sábado, 1 de junio de 2013

Recomendaciones a las señoras para penetrar en mezquitas e iglesias


Si le da el ramalazo anti ya le digo que no. Que estas fotos estén tiradas en Istanbul no dice nada. Letreros e ideas simulares adornan el Vaticano, las entradas de la saqueada catedral de Compostela, la puerta de la ídem de Burgos, mas ídem de la expropiada mezquita de Cordoba, la mente del párroco de su pueblo, etc.
Para incordiar, como medida terapéutica, mental y anti demencia, permítame que le recuerde que, en términos históricos, hace nada, unos cuantos años, su madre y su abuela acudía con los mismos pañuelos -copia de lo que sea- a la misa de doce; domingo si domingo también.
Lo reaccionario no es el pañuelo. Que les confieso que me pierde. Instrumento sexual como no hay. !Imaginen! Lo reaccionario es la diferencia macho hembra. Si usted se fija en el cartel de los turcos –hay versión inglesa- vera el machismo rebosante del texto y los dibujos. Ellas de arriba abajo encapsuladas. Ellos mostrando la testosterona a través de los bíceps. Es lo que hay.



Visitando en procesión iglesia y mezquita, me he dedicado a contemplar como las féminas de distintas nacionalidades resuelven el problema de tenerse que camuflar a la puerta de cada edificio. ¡Una gozada! Hay de todo.
Las europeas en general son patosas en este oficio. Acostumbradas a la camiseta y pantalón corto que hace un sol de carallo, y lo hace, esto de tapar hombros, cabezas y piernas las marea. ¡Tres pañoletas al mismo tiempo! Algunas acuden al pantalón pitillo que fracasa ante la mirada exigente de la matrona turca que, empaquetada para el invierno, controla el rigor islamista de las perdidas extranjeras.
Las latinas están más acostumbradas a camuflarse. Se les nota. Manejan los grandes fulares que se traen de casa con precisión de bailarinas. Mantienen un punto de discreción sin convertirse en monjas. Es el aprendizaje de años soportando al macho encabritado.
Lo de las yanquis es de pena. Leyeron en la guía que había que vestir recatadamente. Lo que hacen. Modelo safari a la Coronel Tapioca. Dios les conserve el gusto.
Me quedo con las japonesas. Y esta vez no es por mi pasión minimalista ya que si las mira bien vera que exhiben una explosión de color. Pues nada, que han sacado el modelo Jipi de lujo, o el hippy chic que dice el Vogue. Ese que vale para todo en cualquier lugar. Con foulard en perfecta armonía. Las hembras, que saben del lotus y los adornos florales, se camuflan con el paisaje sin renunciar a exhibir la reivindicación eterna: respétame como mujer

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