Me llaman para preguntarme que hay que ver
en un viaje rápido en Islandia. Lo que hay que ver ya se lo escribí en estas
paginas. En viajes rápidos se mira poco y se ve nada. Las prisas son el veneno
del viajero. (Añada el suicidio del navegante) Una especie de pócima que te
tomas hasta que lastrado del veneno pierdes la nación de ver y te conviertes en
un imbécil coleccionista de objetivos, targets que dicen los modernos.
Solo tiene que leer los blogs de ellos y
sus amigos que cada día nos cuentan con gran heroicidad que hoy han puesto una
nueva marca en la culata. Han llegado 5 metros mas lejos que ayer aunque el
paisaje siga siendo exactamente el mismo.
Comprendo que en la sociedad moderna no
tenemos todo el tiempo del mundo. Ya no estamos para movernos en caravanas. Los
dias tienen 24 horas y el segundo vale oro. Pero entre la quietud plena y andar
todo el tiempo corriendo hay un mundo.
Pateando Islandia, sigamos en aquellas
tierras frías, deberás de cuidarte de no ser arrastrado – literalmente- por la
jauría de turistas asiáticos. Han gastado un dineral para llegar a Europa. Es
licito que le saquen jugo. Lo hacen con disciplina de masas. Corren literalmente
entre foto y foto. Detrás llegan las masas indias en indonesias, el nuevo
turismo, y vemos lo mismo. Los yanquis coleccionan targets. Los europeos
postales. Se repiten hasta la extenuación.
Por eso reivindico como el nuevo arte de viajar
aquel que usted realiza en su vehículo –propio o alquilado-. Después de haberlo
planificado en su dacha en las noches de invierno. Y mientras que va y viene, modifica
el rumbo lo necesario; ya que nada hay mas irregular que el curso de las horas.
No se me pierda que no es literatura. Es el arte de viajar: Hoxe eiqui, mañan
acola. Vaya a cualquier lado. Siempre hay algo y mas que ver. En la ruta del
norte. En la ruta del sur.
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