son caras y apestan a gasolina mientras vomitan el negro humo de esta al quemarse. Solo sirven para calentar el piranjallo en las noches en las que se le ocurra la tontería de ir a pescar congrios a la luz de la luna en algún acantilado irlandés con una buena botella y amigos.
Eso, caliéntese de cualquier forma. Durara un poco hasta que lleguen los calores del verano

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