sábado, 30 de enero de 2016

Esto también es Amsterdam



  
Llueva a mares. Sigue la borrasca de invierno, ininterrumpida y por etapas como bien predijo el camarada Stalin. Entrando para joder. El pueblo se queda en casa atado a la cerveza y la hamburguesa. La pizza ya la comieron ayer. Cocido en el norte no hay.

Entre diluvio y diluvio hay quien se arriesga entra la niebla. Que en los canales deja hacer hermosas fotos de melancolía acorde con el invierno. Pero el mundo aquí no se para.

Los turistas que van a Ámsterdam se deslizan en procesión calle va y calle viene. Jamás salen del centro turístico. Extraño ya que Ámsterdam crece y nacen zonas nuevas para vivir que se nutren del entusiasmo nórdico a gran velocidad. El norte de Europa no descansa.

Para muestra un botón. Alli donde ayer fue puerto de cabotaje de Ámsterdam los edificios crecen, los barcos siguen, las jóvenes familias buscan piso para llenar de diseño Ikea. Pero hay mas. El ayuntamiento realiza edificios con talleres a precios módicos para jóvenes creadores. Que funcionan.

Algunos incluso lo aproximan a la perfección. Entre taller y taller una sala de conciertos donde los músicos cobran pudiéndola usar para gravar sus obras. En tarde de sábado, por la voluntad y el precio de un buen vino con salami judío de tapa. Estaba a rebosar.

De fuera parece la vacía asepsia nórdica. Que también lo es. Pero en eso consiste también el arte de viajar. Ver mas allá de las simples paredes.



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