martes, 30 de noviembre de 2010

Paris 14 Ustedes los carrozas…viejos desde el nacimiento


Francisco Umbral, gacetillero de la corte de Madrid, plagista de Don Ramos, pajillero mayor del reino de Tierno, etc, se apropio del concepto en los años de la transición española. Carroza, una forma elegante de llamarle a uno viejo. Aunque la acepción más correcta era anticuado. Momia. Objeto anclado en el pasado. Inmovilista.
El concepto hizo fama. Fue el estandarte de aquella jerga inexistente que dieron en llamarle el cheli
Umbral se murió de un resfriado crónico y ya todos lo han olvidado. Incluso lo malo que era. Pero el concepto ha quedado. No solo eso. Hoy más que nunca crece los carrozas como setas en otoño húmedo. Los hay por todas partes. Estandartes del movimiento conservador en el que se refugia la masa cuando la canallesca lo pinta negro.
Yo para curarme, me he sacado años a lo parisino, como nos enseña la camiseta. Desde que aplico el cuento ando más ligero, se me levanta mas, pienso más rápido, llego antes… la imaginación lo cura todo. Hasta los años.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Paris 13 ¡Psicoanalistas del mundo, Dior os ha derrotado hasta la humillación total!


La foto que acompaña este exabrupto es maravillosa. Aunque usted simplemente no lo vea. ¿Qué muestra? Un edificio en una plazoleta parisina. Al lado del Flore, café sartriano en tiempos pasados, hoy objeto turístico y lugar de atraco de viajeros desprevenidos. No tiene nada de particular. Una tienda de Dior, cadena de moda capitalista en los bajos, paredes desconchadas de blanco, adoquines, coches..
Allí, donde hoy vende Dior estuvo durante muchos años la mejor librería psicoanalítica del mundo. Lo que allí no se podía encontrar todavía no lo había masturbado el Sr. Lacan y secuaces. Allí estaban aquellas hembras melancólicas que se dejaban follar con tal de que les dejaras que se analizaran el orgasmo. El de ellas y el tuyo. Cosa poco importante ya que siempre era post, y a lo que íbamos, íbamos. Allí pontificaban los aprendices de analistas, discurseando sobre las paginas imposibles. Allí reposaban en estantes perfectamente ordenados miles de masturbaciones mentales violando las blancas hojas de papel que nadie leía.
Por eso se fue al garete. Nadie compraba. Los curiosos dejaron de aparecer. Solo ellos y ellas. Los demás dejamos de ir cuando descubrimos que había mejores polvos y libros. Los clásicos rusos y Natacha hundieron la analítica. Dior le dio la puntilla. A tope la tienda. Repleta de ninfas pudientes. Esas que jamás analizan los gastos ya que el dinero, como los buenos orgasmos, son cortos e intensos; para disfrutarlo.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Paris 12 Entre el espectáculo del Pompidou y el arte de las galerías


Fue uno de los primeros museo espectáculo que se levantaron en Europa. Todo un nuevo concepto para arrastrar las masas hacia la cultura. Era la democratización del arte según otros. Añádale la prostitución del buen gusto de la minoría. O lo que más le guste. Fue, en cualquier caso, un éxito rotundo. Desde aquella ha sido copiado por todos los rincones de la tierra.
El Pompidou enseña no solo una colección decente de arte moderno. Tiene brillantes exposiciones temporales. Muestra una de las mejores vistas aéreas de Paris. Tiene un buen restaurante. Una terraza donde declararle el amor eterno a la ninfa de turno para que esta jamás se olvide. Una inmejorable librería de arte. Un espectáculo exterior tan brillante como las mismas colecciones oficiales.
Siempre repleto de gente, masas que acuden en procesión a la llamada obligatoria de “lo que hay que ver”
Ver, lo que se dice ver, hay mucho mas. Ir de mirón, de galería en galería, es otra de las muchas actividades que se puede hacer para patear y tomarle el pulso cultural al Paris de los artista. Que los hay, a mazo. De todo tipo, raza y color. Hay cientos de galerías en las que puedes dejarte los ojos y de vez en cuando el alma. De pobres a pudientes. De ricos a obreros. De vanguardias derrotadas a vanguardias luminosas. De anti a pros. De cuentistas a narradores. De todo. Como en el bazar de la vida.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Paris 11 El museo de la fotografía



El martes se clausura el mes de la foto en París. Este año sin espectaculares exposiciones. Exceptuando quizás la exposición en el Instituto polaco sobre la fotografía en la Polonia comunista, o la bien documentada “Marines”, en el Museo nacional de la marina sobre, eso, el mar.
Paris tiene un museo de la fotografía de nombre. No de bandera. Las exposiciones que ahora mismo enseñan no merecen la pena. Es el nombre, la pose, el glamour, sin contenido. Una afrenta para el ojo.
Lo que no quiere decir que no deba de ir. Todo lo contrario. Se encontrar cientos de señoritas, ninfas de todo tipo y pose, que le permitirán adentrase en la fotografía de la moda, el retrato, la antropología, y, de vez en cuando, el erotismo. ¿Qué más quiere por cuatro euros?


lunes, 22 de noviembre de 2010

Paris 10 Fotografiando a tu ninfa


Ellas hermosas. Ninfas, putas, señoras, madres, mujeres, hembras, sargentos, acompañantes, camaradas, esclavas, etc, siempre posan. Ellos, cámara en ristre, documentan el momento. Ellas ríen. Ellos serios, someten la técnica. Cuando se cambian los roles, no se cambia la historia. Ellas siguen riendo, jugando con el aparato. Ellos, mas en pose, continúan serios. La revolución digital ha permitido la democratización de la fotografía hasta cotas impensables. Todo es fotografiable a coste reducido. Las ciudades se convierten en estudios. Ellas, siempre, jugando, luciéndose. Ellos, inútiles, cumpliendo.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Paris 9 De compras


La frontera queda kilometro más o menos por Amberes. El norte europeo hasta esos pagos no nota la crisis. Los comercios están llenos. El pueblo arrastra bolsas de marca. El dinero sale de la cartera. Los cafés están llenos. Nadie se ha enterado de que el mundo está en crisis.
Paris ya pertenece al otro mundo. El de los europeos que sienten en el bolsillo que este está vacío. Las tiendas funcionan a medio gas. Hay ofertas de todo tipo que proponen hacerte más pobre pero más hermoso. Las ninfas arrastran pocas bolsas. Los turistas menos. Se pasean mirando escaparates y dejando el gasto para otro tiempo mejor.
La Europa de las dos velocidades existe. Cada día más. Si no se lo cree, venga a verlo.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Paris 8 El Arte de Beber


Sobran los comentarios. Solo contarles que el judío que vendía el poster se encabrito cuando me vio hacer la foto. La cultura no tiene precio, le dije. Solo gritaba que estaba prohibido. ¿La foto o el vino?

Jacques Brel : Les Bourgeois

viernes, 19 de noviembre de 2010

Paris 7 Recordando a Jacques Brel


Caminábamos bajo los soportales de la plaza de Vosges, rumbo a la Bastilla. Haciendo tiempo antes de ir a cenar. ¿Ha resucitado Jacques Brel? Era el directo que nunca pudimos ver. Aquel belga que nos traía Luis Rafales enlatados en los lp's que se agenciaba en los tiempos prohibidos del general. Su voz potente. Sus cantar apasionado. Música para inteligentes.
¡Corra antes que se desgaste!. Actúa cada tarde. Sin prisas. Perfecto. Escuchara todo el repertorio. ¡Luis, jodete, yo he visto a Jacques en directo! No se ha muerto, nos engaño a todos, va de cantante obrero por las esquinas de Paris desgranado…
“Les bourgeois, c'est comme les cochons
Plus ça devient vieux, plus ça devient bête
Les bourgeois, c'est comme les cochons
Plus ça devient vieux, plus ça devient...”

lunes, 15 de noviembre de 2010

Paris 6 Alcohólicos con clase y miseria


Los parias parisinos han desaparecido del centro. Limpiados por la mano del populista que por cabreo eligieron de presidente. Ya están arrepentidos. Como siempre. Tardaran en volver. Los parias. No se los han llevando para atenderlos. Si usted visita las ultimas estaciones de las líneas del metro, donde no se le pierde nada, empezara a encontrarlos.
Antes adornaban los puentes del Sena. Los soportales de la plaza de Vosges. El Louvre. El Arco del Triunfo. El jardín de Luxemburgo en verano. No se metían con nadie. Estaban a lo suyo: beber. Pedían poco. El pueblo se encargaba de mantenerlos. Francia siempre fue solidaria. La cosa empezó a cambiar cuando llegaron los perrachas: jóvenes desahuciados, consumidores de toda droga posible, la mayoría con trastornos psiquiátricos, cuidadores de jaurías hambrientas, molestos por su agresividad para el turista ocasional.
La mano dura de la gendarmería no hace distinción. En vez de internar a los unos y dejar a los otros, lógica racionalista, limpiaron todo. Estropearon el paisaje. Jodieron la vida llevadera del paisanaje alcohólico.
Si se fija bien alguno todavía se ve. Este cansado héroe me lo encontré apalancado a la entrada de la estación del metro Saint Michel. Con su corbata bien puesta. Su puro recién recibido. Agarrado a la barandilla para mantener el equilibrio frágil, bebía lentamente las latas de cerveza que reposaban encima de su maleta. Miraba a la gente. Sonreía. Platicaba de vez en cuando en solitario. Pasaba las horas con su discurso y sus miserias. Ya ni borracho digno te dejan ser en las sociedades modernas

domingo, 14 de noviembre de 2010

Paris 5 De café en café


Los hispanos tienen bares. En Paris abundan los cafés. Aunque usted se empeñe, abundan más los cafés que las braserias. Estas últimas, que las hay, son las reliquias del XIX. Los grandes cafés exhibicionistas donde uno se podía tirar horas entre comida y comida, llegando a la noche de absenta y sexo más o menos permitido. Pero esa historia se la cuento otro día.
Ahora lo que se estila es el bar moderno. Donde uno puede atizarse de tartas y chocolates ecológicos acompañados de cafés diversos. ( Jamás al revés). El café tropical ,sin palmera, para consumo de mojitos de diversa catadura. El café clásico importado de Viena al gusto francés: oscuro como la muerte. El café vegetal para los amantes de la huerta, siempre verdes: zúmos y ensaladas. Los cafés de las ninfas, con excelentes sillones para que enseñen las piernas adornadas de hermosas botas. El café lounge, penumbroso por necesidad. El café de barrio, sin mesas donde sentarse, ya que para discutir de futbol y política hay que tener espacio para agitar los brazos…Los cafés para los turistas, tipo Flore, donde estos son atracados con placer y a mansalva por camareros maleducados. Completan el mercado los cafés librería, a tope, con el público –mayormente hembras de altura- devorando literatura por los suelos. Cafés bodega, ídem con vino, donde tipos embarbados se dan más a lo uno, beber, que a lo otro. ¿No me diga que no va por que no tiene donde escoger?

sábado, 13 de noviembre de 2010

Paris 4 Librerías





Librerías sigue habiendo. Aunque se lea que van desapareciendo. Algunas incluso aumentan de tamaño. Supermercados de libro ya hay en toda ciudad que se precie de tal nombre. En las megapolis puedes incluso elegir. Ya no venden solo libros. También, más, eso que los modernos llaman ocio: películas, música, prensa, juegos, soportes digitales de toda clase y formato.
Los visionarios nos pronostican desde el libro digital hasta la tableta para todo. Los pesimistas se rasgan las vestiduras. Los optimistas aplauden. Los libreros escupen, los editores miran al cielo.
Es poco importante. Absolutamente secundario si el libro que se debe leer viene en papel de estraza y edición de bolsillo, o se devora delante de un e-book versión cinco tintas. La batalla, de momento perdida, es la de la calidad.
Las librerías supermercado, las que realmente venden, solo exhiben lo que consume la masa a ritmo de anuncio o suplemento cultural interesado. La antigua tarea del extinto librero de barrio de educar a sus clientes ofreciéndoles las novedades de calidad, ha desaparecido. Lógico: viven, mal, del bestseller. Librerías especializadas pocas quedan. El soporte digital, que llega, les dará el golpe de muerte.
Si quiere ver como algún día fue, dese rápidamente una vuelta por Paris. Aquí, al lado de las fanacs, virgines y similares, todavía es fácil encontrarse con libreros que enseñan en sus escaparates los libros buenos, las novedades frescas.
Alguno incluso se desmelena la imaginación evitando que lo eutanasien en edad tierna y se reinventa el vino con libro. Mas vinos que libros; o como emborracharse con gusto. Visto el éxito de público que tienen, funciona. ¡Un buen chateau con las poesías de Rilke en bolsillo por 10 euros!
La única pregunta no contestada es si el público aceptara el comprar algo que no ha visto, tocado, olido, ojeado. La respuesta será si, visto lo que ocurre con otros productos. Lo que jamás tendrán será el olor del papel que emanan las librería abarrotadas. A no ser que nos inventen el e-book con cheiro

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Paris 3 Las señoritas


Mujeres las hay por todas partes. Hembras en los mejores sitios. Ninfas escasean. Hay que buscarlas ya que se ocultan. Señoritas, en la rúa real de mi pueblo y en Paris.
Si quiere ver a esas damas de altura, no le queda más remedio que agenciarse un billete subvencionado por los pagadores de impuestos y volar rápidamente a Paris. Las encontrara a cientos en cada esquina.
No vaya usted a confundirse con las francesas. Ese mito, si alguna vez existió, ya se ha muerto. La mayoría de las señoritas que pululan por las calles de Paris hablan todos los idiomas posibles y de vez en cuando francés. Sera la ciudad lo que las atrae. O se transforman una vez que asientan por estos pagos. Es tema de una tesis doctoral para la que no tengo tiempo. Solo observo.
La señorita parisina -tanto versión local como import- es una hembra atractiva. Vestida “sencillamente” con modelos caros. Zapatos bajos. Bolso combinado. Pañuelo exquisito. Blacberry – que ordinariez lucir un i-phone- envuelto en lujosa funda, en ristre. Sutiles adornos en el pelo. Collar y pulsera “étnica” barato barato. Te castigan con el desprecio si las miras. Pierden el culo porque lo hagas. Seguras de ellas mismas se mueven como las olas del mar en calma. A su paso quedan aromas frescos. Las mas, Chanel numero 5.
En los bares consumen agua envasada o cappuccino con corazón. Se extasían delante de los comercios caros. Frecuentan las librerías. Visitan museos y galerías de arte. Se les ve leyendo la biografía de Max Weber o Just Kids de Patty Smit…
¿Entiende usted que carallo hago yo en Paris?

domingo, 7 de noviembre de 2010

Paris 2. La taberna del hijo de puta


Fíjense bien en la foto que acompaña a este texto. Está hecha en Paris. En la Ile St-Louis. Ese islote en medio del Sena que debe ser recorrido a lo largo de su hermosa calle transversal.
Desconozco si se come o se vomita en este restaurante. Es el nombre lo que llama la atención. Es la metáfora de la prensa inmunda que hoy solo contiene loas de la visita del encubridor de pedófilos y expropiador de los dineros del pueblo a mi Compostela.
Usando la diarrea del lenguaje convertimos un fracaso, un atraco, un ultraje, en un hecho positivo.
¿Saben ustedes quienes eran los sargentos reclutadores? Esos esbirros del poder, asalariados de su propia miseria, gurkas avant la letre, que recorrían las tierras de Europa llevando a los jóvenes a la muerte para mayor gloria de El Rey y sus generales. Los mismos hijos de puta que hoy recorren los estados miseria de la America profunda para llenar de cadáveres los sacos de plástico for export from Irak or Afganistan.
Todavía hay iletrados que creen que la masa se convierte en carne de cañón por la patria. La miseria, el hambre, la coacción, el engaño, la venta del paraíso que no vendrá.
Seguimos rodeados de sargentos reclutadores. Solo podremos derrotarlos cuando el personal lea y abandone por cansancio a las reinas del pueblo y demás putas televisivas. Con o sin casulla.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Paris 1


Cuatro días en Paris dan para poco. Peor es nada. Paris es todo. Mi ciudad perfecta. Un mito. No se lo crea. Puede ser horrible. Sobre todo si se empeña en visitar los tópicos destinos. Tendrá que tirarse horas para subir a la torre. Ver que allí no hay nada. ¡El paisaje! ¡La vista! ¿Ves algo? Sentir como se mueve. Su estomago. La diarrea del pánico. Apriete los esfínteres y baje rápido. ¡Ya lo vi!.
Le puede pasar lo mismo si va al Pompidou. Hay que ir. Lleno de masa hambrienta de no sé qué. Mire a las niñas en flor si no le dejan ver los cuadros colgados de los muros. Aquí también son arte.
Kilómetros del Louvre para hacer deporte. Ídem subiendo y bajando cuestas en Montmartre..etc.
Les confieso que ya no voy a esos sitios normalmente. Lo que me apasiona de Paris es la vida de las calles. Quedarte mirando los escaparates de tiendas llenas de vida. Los bares rebosantes de un pueblo vital donde se discute de todo. Los cientos de librerías que no solo venden porquería. Arte en galerías y en las esquinas. Restaurantes exquisitos a precio de taberna. Gente amable a pesar de la fama. Las hembras mejor colocadas del mundo. Centro de escapados de sus miserias locales. Turistas cultivados. Croissants. Judíos pecadores. Mercados de manjares suculentos. Mendigos educados…
El sol me acompañó. Me he pasado la mayor parte del tiempo aposentado en las terrazas contemplando un universo vital
Paris, ¿en cuatro días?, no da para nada

viernes, 5 de noviembre de 2010

Viajar a cuenta del prójimo es de gorrones, aunque seas Papa


Los que vivimos en el norte de la Europa racional, somos incapaces de comprender como un estado en crisis profunda, con miles de parados, y muchos más mal pagados en la pujante economía sumergida, se permite el lujo de tirar por la borda miles de euros en la visita de un gurú en declive.
Lo del gurú hay quien lo discute. No sé por qué. No se diferencia nada de cualquier iluminado de cualquier grupo de pensamiento irracional que los humanos angustiados, los humanos iletrados, fabrican. A no ser de que hipócritamente se capitalice el discurso con sinónimos de mayor alcurnia en tiempos pasados.
El declive es incuestionable. Hoy, en Iberia, solo los curas, mi madre, y tres más visitan las iglesias vacías.
Mi amigo Pepe Bugallo, hoy alcalde de Compostela, que en los años en los que jugábamos a la toma revolucionaria de ese nido de cucarachas encasulladas se declaraba militantemente ateo, nos cuenta que va ha hacer el negocio del año: miles de peregrinos acudirán en masa a gastarse los doblones en las tierras de Compostela, camino, y alrededores.
Es la visión cutre del cosmopaletismo. Esa ideología que comparten los políticos sur europeos con ardor, independientemente del club en el que militen.
El camino moderno, fue un invento comercial lanzado por los hosteleros de Compostela con la ayuda de los gobiernos de Fraga Iribarne y el aplauso del obispado compostelano.
Más tarde se ampliaría a las regiones por las que cruza la senda, que también esperaban chupar del bote. Poco a poco se fue agrandando, con el aplauso de políticos de todo tipo, bajo el epígrafe crear trabajo. Los ayudo el calendario. Coincidieron los años santos, cuando el 25 de julio cae en domingo, en procesión. Por suerte se ha acabado esta diarrea de festividades.
Los caminos hacia Compostela se llenaron de quechuistas españoles. Masas de deportivos adolescentes cerebrales, que enfundados con los atuendos adquiridos en el Zara del deporte, las tiendas de la multinacional francesas Decathlon, marchaban uniformados bocadillo en ristre de albergue en albergue. La manera más barata de ver su mundo, ya que hasta hace poco ni por dormir había que pagar. Dinero dejaron poco ya que jamás lo tuvieron. Consiguieron espantar a los pudientes europeos que no solo venían cargados de euros si no de espiritualidad y cultura. Evitaron que algo se nos pegara. Corrió la voz por Europa sobre las fiestas que se organizaban los sureños, levantado a los mochileros europeos arruinados que ni para ir a Tailandia, lo que aquí se estila, tenían.
Destrozaron Compostela. Este verano ya había que hacer cola en la catedral. Ser registrado como en el aeropuerto. No poder andar por las rúas. Bocadillos de plástico por doquier. Turistas a la búsqueda del suvenir chino. La venta de una Galicia de plástico que jamás existió.
Hoteles medio vacios. Dinero poco. Restauradores trabajando como esclavos para llegar a fin de mes. “Foderon o invento”, escuchabas en boca de los hosteleros de la zona vieja.
Ahora traen a ese gurú encubridor de pecados. Hijo de la Alemania fascista que sigue viviendo a cuenta de los dineros ajenos. Apuestan por la masa del bocadillo. La horda salvaje de los hambrientos del bienestar que jamás tendrán, ya que se han gastado los euros en la parafernalia en vez de emplearlos en darles oficio y beneficio. ¡Paletos del mundo uniros!
Un consejo: Si quiere viajar a Compostela, espere unos años y hágalo en el invierno, en medio de la lluvia atlántica. Quizás reencuentre la Compostela eterna. Eso sí, no se fije en los cientos de bares cerrados. Fue una masturbación mal calculada de los alumnos menos brillantes del colegio Peleteiro