domingo, 2 de mayo de 2010

Avances del proyecto número seis




No se crean que con estos viajes de burgués profesional que me he echado, y las primeras navegaciones, tengo el proyecto numero seis abandonado. ¡Faltaría mas!
Como galego de nazon le tengo tirria militante a esos hijos de puta que planifican y te dejan varias generaciones con el pavimento levantado, mientras se embolsan uno detrás de otro el presupuesto nuevamente revisado. Ni los romanos tardaron tanto de dotarnos de autopista o ave de corredoira.
Mi camión casi está listo. Tanto que el próximo viernes partiré con la tropa rumbo Roma, donde el lunes tengo una cita para ver la capilla Sixtina.
Para salir a la carretera solo le queda montar la escalera al techo, mañana, y colocar el mueble de cocina, pasado.
A la vuelta acabaremos de aislar la parte posterior para los fríos nórdicos. Y listo.
Eso si las hembras no nos dejan en la estacada. Usted ya sabe. Son capaces de hacer cinco cosas al mismo tiempo pero totalmente incapaces de planificar una tarea tras otra para no angustiarse de que no les llega el tiempo que ya no tienen para acabar lo que jamás debieron decir que harían. Así salen las cosas.
No puedo garantizarles que llevemos las cortinas colgadas, ni que el colchón no tengamos que cubrirlo con una sabana vieja. Lo que si llevo, seguro, es una nueva nevera que enfría a gas y/o electricidad para darme al vino blanco bien fresco. O el Porti Poti para que las niñas evacuen sus aguas sin hacerme parar en cada esquina.
La izquierda no pensante mantiene que es un problema de educación. O simplemente lo niega. Los pensantes, que también los hay, saben que es un problema biológico. Donde no hay no sale nada.
Les confieso que aparte de currar todas las tardes a la salida del trabajo, como ejercicio de relajación física, después de cinco campers uno sabe algo. Todos aquellos trucos los aprendí a fuerza de golpes y errores. Ya no me dejo engañar por fuegos artificiales. A golpe de repuesto sé lo que dura y lo que es pijada de diseño. Igual que en el mar lo básico es lo eterno. La sencillez no se estropea. Sin electrónica nada te deja en la estacada. Todo lo mecánico se puede reparar. Todo lo eléctrico, ten días.
Vamos, como el sexo, los mejores polvos son aquellos menos elaborados. Los que no se esperan.

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