Primero llegaron los búlgaros y los yugo’s. Los primeros
al asalto. Los segundos asaltados. Los polacos esta vez decidieron no pasar de
la línea Verdun. No fuera a ser que los volvieran a masacrar. Los albaneses
fueron directamente al grano. Asaltando todo lo que quedaba por tocar. Para
acabar la faena haciendo culto de su fama de perdedores los rumanos, que
llevaron los palos de todos.
Hoy se han vuelto a casa, se pudren en las cárceles, se
han asentado. Son substituidos por los que el mundo llama rusos aunque son de
muchos patrias. No, los ricos no. Esos también los hay, pero no se dejan ver
con ningún instrumento bajo los soportales. Los apoderados del rublo y sus muñecas
han desplazado a los árabes de las tiendas de lujo e intentar no dejarse ver en
publico no vaya a ser que alguna mala bala se los lleve por delante. Me refiero
al resto, Las tribus proletarias que bajan hasta la otra Europa, la del bien
estar y el capital, vendiendo lo que mejor saben: sus canticos de melancolía y
victoria triunfal de un pueblo que también fue expoliado por el capital.
Solo queda como letra revolucionaria aquello que explica
que para avanzar hay que ir a la escuela. Pero a eso, ¡ni siendo remero del
Volga se le puede poner música!
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