lunes, 1 de junio de 2015

El faro de Neist Point




Como experto visitante de faros en los culos del mundo puedo afirmar que el faro de Neist Point es uno de los mas hermosos de Europa. Cuando digo faro digo el todo: el cabo donde se asienta, el contenido de un paisaje hermoso por su arquitectura perfecta: un mundo que todavía conserva la armonía preciosista de la naturaleza salvaje.

Para llegar deberá dar vueltas y mas vueltas por una pista asfaltada. Si viaja pronto no encontrara trafico. Lo que se agradece en esas pistas escocesas donde el cruce de dos vehículos se convierte en un ejercicio de perfección milimétrica,

Llegando, arriba usted al aparcamiento. Eso es la mitad, fácil, del trabajo. Minúsculo lugar donde hay 6 plazas contadas para dejar el vehículo. Allí comienza la pista que lo lleva al faro. Puede extasiarse con el paisaje.

Le recomiendo que tras los ritos y exclamaciones de rigor observe el camino que va a recorrer. No es moco de pavo. Esa camino que ahora es para abajo, será luego para arriba. Ese camino, lo notara durante los primeros metros, tiene un grado de inclinación imposible durante la mitad del recorrido. Cuando sus pies protesten y sus pinreles pregunten quien es el imbécil del dueño que se somete a semejantes suplicios ya es tarde. Hay que bajar, el paraíso se anuncia con eficacia podemista.

Abajo, como en la vida real, no hay nada. Prado verde donde como siempre pastan las ovejas ajenas a su presencia. El faro queda mas lejos. Todavía mas lejos. Como el paraíso revolucionario de los españolistas. Déjelo de momento donde esta. Cuando llegue cerca del mar, donde esta la vieja telesilla para trasladar la manutención del faro - hoy empleada para la manutención de las ovejas- gire a su derecha. Por los carreiros que hacen las cabras podrá acercarse a la colonia de araos, cormoranes, alcatraces, etc, que anidan en las rocas protegidas del viento. Al comienzo de la primavera todo un espectáculo. Le aconsejo que no se acerque demasiado. Mientras los araos son huidizos, las gaviotas presentes no tendrán ningún reparo en atacarle en picado la calva. Los prismáticos son imprescindibles.

El faro de Neist, construido en 1909, debió de tener en su tiempo tripulación abundante. Hoy su uso se controla a distancia. La inmensa casona de los fareros esta abandonada, conservando con precisión anglosajona los rótulos de las viejas estancias. Recién pintada de un blanco inmaculado combina perfectamente con los óxidos de los hierros abandonados. La vieja bocina, de hierro perfecto, seria el megáfono de un manifiesto político de esos que hoy deberían de lanzarse al mundo contra la imbecilidad podemista: prometer la conquista del paraíso sin explicar como, es como salir a navegar en días de galerna.

De vuelta, subiendo, maltratándose, descanse cada pocos metros. Mire a su derecha. En los acantilados descubrirá usted unas cascadas que al menos en el mes de mayo presentaban un inmenso caudal. Un espectáculo hermoso si la frecuente niebla escocesa se ausenta. Eso que aunque usted crea que es un imposible ocurre en los culos del mundo con frecuencia.

Hubo alguna vez un farero escoces que se dedicaba a coleccionar nieblas en frascos cerrados que mantenía en las estancias de su faro. Cuando algún ilustrado de Glasgow se presento en el faro a contemplar la que suponía soberbia colección, se encontró con dos frascos en apariencia vacíos. Reclamada explicación al farero este contesto con argumento irrebatible: Sir, en los cabos donde siempre hay viento nunca hay niebla. Esa se estanca siempre antes o después. Irrelevante pues para mi colección.




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