viernes, 19 de octubre de 2012

Los candados del amor

 
Se han convertido en la plaga de los puentes turísticos. Para desesperación de alcaldes. En Florencia hasta te amenazan con llevarte a dormir al cagarron municipal si te pescan atándote al candado.

Es la nueva religión. Atar el candado al hierro y mientras le tocas a la pareja lo que puedas y te deje, tirar las llaves al rio. A las ninfas les priva. Es la ceremonia pública de matrimonio moderno. Prometer amor eterno hasta la vuelta de la esquina. La ilusión de la seguridad en un mundo cada vez más inseguro.

Definía Sthendal el enamoramiento como un estado de imbecilidad transitorio, en algunos, los sibaritas artistas de cultivarlo, pocos, muy pocos, de curso crónico. Sin cura posible hasta que el tiempo o la muerte lo diluya.

Pues ya sabe, y sin animo de homilía, si quiere cultivar el amor a su consorte, sobre todo no se ate, Cultívelo, el seguir juntos, crecer juntos, nutrirse juntos, abonarse recíprocamente, en libertad. Sin candados que matan y atan las manos. ¿Con que si no le va a tocar el culo?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

De verdad,cuanto daño ha hecho Federico Moccia!

MarOceano dijo...

Hai xente que lee esa historias mermelada?

Anónimo dijo...

Xa ves! Dalgún sitio tiveron que sacar a idea...