miércoles, 30 de diciembre de 2009

Cuidad a los ferroviarios/ Viaje a la locura 15


Aquí Mariano. El celador de guardia. Mire doctor T, aquí al teléfono tengo una de las suyas que parece estar como un cabra. Con perdón de Dios. Ya ha llamado varias veces y dice que se mata. Si no le molesta se la paso y de paso le subo un cafecito. Que creo que va para largo.
-¿Oiga, es el psiquiatra? Mire, usted a mi no me conoce. Yo soy paciente del doctor R. que dicen que no está. ¿Seguro que no está? Bueno, es lo mismo. R. me ha sacado todas las pastillas para dormir. Me ha llamado drogadicta y yo que sé. Pero yo sin patillas no duermo. Hace días que no duermo. Usted tiene que recetarme otra vez las pastillas. Si no me receta ahora mismo las pastillas le juro por mi madre que me tiro al tren. Al tren. ¿Lo entiende? O pastillas, o al tren. Me dejo caer en la vía y ¡zas! Luego el que no duerme es usted. Que le remorderá la conciencia por cabron. Si me mato es su culpa. Por dejarme ir. ¡A mí! ¡Madre de cinco hijos! ¡Entérese! Su culpa...
-Buenas noches señora. Perdone que le cuelgue pero hay un maquinista de la Renfe esperándome

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