sábado, 5 de febrero de 2011

Bruselas


Le llaman la gris. La triste. La capital política de Europa, metáfora de. Los que escriben guías no saben que decir. Se le recomienda con desgana. Sin saber que citar. Los despachos de los burócratas europeos no tienen nada que ver. La aséptica de las grandes avenida de los tiempos congoleses tampoco. De la expo queda el átomo para las fotos; tan a desmano. No tiene rio ni mar. Aunque si puerto. Es un mosaico de lo nuevo y el desperdicio. Torre de babel andante que se expresa en francés como lengua franca. No más
Si le entra la duda, vaya. Vaya de cualquier forma. Olvídese de monigotes meones entre chocolaterías para turistas. Deje la gran plaza del capital avant la letre para el último minuto. A donde deberá ir, desde el primer minuto, sobre todo en mañana de domingo, es a la plaza de Zavel, Grote Zavelplein en flamenco. Después de visitar todos los anticuarios, el mejor museo –Schone kunst-, el palacio real, etc, podrá sentarse en una de las innumerables terrazas a contemplar a los burgueses que pasean sus galas de domingo como manda la tradición. Si le entra el hambre, busque la tienda Flamand, si allí. Tienen un restaurante escondido entre los muebles que merece la pena. Aunque no se lo crea. Es que así son los belgas. Todo revuelto para que la vida sea variada. Como ellas.

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