viernes, 8 de abril de 2011

Leer la ópera

No es un error. Tampoco un juego de palabras. Las óperas estan hechas para oírlas. Algunos mantienen que para tocarlas. Los de Vigo para escucharlas. Representarlas se lleva poco. La musicalidad es al fin y al cabo lo que cuenta. Intentar entender el texto es un imposible. El alemán de Wagner es incomprensible. De los textos italianos entendemos solo los comienzos.
La solución moderna es que te traduzcan el texto y te lo enseñen durante la actuación. La primera vez que lo vi fue en la opera de Praga, en los años del comunismo. Un tablón luminoso encima del escenario iba desgranando el texto en checo. Excelente para no enterarse. ¡Desde entonces hemos avanzado una barbaridad! En la opera de Viena, p.e., cada silla está dotada de un minúsculo pero bien visible aparato donde usted podrá elegir en que idioma quiere enterarse del argumento: inglés o alemán. Un golpe duro para los nacionalistas españoles que todavía siguen empeñados en vendernos a través de sus hojas parroquiales que el español es el idioma del futuro. ¡Jodidos vais si no aprendéis el nuevo latín señores viajeros!
A lo que íbamos: el texto. ¡Da miedo enterarse! ¡Las imbecilidades que se cantan! Les muestro estas cosas de Aida: ¡Hay mi amor, ven, intoxícame, hazme feliz! Parece uno de esos orgasmos que las aburridas quinceañeras eyaculan últimamente a través de Twitter a falta de mayores conexiones cerebrales. El otro todavía es mejor. Le quedaría perfecto a un estafador del PP después de haber vuelto a meter la mano en la caja, tipo Baltar en mi tribu o el trajeado Camps en los mediterráneos; por no mentarles al aspirante a alcalde de Arzúa: ese dios del terror a la búsqueda de fama y triunfo. Vamos, lo que la derechona ofrece en las repúblicas bananeras del sur de Europa.
Pues ya ve para lo que da ir a la opera. Disfrutar de la música, leer, pensar, cultivar las neuronas, volver a pensar y repensar, revelarse contra la infamia de la mentira y la manipulación, disfrutar viendo el final apoteósico de Aida: ¡que le den por el culo a la patria, dame a mi hembra, a mi ninfa, a la niña de mis ojos!


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