La mayoría esta
cabreados. Mucho. Tanto, que la mayoría de ellos, los inmensamente
cabreados, ya han decidido no ir a votar. ¡Todos son iguales!, braman. Es falso
pero no se lo discutiré. En cualquier caso unos son más iguales que otros,
alguno solo se parecen, y si mira bien los hay distintos. Lo realmente esencial es que las consecuencias de ese cabreo
inmenso que usted tiene es que mañana seguirán gobernando esos mismos, los
mangantes esos, los que le dan hipertensión, ulcera y hambre. ¡Bon proveito!
dicen en mi tribu.
Algunos. Críticos.
Educados en la protestan, han decidido votar, igualmente de cabreados, a unos señores
y señoras que anuncian ya la gran derrota de la troika, el triunfo de la
ruptura democrática –¿sabe usted que es eso?-, el fin de las penalidades. Estos
colectivos presentan una cohesión granítica en su comportamiento: gritan por la
unidad y se reproducen como hongos ya que no se soportan ni revueltos.
Usted sabrá lo
que hace con su voto. Que es suyo. Pero como ya les he contado una vez lo que
yo aprendí en la Europa esta donde desde hace años me dan cobijo, les
recuerdo lo que por estos lares acostumbramos:
Igual que cada
día de año nuevo prometo adelgazar y jamás lo cumplo, sé que los partidos
prometen oro y algunos dan patatas. Para no darnos de bruces con los que te las
roban, más que programas miramos quienes son ellos. A quien votamos.
Les cuento: A
ella, a la que pasean por mi tribu de mitin en mitin, la conocemos por los
siguientes méritos: El amor apasionado al líder que la ha nombrado, la expulsión
antidemocrática de su banda de los oponentes, algún conocimiento no muy exitoso
en el cultivo de hortalizas, etc. Más no hay. Del líder ya no lo hablo. La
secundante del líder la conocemos por darle un pastón a la iglesia para
organizar procesiones – ¡son de izquierdas!-, quedarse con los vinos caros que
le regalan los conseguidores, traicionar una y otra vez a los soldadores en
paro de la ria, y más que de momento no les cuento.
He seguido
mirando a quien presentaban en otras tierras de Hispania. Me he encontrado unos cuantos conocidos. De uno sabemos que va de guapo y llego a la televisión por ser hijo de. También que se dedica a la política a costa del contribuyente que financia su sueldo de profesor, oficio que desatiende. El más popular de ellos en la capital del imperio presenta como
merito el ser hermano de un asesinado. De sus méritos propios, de lo que sabe
para resolver mis, nuestros problemas, nada. No hay nada. No sabe nada. Su curriculum vitae se reduce a ser ex-ocupa.
Con esto llegamos al cogollo de la lechuga.
Usted vota a unos lechuguinos que son incapaces de explicar cómo nos van a dar
una cosecha extra de patatas, la redención de la tierra, el salario mínimo, la
carretera sin baches, el tren en la estación a la hora en punto.
Como los milagros
solo ocurren en la tele basura, busco a
los que me dan respuestas concretas a problemas concretos. ¿Quién tiene
la capacidad intelectual y un plan concreto para resolver mis problemas? ¿Quién
puede hacer realidad mis sueños, mis aspiraciones? Mi voto profundamente racional e inteligente sera para Suso, Camilo, Anna... esforzados de la patria robada.
No lo olvide: No votar, quedarse en casa, tirar el voto,
es de cobardes
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