sábado, 9 de abril de 2016

Entre toros y conejos: La Camargue en estado puro



Alguna vez le entrara el hambre. Entre tanta vuelta y emociones no hay mas alternativa que ponerse a comer. Lo que da problema. Hay que elegir. Pateando la Camargue no hay mucho donde elegir. Lo que no quiere decir que no se encontrara por esas pistas lugares donde le darán de comer. En Francia siempre se come.

Todos querrán darle de comer carne de toro. Es la consigna universal. Les confieso que yo no se a lo que sabe. Uno, bárbaro culinario, no se alimenta de carnes rojas desde años. Tampoco me inspira lo que veo en las fuentes. Esa carne sanguinolenta que no me parece mejor que un buen bistec de ternera de los que ponía mi madre o mi abuela en los tiempos de en Galiza xantamos ben.

Le queda el pescado como alternativa, pensara. Yo también. Hasta que descubrimos el conejo. La Camargue, además de toro es el paraíso del conejo. Alli he comido los conejos mejor condimentados que alguna vez he probado. Desde la versión proletaria en el medio del camino, iglesia con lareira y obreros en pie, hasta el lujo comedido del Hotel Les Remparts en Aigües Mortes; a donde debería ir usted un día a cenar, conejo.

En la Camargue hay que probar el excelente vino rosado donde se saborea la sal del Mediterráneo en la uva. El vino de la cooperativa es soberbio. Lo encontrara en todos los restaurantes, tiendas y supermercados. Aunque la fama, tampoco desmerecida, se la lleven los vinos de Listel.

Le venderán un frasco de sal de mar a precio de oro. No se engañe. Es la misma que la que venden a precio módico en el supermercado de la esquina.

Le venderán el mar y sus frutos en los puertos. Fíjese antes en los precios. Aquellos territorios estan llenos de fenicios.

Le venderán miel de alli y de China. Aceitunas de bandera y malsania griega o tunecina.

Ojo a los quesos de cabra en aceite. Son irresistibles bombas calóricas que debe probar. No se deje llevar por las costumbres. Si pide pan le darán pan. El queso en el mundo se come con pan.

En fin, que si va por alli salude siempre al patrón. Y ya sabe, los franceses siempre comen el menú del día. Barato, abundante, bien compuesto y suficiente para no engordar. Si ellos lo hacen, ¿por que usted va de elegante? Si se trata de comer. De obispo



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