domingo, 3 de junio de 2012

Los escaparates de las putas


Me preguntan por las mujeres que venden su cuerpo detrás de esos amplios ventanales en algunos tugurios de Ámsterdam. Hay que decir que no solo es en Ámsterdam. Cualquier villorrio holandés que se precie tiene una o dos calles con las mismos comercios.  La prostitución es un negocio. Que mueve mucho dinero. Pero es mucho más.
La imagen de esas mujeres exhibiéndose -¿o son exhibidas? detrás de los cristales produce excitación. A ellas y ellos. Entre el cabreo y el aplauso. A mi también me fascinan. Desde hace algún tiempo. Por otras cosas.
Cuento: Recién salido del hospital de Groninga con el título de retejador oficial del Reino Naranja, un director de manicomio desquiciado me nombro jefe del servicio de urgencias psiquiátricas en una ciudad de 250.000 almas y una prisión de mujeres. Uno era joven, ambicioso, tenía ideas y, suicida, estaba dispuesto a llevarlas a la práctica. En su totalidad. ¡Caiga quien caiga!
Los cipayos mandaban de vez en cuando a alguna detenida por consumo de drogas, destrozos corporales, y simulaciones perfectas. Hasta que de repente se nos llenó el quiosco de nigerianas. Pequeñas hembras exquisitas, completamente psicóticas, retenidas y detenidas en los prostíbulos de Rotterdam, que esperaban en la cárcel local a ser repatriadas.
Aprendimos muchas cosas. Lo que es la trata de esclavas. Que el hambre es también un problema de educación e inteligencia. Que para tener poder no solo hay que dominar la boca del fusil, sino principalmente la ignorancia de las masas. Que la religión no es el opio del pueblo: es más grave: es el cáncer metastizado que lo corroe todo.

Aquellas ninfas de ébano habían sido engañadas, traídas a Europa con promesas, mantenidas en el sistema después de hacerlas pasar por rituales de vudú en que se les cortaba el pelo del coño no solo para la satisfacción de los posibles clientes si no para atarlas corto. Ellas creían a pies juntillas que mientras que el pelo estuviera en manos de la madame no había escapatoria.
Progresistas y revolucionarios como éramos nos propusimos salvar el mundo, redimir a las hembras, ofrecerles la libertad. ¡Que palo! Hoy, el golpe, todavía me duele en el alma.
La primera fue M. Escultural. Subida a sus sandalias doradas de 14 cm empalmaba a personal e internados mientras bamboleaba las tetas al ritmo de la macamba. Nunca mejor culo se divisó por las tierras de Overijssel. Sacada por la policía de un antro de Róterdam enloqueció en la cárcel de Zwolle creyendo que sus días estaban contados. Conseguimos traerla de vuelta a nuestro mundo. Nos ayudo un Testigo de Jehová que entendía de discursos del mas allá. Le arreglamos, ilegalmente, un subsidio de desempleo. El asistente social, engañando a quien fuera, consiguió un piso de protección para ella. Las almas caritativas de Europa le ofrecían a la ninfa nigeriana lo mejor de la Europa nórdica.
Salió orgullosa por la puerta. Esta vez andando en sus divinas plataformas. Antes me había insultado. ¿Si yo me creía que ella se iba a conformar con mil euros al mes? Allá, en los prostíbulos de Róterdam, eso y muchísimo más se levantaba la ninfa por semana arrastrando su culo dorado en lentejuelas de mirra. Nunca la volvimos a ver.
Siguieron muchas más. Una detrás de otra volvían al dinero fácil. No lo entendíamos. ¿Cómo alguien vendía su cuerpo divino a aquellos mal follados de la tierra? ¿Qué sistemas hacen que sigan atadas con sus coños a la esclavitud?
Más tarde aprendimos que algunas se liberaron y siguieron por cuenta propia. Dueñas de sus euros trabajando libremente en lo que algunos consideran una profesión. Solo apto para las hembras de altura y hermosura. Las menos. ¡Menudo consuelo!
Es fácil decir como los demagogos que ellas escogieron ese camino. Igual de fácil que mantener que toda puta es una esclava. Todo un mundo complejo, mas lleno de sombras y miseria que de luces y progreso.
Sobre algo si estuvimos todos pronto de acuerdo. La única forma de redimir a aquellas hembras solo tenía dos caminos: la escuela para ellas; la represión y el escarnio para ellos.

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