sábado, 29 de enero de 2011

La Rance


Fue hermosa ría. A la gallega. Una ría de altura. Con una desembocadura inmensa entre St- Malo y Dinard. Con St- Servas de vigilante. Se podía navegar hasta Dinan. Dejandose llevar por la corriente que origina la inmensa marea, con diferencias entre plea y bajamar de quince metros. Levantar el pescado que arrastraba la corriente en fondos de arena era salario facil…
Se murió la historia cuando la modernidad cerro la desembocadura para montar el primer molino marino de Francia. La falta de energía crónica de los franceses les llevo a destruir el paisaje. Sin electricidad no hay vida, dicen. Dejaron unas esclusa para el paso de los barcos. Todo un avance. Convirtieron la ría en un lago. Paraíso para navegantes desfallecidos. Cientos de botes buscan hoy resguardo en sus aguas, democratizando el uso de la vela en un territorio donde navegar con las fuertes mareas no está al alcance de cualquiera. Menos cuando el viento sopla del lado contrario. El oleaje se vuelve imposible. No hay motor ni vela que te mueva.
Pero el paisaje de la puesta del sol, no me lo niegue, sigue siendo de una potencia eyaculante

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