martes, 28 de junio de 2011

Las curvas del mar


La distancia más corta entre dos puntos es la que te permite salir de A y llegar a B. Los que somos galegos de nazon sabemos que jamás es la línea recta. Para eso hay que tener alma de otras geografías. Eso que allí llaman la meseta, al otro lado la planicie, aquí y allá el páramo, Las maquinas modernas tienen alma de mesetarios. Cualquier GPS se empeña en ir en línea recta si no se le amaestra. Ir a ahogarse en los bajos, desempeñarse por cualquier barranco.
Reconozco la atracción de la línea recta. Si usted se fija en el mar como un plato es difícil admitir que uno tendrá que ir bordeando las boyas para llegar. Lo más complicado, si se fija bien, es que ni eso es suficiente. Esos palos que erectos surgen del agua y que casi ni se ven, no son más que las indicaciones de que allí hace daño. El fondo. El espacio que no se debe penetrar. Luego fíese usted de los derroteros y las cartas marinas. ¿Quién va a fiarse de un aspirante a timonel que ni notas sabe tomar? No se fie, ojo avizor, busque el canal para seguir a flote. Y llegar.

lunes, 27 de junio de 2011

El mar de Grevelingen


No había muchas almas. Solo algún despistado no dispuesto a perder el día por la falta de sol. Gran día. Tampoco había viento. Mal día. Sin viento, mal negocio. Queda sumergirse en el ronronear del viejo diesel, 35 años. Dos vidas y media en el mar. Tampoco estábamos para eso. Como la mayoría de los barcos cultivamos el arte de captar con sutileza la más leve brisa.
No crea que es cosa fácil. Desespera a los apurados que no poseen el toque franciscano de esperar hasta que llegue la buena ola. Tampoco crea que dimos la vuelta a la esquina. Bordeamos todas las islas del mar de Grevelingen acompañados por un sincrónico cambio en la dirección del viento. De arribada incluso nos divirtió con un alegre vivace fuerza tres, para lucirse en la bocanada como merece un lobo de mar hambriento de vino y ninfas. Los dioses, como las meigas, ‘hay los’ aunque no existan.
Por el camino nos olvidamos de las reparaciones pendientes, la espalda que duele, la gotera huidiza. Nos atizamos con arenque del mar de Dinamarca, cerveza blanca de Limburgo, pan de centeno del supermercado de la esquina, cebolla blanca de Tours.
Deberíamos habernos quedado para repetirlo, pero ya saben que mañana sale el sol y el mar vacío se convertirá en la rua real de aquí estoy yo.


domingo, 19 de junio de 2011

Más Amberes





Bajamos a Amberes con la disculpa de la lluvia. Las borrascas se arrastran una tras otra y no hay más alternativa que patear ciudades bajo un paraguas o quedarnos en casa ante un libro y un buen vino. Lo que ya estilamos en demasía en el invierno.
Que Bélgica es el sur, o el norte del sur, o el comienzo del sur, o llámele lo que usted quiera, se demuestra en que a pesar de los litros que de caían del cielo, el pueblo seguía bebiendo con pasión los elixires de los monjes en las abundantes terrazas bien pertrechas para climas borderline.
Pateamos la zona antigua con pasión y sistema. Una de las ventajas de la lluvia es que el público comprante se queda en casa y no veas como te despeja el panorama. En Amberes, detrás de una puerta se esconde muchas veces inmensos patios. Unas veces es un bar, restaurante, braseria. Otra vez una tienda para hembras de lujo. De vez en cuando esconde una tienda diseño importado de china a precios de New York. Merece la pena visitarlos. Los belgas flamencos mantienen un gusto francés adornado con pinceladas del racionalismo calvinista que solo abrazan si la oportunidad lo requiere.
Al final acabamos con el cuerpo derrotado, la cartera ligera, los zapatos mojados y el sentimiento de haber hecho algo más que quedarse en casa. Vamos, siempre moviéndose, en el traca traca.

lunes, 13 de junio de 2011

Metáforas: El (des)control de las mujeres




Les explico: los trastornos de angustia son comunes en las mujeres. Menos frecuentes en los machos. Los psi’s todavía discuten los porqués. Jamás llegaran a una solución mientras se estile lo políticamente correcto.
Mis colegas, ambas psi’s, reconocen – en la intimidad- que lo que les priva es tener control sobre todo. (Léase: idea de tener control sobre).
E me cuenta, a goteo, lo mal que lo paso cuando le daba el ataque de angustia una y otra vez. (Debería escribirlo para que le aplaudieran, pero siempre fue poco exhibicionista. Una jodienda para ella y la literatura española)
A pesar de ser un incordio, la especie la mantiene como mecanismo de sobrevivencia: la angustia que sale de la nada. ¿Cuántas veces en la noche ha sentido algo que le ha hecho salir disparado a la búsqueda de la masa, la bombilla, la puerta cerrada?
Es lo que nos evita que perdamos el avión, tengamos que dormir en el banco de la esquina, morirnos de hambre bocadillera, etc. Cuando viajamos ellas siempre lo arreglan. Todo lo planifican. Todo lo estudian. Hasta lo inexistente llevan. Por si acaso.
Sera por ello que viajeras, lo que se dicen viajeras, con excepciones de bandera, hay pocas. Para viajar bien hay que ir a la búsqueda de lo imprevisto. Algo que odian las hembras.
Intentan, vamos. Ya está escrito: ellas no saben leer cartas y mucho menos ordenar la vida. Presumen de ser multitarea. ¡Propaganda modelo pepera! Compruébelo poniéndose en la cola de un supermercado, o autoservicio. Donde hay mujeres hay cola parada. Mientras ellas hablan y hablan como amigas de toda la vida desde hace cinco segundos, no se ocupan más que de eso: hablar, hablar, hablar. Reduce la ansiedad, dicen.
Bien, pueden excomulgarme por la homilía. Solo describo lo que hay. Contemplen a la señorita que me lleva desde hace tres barcos que fueron cuatro. Siempre al timón siempre mandando. Luego dice que le da canguelo, ¿dónde está la boya?, ¿qué hago con ese barco que viene por estribor?, ¿no hace demasiado viento para tanto trapo?, es mejor arriar la mayor, …
Todo planificado, todo listo, todo previsto.

sábado, 11 de junio de 2011

La agonia del papel


Buscar e-books en idiomas ibéricos es una pérdida de tiempo. Si, ya sabemos que el circuito rebosa de copias ilegales. Buscarlos, sin meter la mierda en casa, requiere un tiempo – y costes- que convierten el resultado final en un producto igual de caro que los realizados en soporte papel. (Me sigue sorprendiendo la facilidad de los pueblos ibéricos en atrapar todo lo que aparenta ser gratis sin observar el coste total de lo que han adquirido. Seguimos comprando la “maquina” por la estética del momento sin saber si tendremos doblones para mantenerla. Así llegamos a la crisis)
Los editores parapetados detrás de su estupidez, intentan ponerle cancelas al campo. Lo de los libreros es más grave. Van contentos al suicidio económico creyendo que alguien va a pagar por sus servicios. ¡Que la pensión los recoja prontamente en su seno, hermanos!
Podemos comenzar la discusión y tirarnos horas en un debate inútil. Ahorren el tiempo para otros menesteres. Contemple este video, con la muestra de un libro para larvas – perdón niños- en versión i-pad. Ya está todo dicho. Frente a esto, no hay papel que resista. ¿Cuándo se ponen a la tarea señores editores, libreros y autores? ¿O se trata de mandarnos colectivamente al inglés y/o la ilegalidad?

miércoles, 8 de junio de 2011

Las navegaciones no se planifican (Los viajes, probablemente, tampoco)


Los twitteros que algo venden nos sepultan todos los días con instrucciones sobre cómo llegar, que ver, donde comer, ídem dormir…Solo falta la instrucción sobre donde se goza de los mejores orgasmos. ¡Todo se anduviera! Dicen los galaicos milenaristas que sabios ellos solo hablan de lo que prueban.
La homilía viene a cuento de que planificar, lo que se dice planificar, no pasamos de la hora en que pone el billete que partimos. Usted ya sabe que Iberia siempre lo deja tirado. La Renfe “ten días”. Los controladores son como la amante borderline. Las fotos del folleto son del único día que no llovió. La fachada mudéjar esta empapelada por restauración. Se comió bien el día que lo inauguraron. Los cuadros que usted quería ver en el museo nacional están prestados temporalmente a una exposición en el otro lado del océano. Por deterioro ambiental se ha sustituido el cristo por una réplica, etc.
Navegar no da ni para eso. Usted hace planes sobre cuando partir. Pero si el viento se pone a soplar con fuerza, los sensatos esperan a que amaine en la taberna del muelle. Se partirá cuando se calme la cosa. Lea la resaca. Algunos llevan partiendo la eternidad sin encontrar la fecha adecuada. Se los llevara una ninfa tierra adentro o el Alzheimer a la puta tierra.
Eso, que para navegar y viajar necesita lo puesto y, ahora que el mundo se vuelve de derechas, pasaporte para engañar a los aduaneros. El resto, equipaje que sobra.

Destinos para navegantes con consorte mesetaria, montañesa, tierra adentro, y demás desgracias (h/m)


Reconozcámoslo. La equivocación podemos cometerla todos. Un mal día lo tiene cualquiera. Confundidos por las otras cualidades que posee nos perdimos en la marisma… También puede usted maltratarse: ¡menudo/a gilipollas por liarse con un/a del arado! No evitara en ningún caso la desgracia de tener que acudir todos los años a la fiesta de la siega y similares. Excelente para realizar un curso rápido de antropología primitiva y de paso atizarse con las rosquillas de anís de la prima Mari. Lo que no le resuelve el problema de como vacacionar marinero con el aplauso aprobatorio del/a consorte. Hace una semana tenia usted una oportunidad excelente. El puente de la Ascensión, en la Bretaña. Chupando menhires, perdones, crepes y demás maravillas. De disimulo, y ya que estamos tan cerca, irse pitando a la Semaine du Golf de Morbihan. ¡Contemple lo que se ha perdido! ¿Ganas? Apunte, dentro de dos años, otra vez en la semana de la Ascensión, en los mismos puertos, con las mismas corrientes.
Para ir entrenando, comunique al pueblo que este verano y como dios manda, se va usted a Holanda, que lo consorte quiere ir a patear los canales de Ámsterdam. Por allí, cerca de Rotterdam, no se pierda la Dutch Classic Yacht Regata - concentración de yates clásicos en el hermoso puerto de Hellevoetsluis. Ya lo sabe, la próxima, igualmente, dentro de dos años. Demasiado esperar.