Hace tiempo, mucho tiempo, soportábamos una noche si y otra también al Sr. Beiras Torrado. Se dejaba caer en la mesa del Derby donde mientras pontificábamos sobre la revolución pendiente y las piernas insuperables de Cristina, bebíamos los cafés que nos servía Arsenio, camarero de casta. Lo trajo Luis Mariño. Amigo penitente que consumía sus excelentes neuronas bebiendo litros de cualquier alcohol embotellado. Hacían la perfecta pareja. La armónica presencia de dos fracasados. El uno alcoholizado para seguir sufriendo por el abandono de su ninfa. (Mujer inteligente que harta de sus golpes y deslealtades se fue a vivir la vida con el arquitecto de su futuro.) El otro, abandonado por el pueblo que no se entero que era el redentor a votar, consumido por el Anafranil que le recetaba el psiquiatra de la Rosaleda.
Una noche si y otra también, el señorito Beiras en su monologo narcisista pontificaba lecciones de estrategia imposible. Mariño, leal y servidor amigo, tanto le ayudaba a bajar por la cañería del desagüe antes de que lo pescara el poeta transigiendo la moral, que le decía en la cara que era un puto plagista de los intelectuales franceses a los que escucho cuando fue a dar una vuelta por la filmoteca de Paris. Lo ultimo dicho con envidia.
El señorito Beiras fumaba sus Winston de contrabando, uno detrás de otro, mientras se mordía las uñas con pasión compulsiva. Dejamos de aguantarlo cuando se nos hizo insoportable escuchar el discurso narcisista del cisne herido. Aquel tipo solo quería un público pasivo que aplaudiera su discurso de citas y frases deslavazadas.
Yo abandone la infancia y el siguió su camino de héroe.
Veintitantos años después vuelvo, de visita en Compostela, a ver y leer sus hazañas. Senectud aparte, nada ha cambiado. Sigue siendo el mismo tipo egocéntrico de siempre, pontificando con la misma lírica trasnochada que como decía un oyente a mi lado “eu non entendo nada do que din pero que ben fala carallo!”. Hará cualquier cosa por seguir en el papel de héroe. Aquel rol que, repetia suegro y apaludidores, era suyo. El actor principal al que le robaron el plano los joputas andaluces apoyados en los marcos del capullo de Willy Brant. Aquellos españolistas feroces que atacaban la patria. Hoy, ¿qué importa?, se firma lo que sea que la patria esta en peligro y yo voy a liberarla.
¿Lo que más nos duele? Que el de Serantes tenga razón. ¡Señorito Beiras, por no derrotar a tu ego has traicionado a la infancia! Lo mas grave es que los que te adoran como becerro de palleiro, que no leen a los clásicos, no se han enterado que tus conductas destructivas figuran en todos los libros de psicopatologia. Es el comportamiento clásico del narcisista patologico que arremete con venganza sanguinaria contra todo aquel que en su opinión no ha aplaudido demasiado.
Sigue con tuintento de demostrar al pueblo lo que vale un peine. El diagnostico, para tu desgracia, es el mismo que Nogueira te dio hace mucho, mucho tiempo.
Sigue con tu
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