sábado, 9 de julio de 2011

Mas alla del romanticismo


Esto del mar le azuza el romanticismo al pueblo en cualquier versión. Mucho pirata enamorado. Mucho bucanero borracho. Muchas tierras a conquistar. Mucha hija de a rescatar. Muchas leguas en el paraíso azul. Muchas olas de domingo. Incluso las tragedias lo reparan: ¡salvemos al mar azul!.
Si usted cuenta que tiene una cosa que flota, vera la cantidad de primos que le salen. Y primas, ninfas, amantes y demás familia. Todos disfrazados de capitán Nemo dispuestos a viajar.
Pues lamento informarles que de pirata, yo también. A veces. Otras veces, como hoy, toca de fontanero. Aquí me tiene ustedes en medio y medio del mar nuestro, reparando el wc que se ha puesto insoportable. No crea usted que es cosa fácil. Los barcos son cubiles reducidos donde cualquier movimiento descuajeringa la musculatura mejor coordinada. Miles de mangueras cruzan los espacios angostos para tener el tornillo liberador precisamente en el lado opuesto.
Me llevo horas pero acabe derrotándolo. Casi. Armado y colocado, presto montar la última goma resulta que no cabe. Cuchillo en mano me apreste a degollar al cabron del tendero por haberme vendido la talla equivocada. El hijo de puta había abandonado antes de tiempo su misero almacén de suministros. Cerrado hasta el lunes, reza el cartel.
Ahora entiendo cuando el psicoterapeuta de Assen mantenía firmamente que la única diferencia entre un psicópata y usted y yo es que nosotros somos unos cobardes. El hace lo que le pide el alma. Usted y yo lo imaginamos.
Nos llenaremos de paciencia franciscana para coronar la reparación. Tener un wc a bordo es fundamental. Si hombre, que ustedes, los manguera portante, siempre creen que con un buen cubo es suficiente. Pregúntenle a las hembras que se siente cuando no hay donde sentarse para evacuar aguas. Y como usted comprenderá, de eso se trata: acompañarse siempre de hembras navegables.

No hay comentarios: