Esta es la pista para bicicletas que recorre el dique que protege
Brouwershaven y todo el pólder de
Zierikzee, del mar de Grevelingen. Hoy un mar domado por un dique que regula la entrada del Mar del Norte. En otras épocas un lugar complicado al que solo se podía arribar cruzando la esclusa en marea llena.
Es un camino fácil de pedalear si el viento te acompaña, lo que jamás ocurre. Contemple las nubes del chaparrón que se anuncia y no llego. Son los cielos holandeses que pintaron a la perfección los pintores flamencos. Calidad fotográfica ya en aquellos tiempos. Esos cielos caligrafiados que no se adivinan en otras costas europeas.
Las dos fotos, sacadas desde el mismo lugar cabalgando sobre un bicicleta Brompton, describen dos estados de ánimo. Unos se inclinan por el preciosismo del color. Otros aman, dicen, el dramatismo del blanco y negro. Ahí jodimos la discusión. A mí el color me parece dramático. Asesino. Mientras que el blanco y negro y sus grises me parece una versión descafeinada de la realidad.
Opine, si puede.
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