domingo, 1 de diciembre de 2013

Comer y beber en las Hautes Fagnes, Ardenas

Puestos los pies en la turba de las Hautes Fagnes solo queda andar. Yo no se si a usted le pasa lo mismo pero a mi devorar kilómetros me da hambruna. ¡Feroz!
No debo ser el único visto la cantidad de chiringuitos, restaurantes, casas de comida, que se encuentran en la carretera. Abarrotadas de hambrientos que no tiran papeles. Pero comer, lo que se dice comer, solo es posible en un lugar. Viejo como la historia. Existe desde que hay memoria. Si duda puede recrearse contemplando las viejas fotos que decoran sus paredes. Hoy, desde fuera, es así:
 
 
No tiene perdida. La Barraca de Michel es imposible no encontrarla. Allí conducen todos los caminos. Como siempre. Cuando había una corredoira que iba a ninguna parte allí ya estaba. Hoy sigue estando.

Les recomiendo que se nutran con una trucha a la italiana. No se arrepentirá. Tampoco de pedir de entrada unos pates de las Ardenas. Todo ello regado de la excelente cerveza blanca que venden en exclusiva. Barato.

Entrando le preguntaran educadamente a que viene. ¿Beber o comer? De su respuesta dependerá si lo sientan en una u otra parte de la cabaña. En los meses de invierno, nevado, los esquiadores de fondo se deslizan por los caminos  hasta el agotamiento. Verlos desde dentro, templados por la lareira y un buen trozo de jabalí no tiene desperdicio.

De paso, si le entra el vicio y le da por ponerse andar, por unos euros le darán un mapa detallado de las sendas del parque natural. Para no perderse y volver. A papar.


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