martes, 26 de enero de 2016

¿Hotel o camping?



Parece una gran discusión tipo existe dios. Uno pensaba que era neurótica privada, aliñada con cierta querencia a evitar despilfarros innecesarios. Lea casi todos. Pues no. La practica medio pueblo. Cuando se programa las vacaciones, durante, y después. Me han contado que hasta hay quien jura que el año que viene no va a suceder…


Sigue y seguirá sucediendo ya que las opciones son falsas. Al mundo le busca dormir en almohadones, caliente, con todos los lujos al lado. Nos hemos acostumbrado a que el agua salga del grifo, mear en la taza, ducharnos cuando nos plazca…Todos buscan el Hotel. Al que se odia ya que esta lleno de ruidos. Funciona a medias. Queda a desmano. Tiene o no tiene aire acondicionado. La habitación no se parece en nada a la del anuncio. ¿Dónde aparca el coche? ¡Que precios!

Claro que lo del camping no es para menos. El griterío, la masa, la suciedad, el espacio, las intimidades de todos… el sol, el quedarse a deshoras, el no preocuparse de nada, el calor del no calor, hasta el gusto de no ducharse.

Todo al ritmo del sol que nos calienta. La cosa se le complica cuando como yo se le ocurre ir a sitios donde el viento lo congela todo, la lluvia martillea, el frio lo mata. ¿Hotel Ya? Tampoco. Hay otras opciones. Montarse en la furgoneta, con wáter, calefacción y frigo para las latas. Llegas a cualquier rincón del mundo y duermes donde te place. En la calle, dentro o fuera del camping, en la vuelta de la esquina, entre los camiones, la cala virgen, el parking del supermercado, o alli donde le entraron las ganas.




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