martes, 16 de octubre de 2012

Los viajeros y la política

 
Sigo sin entender esos relatos de los viajantes que coleccionan destinos, fotos de monumentos y parajes mas o menos turísticos, exclamaciones de hermoso, maravilloso, guay, listados de horarios de aeropuertos, etc
Les agradezco algo a los que me cuentan sus exploraciones vinícolas y gastronómicas, aunque la experiencia demuestra que el cultivo del paladar es trabajo lento y como la revolución estalinista  interrumpido y por etapas.
Aplaudo a los que me dicen a donde no llegar ya que es decorado de plástico, evítese el viaje ya que la foto la hicieron el único día del año en que no hay niebla, no venga que el viento lo llevo.
Lo que en realidad me apasiona son los pocos que nos cuentan a donde van. Que ven. Como lo interpretan. Como se lo cuentan. Vamos, a los viajeros políticos.
Eso no. Me importa tres puñetas si usted es de derechas o de enfrente. Al menos es usted algo. Que no hay tipos más peligrosos que los indefinidos. Esos mentirosos que dicen no saber nada para ocultar siempre que son unos profundamente reaccionarios mayormente descerebrados.
A mi lo que me va es la gente gris. Como el color de la vida. Frente a la ilusión policrómica la realidad de la existencia humana es como la fotografía en blanco/ negro. Una tonalidad de grisees que se transforman en una imagen multicolor.
Eso, la teorización de la realidad, se manifiesta en este pasquín encontrado de refilón en la puerta de una tienda parisina. Por si aprendió idiomas en la escuela del frijolito y le faltan tablas: el gris le va bien a la gente que tiene la cabeza llena de colores.
 

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