miércoles, 18 de enero de 2012

Caballos de mar





Los hipocampos eran los amos de las grandes praderas submarinas. Aquellas joyas inmensas que nos perdimos mientras oteábamos las películas del Búffalo Bill de turno, mata indios mata bisontes mata todo. Hoy ya no hay caballitos de mar, ni búfalos, ni praderas. Indios si, alcoholizados todos. Deberíamos darnos a lo mismo pero eso es nihilismo. Nos quedan los acuarios para contemplar lo que dejamos morir.
Tienen desgracia doble. La leyenda urbana los convirtió en hermafroditas. Tienen un nadar de mujeres en celo. No se niega. Pero es mentira. Los hay machos y hembras. Monógamos y folladores. Ponen huevos o lean a Wikipedia si les dejan. Allí se lo cuentan. Los hay calientes y fríos. De aguas. Es una delicia contemplarlos. Como se cuelgan de las algas, se mueven, se deslizan. Son clases perfectas de educación sexual. Allí. Bajo las praderas del océano. Aunque sean de acuario artificial. Este, este enero. En las frías aguas de Nausicaa. Fallándose a su alga. Sin pausas y sin prisas. Como debe ser.

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