A papar. También puede ir a contemplar como las políticas
del ladrillo destrozaron un hermoso pueblo de pescadores. Pero para eso no hace
falta ir tan lejos. A un paso le queda el cabo. No contemple el plástico del capital noruego que fabrica rodaballos de plástico. Una de las múltiples desgracias ppeperas. Siga la pista al faro. Si le da miedo rece. No sirve para nada pero se entretendrá mientras llega a la puerta del faro. Allí conviértase en cabra y trepe por el granito rosa. (¡Alcalde! ¡Inútil! A que esperas a vender el concepto de la Costa de Granito Rosa, que no gris. De nada, preas). Desde donde pueda fíjese en Vilan de fora. La mierda de piedra que complica el paso del cabo alargándolo hasta lo insoportable. Lugar horrible en los temporales de invierno. Cuando la piedra a pesar de su altura ni se ve cubierta por las olas del Océano encabronado. La apoteosis poder verlo. Por cierto, atarse al terreno si hay viento y no quiere volar.
domingo, 26 de agosto de 2012
Luz en la muerte: Cabo Vilan
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