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domingo, 1 de diciembre de 2013

Comer y beber en las Hautes Fagnes, Ardenas

Puestos los pies en la turba de las Hautes Fagnes solo queda andar. Yo no se si a usted le pasa lo mismo pero a mi devorar kilómetros me da hambruna. ¡Feroz!
No debo ser el único visto la cantidad de chiringuitos, restaurantes, casas de comida, que se encuentran en la carretera. Abarrotadas de hambrientos que no tiran papeles. Pero comer, lo que se dice comer, solo es posible en un lugar. Viejo como la historia. Existe desde que hay memoria. Si duda puede recrearse contemplando las viejas fotos que decoran sus paredes. Hoy, desde fuera, es así:
 
 
No tiene perdida. La Barraca de Michel es imposible no encontrarla. Allí conducen todos los caminos. Como siempre. Cuando había una corredoira que iba a ninguna parte allí ya estaba. Hoy sigue estando.

Les recomiendo que se nutran con una trucha a la italiana. No se arrepentirá. Tampoco de pedir de entrada unos pates de las Ardenas. Todo ello regado de la excelente cerveza blanca que venden en exclusiva. Barato.

Entrando le preguntaran educadamente a que viene. ¿Beber o comer? De su respuesta dependerá si lo sientan en una u otra parte de la cabaña. En los meses de invierno, nevado, los esquiadores de fondo se deslizan por los caminos  hasta el agotamiento. Verlos desde dentro, templados por la lareira y un buen trozo de jabalí no tiene desperdicio.

De paso, si le entra el vicio y le da por ponerse andar, por unos euros le darán un mapa detallado de las sendas del parque natural. Para no perderse y volver. A papar.


domingo, 23 de diciembre de 2012

Europa: señas de identidad

 

Ya tenemos a las elites patrias jodiendo otra vez con la vena cristiana. Cuando ya ni los puros se prestan a perder el tiempo en lucir los abrigos de pieles a la salida de los bacanales opusdeianos, aprovechan cualquier disculpa navideña para contarnos que somos así por no creer en lo que no creemos: aceptar las hostias del poderoso nos llevara al paraíso.

Pues mire usted, después de patear Europa por todas las esquinas desde años, la única seña de identidad consistente y consecuente que me he encontrado vaya a donde vaya son los cafés. Si, esos cafés por los que perdemos el culo y la vida. El Gran Café; invento de los europeos germánicos que lo extendieron por todo el continente mientras discutían como tomar el palacio de invierno y/o enamorar al/ la deseada. El motor de la vida.

No piense usted que hay cafés en otras parroquias. Los exportamos al otro lado del charco. De la Argentina a Chicago. Europeos. Cafés europeos, según las normas europeas. Transportados por los emigrantes para matar la morriña y el asco. Que emigrar es muy duro.

Hay quien lo confunde con el bar hispano, la tasca de Ernestina, el bar del pueblo. No hermanos, eso son otros lugares. El café europeo es ese sitio donde usted acouga el estrés de la vida, se entera de las mentiras que quiere venderle la voz del amo, el divorcio de Panchiña, el suicidio de el del quinto, los cuernos de la peluquera, los despilfarros del alcalde, las mangancias de la prima de la concejal de abastos que la prima, la hora de comienzo de la revolución pendiente, donde hacerse de barato con entradas para la ópera, cuando expone el borracho de Manoliño el pintor…

Es el único sitio donde se puede estar solo sin soledad. Donde te hablan si quieres. Te ignora si lo pides. Es la universidad más barata del universo. Por el precio de un café achicoriado puedes asistir gratis a las cátedras de la vida. Por dos te dan el doctorado. Cada día cambia el alumnado y el profesorado. De suerte, por allí anda el amor de su vida.

Lo grita el anarquista de domingo extasiado ante la pista de exhibicionismo del gran café De Winkel van Sinkel en  Utrecht que en su tiempo albergo a un banco hoy expropiado. O el Gran Café Meesters de Tilburg: Es que las iglesias ya no iluminan desde que no arden
 

domingo, 30 de septiembre de 2012

Paris: De Flore a Le Deux Magots



Fueron lugares míticos después de haber sido usados a conciencia por los actores del 68. Cada uno tenia sus partidarios. Algunos, los navegantes entre dos aguas, practicaban el culto a los dos. Yo que quedo con LeDeux Magots. Absolutamente indefendible, conste. Poco se distingue del Flore. Pero los gustos son así.
No piense usted que porque ya no va ni el anima de Sartre y su haren, allí solo hay turistas. Turistas haberlos los hay. En cualquier formato que a usted se le antoje. Pero siguen yendo, en peregrinación, pensantes de ambos sexos.
Los preciosos son de atraco. No proteste que siempre será menor que lo que el gobierno al que usted, en un estado de ofuscación, ya, ha votado, cada día le roba. Los camareros mal educados y mal avenidos. Pero el espectáculo, por el precio de un café imbebible, no tiene precio.
Si tiene suerte y le acompaña el tiempo, apalánquese en la terraza y disfrute del paseo de las princesas, las ninfas, los dandis, los arrastrados, los enamorados, los mochileros, el texano confundido, la barby rusa, la masa japonesa, la misma masa en versión china, las escolares manga japonesas – no confundir con la masa-, las señoras italianas, la cofradía de gordas enfloradas del sur, el poeta perdido -siempre solo-, los abogados de la esquina, el intelectual que escribe en Moleskine, los modernos propagandistas de Apple, el revolucionario confundido…vamos, que no hay aburrimiento posible. Si no va no sabra usted jamas lo que es Paris. ¡Esta avisado!

jueves, 3 de noviembre de 2011

Bruselas: Espaguetis al gusto Levi- Strauss


Para acabar con esto de Bruselas, que ya les he contado bastante, las ultimas lecturas del antropólogo estructuralista. ¿Sabían ustedes que Levi- Strauss nació en Bruselas? Yo no. Siempre lo he creído un tipo profundamente parisino. Pues si, no. Nació en Bruselas. Si se fija bien no es de extrañar. En Bruselas hay mucho afrancesado. Esa población que tienen al Le Monde como periódico de referencia y lo lee todos los días. Son los que sueñan con ser capital de Eurorancia. El sueño dorado de todo sibarita fuera de la realidad del territorio en que vive. Por no hablarles del de al lado. Como Levi.
Pero a lo que íbamos. El tema favorito de Levi- Strauss: Comer.
Espaguetis. O platos de verduras. O Hamburguesas. O carne de carne. Con los locales. A las doce. Salidos de la oficina o sin entrar. Como las madres que sacan a sus bebes a enseñar a la prima de visita: ¡por fin a la calle con disculpa! Al cubierto de la lluvia. A veces, del sol. Con terraza para los observadores. De precio módico. Raciones abundantes. Bien condimentadas. En el centro del centro. A dos pasos de la Grand Place. ¿Dónde? Vaya a las galerías de San Hubertus. Cruce la de la reina. Ídem con la del rey. La ultima brasserie a la derecha. La terraza ya empieza en la misma galería. La entrada por la rue de l’ Ecuyer, donde la terraza - y las mejores mesas- se continúan. Allí volví a leer a Levi encoronado. Déjele propina al camarero. Saben hacer. Como la antropología manda.

sábado, 29 de octubre de 2011

Bruselas: del café con leche al café ruso


Tomarse un café con leche en Bruselas puede ser complicado. Si se pone usted en opción europea y pide el consabido capuchino, le pondrán delante de las narices un perfecto vienes con nata montada. Puede ser exquisito pero creo que era otra cosa lo que pedía. Café con leche es leche con café. Es lo que había. Hasta que descubrimos que lo que queríamos, por estos pagos, se lo han adjudicado a los rusos, pueblo de teteros.
No importa. ¡Fíjese que café! Andábamos la ninfa de las piernas de gacela y yo arrastrando suelas por el mercado de los Marollen, cuando derrotados nos apalancamos en la única mesa libre al sol. Allí, entre los modernos, las exhibicionistas de las gafas de sol, y el paso de los barrenderos, pedimos dos “café a la ruse”. Grand? Grandísimos.
Pues aquí los tiene. Una cosa exquisita. De sabor supremo. Servido como dios manda. En una cunca do leite, como las de la infancia. Cuando la leche todavía tenía el manto de nata que la hacía gorda y sabrosa. Aquella leche que traían en las calderetas las campesinas subidas en el techo de los autobuses, billete de tercera. Antes de la campaña antituberculosa, de las cooperativas lecheras. Dicen que ganamos en salud. Perdimos en sabor.
Confieso que es un argumento poco racional. Pero sentimentalmente contundente: para volver a la leche de la infancia viaje a Bruselas. Place du Jeu de Balle. Esquina Chevreuil

lunes, 10 de octubre de 2011

El mejor café de Bruselas


Bien, les puede parecer una exageración. Lo es. Una opinión subjetiva de gusto personal. ¡Faltaría más! Es lo que usted quiera. Pero si no es el mejor, si es uno de los cafés más hermosos de Bruselas. No me refiero a su decoración, su arquitectura, su mobiliario. Me refiero a las cualidades que definen un café.
Situado a dos pasos de la “Grand place”, evita los robos turísticos de los tugurios de esta plaza donde caen como moscas todos los visitantes.
Allí no hay más que locales, y el turista accidental siempre es bien venido si se integra. Tiene todas las cervezas del país. Los mejores elixires de los monjes trapistas. Brel, en la pantalla y en el oído le deleita la conversación. Los mejillones son exquisitos. Como el precio. Los camareros amables. La decoración exuberante. Las sillas cómodas. Las mesas se cambian de lugar dependiendo de las necesidades del cliente. No viceversa. Las ninfas… ¿que le cuento yo de las ninfas?. Fíjese estas dos solitarias que desafiaban el frio tomándose un sándwich, “ croque monsieur”, dicen los belgas, con capuchino.
¿Ya la han visto encima de la mesa? Si, la cámara de fotos réflex. Nada digital. Nada moderno. La calidad de siempre. Una joya de precio de oro con dos hembras de bandera. Usted entenderá que con tamaña clientela no hay otra alternativa que acudir a la “Brasserie du Lombard”, rue du Lombard 1, Bruxelles, capital de Europa. Para apalancarse y comenzar una conversación sobre el perfil, el color, la fotografía en blanco y negro, mírame a los ojos, ¿qué me dices?

sábado, 26 de marzo de 2011

El gran café vienes


Hace tiempo que en este blog les conté como funciona un gran café vienes. Fue cuando con la ninfa de la minifalda visitamos en pleno invierno un simposio sobre ya no me acuerdo. Hacia tanto frio y viento que para aliviar la congelación de las partes de la niña visitamos todos los cafés que ofrecía el camino. Puede leerlo por aquí.
De esta vuelta, con ninfas más pudorosas, señores en edad de otras cosas, y mejor tiempo, cultivamos terrazas. Lo que no da para escribir ni un post: son como las de toda Europa.
Lo de los cafés si, si da. En este que les enseño en las fotos, reculamos varios veces para matar el hambre y atizarnos de café.
La historia se repite. El territorio esta comandado por señores de edad indefinida y pelo blanco. Siempre ellos. Firman la cuenta con su nombre para evitar cualquier equivocación. Te atienden como quieren: encantadores con las ninfas, zalameros con las señoras, sumisos con caballeros de cartera abundante, despreciativos con la plebe, distantes con la masa, agudos con el intelectual, compasivos con los desquiciados, caritativos con el desahuciado.
Conoce a la clientela. Te reciben como si estuvieras en tu casa. Juegan a ser amigo de toda la vida. Te recomiendan lo que necesitas. Incluso, si estas despistado, alertan sobre posibles piezas a cazar. Más barato y eficiente que un psiquiatra. Se los recomiendo. Se licenciaron en la universidad de la vida.
Solo evite pedir un vienes y cabrearse por que le han traído otra cosa. Un café con nata en Viena se llama un Einspanner. Si lo quiere con gotas, litros, de ron, pida un Fiaker. Un solo es un Schwarzer. Con leche, Melange.

miércoles, 16 de febrero de 2011

¡Dejadme dormir canallas!


O cabrones. Escoja usted.
La cosa viene de cerca. Aunque los desmemoriados intenten contarnos que es una costumbre hispana antediluviana. Se la invento el alcalde Tierno. Aquel tipo liberal que llego a alcalde de Madrid gracias a sus trajes de botón cruzado bien cortados. Tenía el hombre el suficiente olfato para saber que la mejor forma de sacar votos en un país de mal follados, España, es fotografiarse al lado de una ninfa que enseñe las tetas. Lo hizo hasta la saciedad.
Para vender lo que no tenía, a golpe de cheque, monto la movida de los modernos. Las masas hambrientas de democracia se olvidaron del palacio de invierno y se dedicaron a la fiesta en sucesivas noches de farra. Trabaja y cotiza tu que yo soy sureño, era el lema. Fueron durante una época la envidia de Europa. Hasta que llego la factura y hubo que ponerse serio. Todavía la están pagando los hispanitos. Tardaran años en saciar las deudas.
El arte de no dormir ahora lo practican comedidamente los fines de semana. Una jodienda si usted tiene la desgracia de vivir en una de esas calles llenas de tugurios donde la masa ingieren garrafón adulterado a precio de ganga. La de ellos que se forran directamente. La otra factura, la del médico del hígado, ya llegara, que todo llega.
Los franchutes contagiados por el vicio han sido llamados al orden por los propios baristas asustados de que el asunto se les fuera de las manos. La masa da poco rendimiento y estropea el paisaje. Lo que me encanta es la foto. Invitado sin querer a llenarse de humo y mierda pensando que a lo mejor toca.
Todavía no se han enterado que donde más se liga es en los supermercados. ¿Y donde más se folla?, en los museos como el Louvre o el Prado.

lunes, 24 de enero de 2011

De Cafés por St-Malo


No vaya usted a pensar que hay muchas alternativas. Cafés, lo que se dicen cafés, dos o tres. El resto son restaurantes de pacotilla y terrazas donde asaltar al turista sediento. Les doy dos alternativas: L’Univers, 12 place Chateaubriand, donde se sentirá un lobo de mar entre las fotos de los tiempos en los que la vela era un deporte para suicidas en potencia. No se lo pierda.
La alternativa le queda en Saint Servan, 2 rue des Hauts- Sablons, con vistas al muelle de los Sablons. Cunninggham’s Bar. Es como estar en el camarote de un yate clásico rodeado de mentirosos navegantes que relatan con pasión las heroicas navegaciones del año que viene. Ídem.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Paris 5 De café en café


Los hispanos tienen bares. En Paris abundan los cafés. Aunque usted se empeñe, abundan más los cafés que las braserias. Estas últimas, que las hay, son las reliquias del XIX. Los grandes cafés exhibicionistas donde uno se podía tirar horas entre comida y comida, llegando a la noche de absenta y sexo más o menos permitido. Pero esa historia se la cuento otro día.
Ahora lo que se estila es el bar moderno. Donde uno puede atizarse de tartas y chocolates ecológicos acompañados de cafés diversos. ( Jamás al revés). El café tropical ,sin palmera, para consumo de mojitos de diversa catadura. El café clásico importado de Viena al gusto francés: oscuro como la muerte. El café vegetal para los amantes de la huerta, siempre verdes: zúmos y ensaladas. Los cafés de las ninfas, con excelentes sillones para que enseñen las piernas adornadas de hermosas botas. El café lounge, penumbroso por necesidad. El café de barrio, sin mesas donde sentarse, ya que para discutir de futbol y política hay que tener espacio para agitar los brazos…Los cafés para los turistas, tipo Flore, donde estos son atracados con placer y a mansalva por camareros maleducados. Completan el mercado los cafés librería, a tope, con el público –mayormente hembras de altura- devorando literatura por los suelos. Cafés bodega, ídem con vino, donde tipos embarbados se dan más a lo uno, beber, que a lo otro. ¿No me diga que no va por que no tiene donde escoger?

miércoles, 6 de octubre de 2010

Comer a la carta


Detesto esos restaurantes de cartas voluminosas, donde todo es posible y nada especial. Mazacote de páginas llenas de manjares para toda una vida.
Paseando estos dias por el puerto viejo de La Rochelle, me encontré con la carta perfecta. ¿Qué más quiere? Unas buenas ostras regadas con un vino soberbio y , para calorías, el mejor postre del mundo: isla flotante. El resto sobra cuando fuera el calor aprieta. En el Café du Nord, por cierto

lunes, 21 de junio de 2010

Lea esto antes de entrar en un gran café en Florencia


A no ser que usted tenga la cartera rebosante de euros y le importe un carallo el montante de la cuenta. En este caso evítese la lectura y siente sus posaderas en el Rivoire, Piazza de lla Signora 5. Café de ricos desde 1872. Vista perfecta. Lo verá todo el mundo. Pruebe sus helados viciosos, pida el mejor cioccolata calda con panna del mundo, y engorde la tripa y el ego
El resto tire para el Caffe Italiano, Via della Condotta 56, otra dirección, la misma plaza. Allí podrá comer como los ricos a precio honrado. Lo verán otros: los/las divinos.
Si no le llega tanta exhibición , váyase al Gilli, en la Piazza della Repubblica. Le recomiendo un café con una de sus viciosas tartitas para engordar poco. Un mucho caro, pero ya en 1733 se maltrataban aquí las burguesas y la antigüedad hay que pagarla.
Descanse en paz. Mañana será otro día

domingo, 7 de febrero de 2010

Los cafes de Viena


Fui a Viena. Otra vez mas. De vuelta. Para escapar de la nieve. Acto heroico e inútil. Allí hay nieve hasta en las alcantarillas.
Fui con Anne, mujer de bandera que me divirtió el viaje contando las historias de sus 5 hijos. Todavía hay hembras que no solo trabajan a tiempo complete si no que se dedican a amamantar intelectualmente la descendencia. Son la envidia del resto. Por equivocación. Pocos saben lo que cuesta estas prestaciones. Objeto privado que no les cuento, pero sepan que es mucho. Por menos van otras al terapeuta.
Hacia un frio atroz. Viento asesino que te acuchillaba los cojones. !Y la niña de minifalda! Hubo que llevarla de urgencia al café donde matamos el tiempo mirando y contemplando los espavientos de Heer Claus, camarero de primera.
Ya quedan pocos de estos emperadores del Gran Café que dominan el arte de la bandeja. Psicoterapeutas de primera.
Da gusto mirarlos como diagnostican al personal. Entran las diabéticas arropadas en pieles y les ofrece la mejor mesa al lado del escaparate de pasteles, chocolates y demás calorías vacías. No las apura. No hay mayor hambre que la que ocasiona la vista.. Se tiran todas al chocolate, para combatir la depresión. Dicen.
A los asiduos borrachos los manda con mirada inquisitorial a las mesas del fondo. Excusan pedir otra cosa. El medio litro de cerveza se lo pone en la garganta antes de que hayan abierto la boca.
Las mesas de escaparate, para ver y ser vistas, están reservadas a las ninfas que, en la duda, acaban sucumbiendo al vino que les trae…
Todo un manual el del Heer Claus. En Viena. Austria. Con frio de grajo.
Volvimos al día siguiente después de escuchar a la ciencia corrupta por la industria farmacéutica. Volvimos a casa. Volvimos a la nieve que sigue cayendo.