lunes, 17 de octubre de 2011
Las nubes de Bruselas
Bruselas tiene fama de ciudad triste. Gris. Siempre nublada. Es una mentira. Es cierto. Para los que han olvidado el color de los grises. ¿Han visto ustedes una vez una fotografía en blanco y negro? Eso no existe. Es un abanico de grises de mayor o menor intensidad. Si las contempla bien vera que derrochan color. Como la vida misma.
En Bruselas, aunque sea una ciudad de apariencia plana, puede usted llegarse hasta el Gran Sablón. Y una vez allí, de frente a la iglesia que preside la plaza, métase por las hermosas calles de los anticuarios a mano derecha. Lo quiera o no llegara de una forma u otra hasta el horrible Palacio de Justicia. Ese sitio que espera años a ser tomado por el pueblo cabreado tras la demostración una vez tras otra de la inoperancia de la justicia belga. Tardará en caer. Ni caso le preste a no ser que le dé un raouto evolucionario. Contemple la capital de Europa a sus pies. Que le aproveche.
Puestos a bajar, puede esperar horas a que llegue el ascensor que lo baje a los Maroles. Le recomiendo usar las piernas y usar las hermosas rampas tras el palacio. Encontrará hermosas sorpresas. Como esta puerta. La entrada del infierno
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