jueves, 2 de febrero de 2017

No se fie de los musicos. El ejemplo de Barcelona


La mayoría son ellos. Un misterio ¡oiga! Ya que ellas son legión. No solo eso. Es lo que debe usted cultivar como rosas en flor. Sin una ninfa que no le toque un instrumento no hay vida. Es lo que hay.


Por las calles de Barcelona solo encontré una que con una buena voz se enviciaba con la opera. Lo del vicio es una forma fina de definir el ardor que ponía. Todo pasión. Todo orgasmo. Como siempre, ellas.

El resto era miseria. Bandas de tipos, solitarios perdidos, incluso algún caradura que recantaba cd’s de Placido Domingo sin que le saliese el color. Una forma moderna del deme algo.

Nada les he dado. Los hambrientos que piden estos dias por Barcelona se han copiado el texto y las faltas anunciando todos tener ‘insulina’. Es un mentira más falsa que creerse músico porque posees un instrumento. Merece premio. La música, va de otra cosa: la pasión de tocar



sábado, 14 de enero de 2017

De vuelta a Barcelona




De vez en cuando hay que volver a los lugares amables. Barcelona es un lugar amable. Donde uno puede pasar media existencia sin aburrirse. Una gran ciudad de dimensiones pueblerinas. Donde la burguesía marca el ritmo sin aspavientos y el pueblo patea la calle sin tomarla.


El peligro, dicen, se han vuelto los turistas. Convertidos en jauría que todo devoran. No sé qué decirles. Este fin de año, cuando anduve por alli, los guiris eran legión. De todo lugar, de toda condición. No siempre agradables. Hay pueblos que no saben beber.

Sin generalizar. Es una constatación evidente. Cuando nunca has visto una vaca no sabes de donde viene la leche. Claro que la pregunta del millón es otra. ¿Si Barcelona es una ciudad cara como se las arregla el pueblo para viajar? La respuesta se llama pensiones ilegales, alquileres no declarados, etc. Entonces recuerdas: ¿Barcelona? ¿Pero eso no empezó como un puerto fenicio?




domingo, 8 de enero de 2017

El Dublin marinero


Siguiendo la moda europea de invertir el dinero de los impuestos de todos en dudosas instalaciones, los dublineses también tienen un nuevo puerto.  En los dias soleados el público lo recorre como la calle real de mi pueblo. De arriba abajo. Dejándose ver; intentando que lo miren. Hay quien hasta la muerte sigue en la adolescencia.

Hay otros destinos más brillantes y menos conocidos en la periferia de Dublín. Si usted se sube al tren de cercanías que recorre la costa llegara a los viejos muelles hoy convertidos en marinas para pobres. Alli hay mucho que ver. Más, que oír. Encontrará la mejor música en directo en los pubs de los muelles. A partir de las 6 de la tarde comienza el día.