martes, 1 de marzo de 2011

Campers






Para ir no se necesita mucho. Para ir corriendo se necesita un vehículo. La masa se sube a los aviones. Pocos escogen la bicicleta. Lo de andar ya no se lleva si no es a Compostela. Lo de la vela es otra historia que no es comparable. Navegar está reservado para esa gente especial que combinan el culto a los mares más que a los lugares con la necesidad de estar solos. Yo escojo los campers. Esos vehículos que te permiten moverte ligero, dormir donde se tercie, y si se pone complicado convertirlo en restaurante, ducha, wáter.
No es que los coleccione. Es que los kilómetros como los años no perdonan. De vez en cuando hay que modernizarse. Las marcas se mantienen brevemente. Se cambian al comprobar que todo es un mito. Lo nuevo no siempre es lo mejor. Lo clásico es lo que más se recuerda. Los lugares se hacen secundarios al vehículo. Recordamos en que fuimos más que a donde fuimos. La explicación puede estar en la movilidad temporal de tu territorio. La casa a cuesta que te protege en sueños. No hay más espacio que el que tú mismo creas. Jamás superaran a los barcos, pero navegar con los inevitables malos vientos es insoportable.
En homenaje a los que alguna vez nos llevaron al culo del mundo.

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