domingo, 27 de enero de 2013

La inteligencia de los arquitectos medievales: Berna como ejemplo

 

Ciudades que conserven en su centro antiguo el diseño medieval ya casi no quedan. Fueron destruidas por el mentecato de turno, con el aplauso del populacho, en nombre del progreso. ¡No píen! En cualquier parte, en cualquier mundo. Quedan algunas repartidas por ahí. La mayoría de ellas resistieron por dejadez o imposibilidad más que por querencia.

La Compostela mía. Ciudad medieval de trazado perfecto. Aquella que sigue conservando las rúas en las que pasearse sin que el orvallo granítico te destroce el cerebro. Idea genial y sencilla de sus diseñadores. Los que en su tiempo montaban los tenderetes de intercambio comunal como, los que somos viejos, contemplamos en los tiempos que el mercado de ganado era los jueves, como los callos del Xustinho, en la carballeira de Santa Susana.

Frente a los idiotas que se arriman a la epopeya del atraso les citare otra, cuna del progreso: Berna la rica y millonaria. Aquel burgo medieval que cuando se quemó por desidia lo levantaron en arenilla construyendo en todas sus calles soportales en los que montar el negocio, como en todas partes.

Por si le falla la cabeza, le contare una verdad de Perogrullo: los países pobres, arruinados, son los que se caracterizan por el uso masivo del arte de la mangancia. Los países ricos, pudientes, de oro y doblones, son los que se entretienen en el arte del cambio y trueque. A ustedes la elección

Volviendo a los soportales, hoy en Berna, como en Compostela, el pueblo pasea bajo los soportales protegidos de la lluvia, el viento, la nieve. Luego vendrán los del progreso a contarnos no sé qué historia del hormigón armado. El que enferma.

Eso, el progreso, aunque a muchos les joda, señoras y señoras, está en el cultivo de lo viejo. Eso mismo, como los buenos vinos, ¿entiende?
 

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