No se engañe. Bajado del ferry circulara usted por una autovía de firme regular. Encontrara usted incluso tres carriles de vez en cuando. En Inglaterra. Pasada la frontera escocesa, exceptuando el camino de Glasgow a la capital imperial, el resto es pobreza estructural.
En la Escocia de
todos los días, no le estoy hablando de culos del mundo, hay cientos kilómetros
de carreteras donde solo cabe un coche. Cuando dos se encuentran en el camino,
no hay otra opción que recurrir a los
espacios adaptados para el paso. Vea la segunda foto.
Kilometro tras
kilometro, acechando al que pueda venir de frente, entre curva y curva, niebla y
orvallo. Quedas agotado.
Si usted no usa
el cerebro dirá tonterías de tipo hispano imperial: complicada orografía. Eso,
oiga, en el siglo XXI no cuela. Cuela menos cuando en la misma orografía, kilómetros
mas abajo, en la Inglaterra imperial, les han montado unas autopistas de
bandera.
La causa se llama
la señora Thatcher. Aquella fascista disfrazada de ultra liberal que dinamito
los países de la Gran Bretaña durante unas cuantas generaciones. Todavía lo están
sufriendo. ¿Le suena?
Yo también votaría por la independencia.
Cuando te juegas la vida todos los días por esas corredoiras de la patria y ves
que el mundo se moderniza, solo queda preguntarse qué hacen los mangantes con
el petróleo que fluye en el Mar del Norte, etc.
Parece que los
escoceses lo van entendiendo. De momento, entre curva y curva, han dejado de
creer en que son pobres y que deben estar agradecidos a la caridad del imperio.
Queda la esperanza de que algún día los votadores de mi tribu galaica llegue a
la misma conclusión. Es de libro: en cada curva del camino hay un bandolero
mangante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario