martes, 29 de diciembre de 2009

Los manjares de los monjes y otras creencias


El que esto escribe es ateo militante. El que esto escribe es católico cultural. ¡Ojo! Católico. No confundir con cristiano ni, bajo peligro de asesinato, con reformado de calcetines negros. Lo último, para los que no se codean con estas tribus- hay muchas ya que jamás están de acuerdo en la interpretación de cualquier párrafo de la biblia- es difícil de entender. Hay que vivirlo.
Si, confundido, piensa que esto es una contradicción irresoluble le sugiero que lea “Las contradicciones en el seno del pueblo” del camarada Mao en aquella edición imposible de Akal. El dictador chino lo explica a la perfección. Que sabía mucho de contradicciones este canalla. Imagine, desvirgar revolucionarias adolescente mientras les explicaba cómo ser buen comunista.
Yo se lo explico con metáfora. Si usted tiene el desliz de tirarse al vecino/ a, como católico, tiene la oportunidad del mea culpa. Enderece el rumbo, no el carallo. La vida sigue.
Si usted pertenece a los negros reformados, se ha jodido hermano/a. El infierno tenebroso le espera.
Como todos los humanos sabemos que alguna vez meamos fuera de la taza, señoritas incluidas, -¡que tire la piedra quien jamás se ha mojado los pantalones!-, las religiones eficaces dan alternativa al creyente confundido..
Más que eso. Dan de comer, ¡y cómo!, al hambriento. Nuestros monjes siempre han sido útiles. Fabrican elixires perfectos, quesos para embriagarse… Aquí les enseño mi merienda de ayer. Una Agnus de Corsendok, rubia triple para beberme con mi rubia. Un queso trapista para zamparlo con una morena, cerveza y/o hembra. La ultima delicia de los Padres de la Abadía de Vergaville “affine a l’eau de vie de Mirabelle de Lorraine a.o.c.”
Por eso. No confunda a estos obreros de sus manos y la oración, con los que se manifiesta para defenderá la familia a la que renunciaron y que jamás han tenido. Que aproveche.

No hay comentarios: