sábado, 6 de noviembre de 2010

Paris 1


Cuatro días en Paris dan para poco. Peor es nada. Paris es todo. Mi ciudad perfecta. Un mito. No se lo crea. Puede ser horrible. Sobre todo si se empeña en visitar los tópicos destinos. Tendrá que tirarse horas para subir a la torre. Ver que allí no hay nada. ¡El paisaje! ¡La vista! ¿Ves algo? Sentir como se mueve. Su estomago. La diarrea del pánico. Apriete los esfínteres y baje rápido. ¡Ya lo vi!.
Le puede pasar lo mismo si va al Pompidou. Hay que ir. Lleno de masa hambrienta de no sé qué. Mire a las niñas en flor si no le dejan ver los cuadros colgados de los muros. Aquí también son arte.
Kilómetros del Louvre para hacer deporte. Ídem subiendo y bajando cuestas en Montmartre..etc.
Les confieso que ya no voy a esos sitios normalmente. Lo que me apasiona de Paris es la vida de las calles. Quedarte mirando los escaparates de tiendas llenas de vida. Los bares rebosantes de un pueblo vital donde se discute de todo. Los cientos de librerías que no solo venden porquería. Arte en galerías y en las esquinas. Restaurantes exquisitos a precio de taberna. Gente amable a pesar de la fama. Las hembras mejor colocadas del mundo. Centro de escapados de sus miserias locales. Turistas cultivados. Croissants. Judíos pecadores. Mercados de manjares suculentos. Mendigos educados…
El sol me acompañó. Me he pasado la mayor parte del tiempo aposentado en las terrazas contemplando un universo vital
Paris, ¿en cuatro días?, no da para nada

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