Es uno de los espectáculos europeos que alguna vez en la
vida hay que ver. Vamos, como ir a San Andrés de Teixido. Aunque a usted allí no
se le haya perdido nada. En la Buchmesse ni tan siquiera se pueden comprar libros.
Excepto hoy, el último día en la que las editoriales se desprenden del papel.
Que los costes de llevarlos de vuelta a casa se han puesto por las nubes...
¿Que hay por allí? Antes se podía ver y tocar los libros
editados en medio mundo. Empiezan a escasear. Últimamente muchos se exhiben en soporte digital. Incluso los que
jamás se han editado en ese medio. Entre carrear quilos de papel y hacer un
montaje audiovisual, empieza a primar lo segundo. Con el desapruebo del
publico. Que quiere tocar, oler, hojear.
Claro que los editores ni se inmutan. Ellos van a su
negocio. Comprar y vender los derechos de los escribas. Hacerse con el
betseller soñado que te haga rico. Aunque con los libros, la mayoría poco gana. Encorbatados los alemanes, impecables
los italianos, prácticos los yanquis, de cuadros los ingleses…allí están a lo
suyo. Sin inmutarse.
No intente ir allí para enterarse ni de lo que se lleva
ni lo que se llevara. Solo vera papel. Miles de papel impreso, mayormente del
mundo anglosajón. Para enterarse, eso si, que algunos países se lee y en otros. En el sur, poco
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