sábado, 30 de abril de 2011

El derecho a la pereza


El yerno de Marx, Paul Lafargue, hizo famoso el titulo cuando publico en el siglo XIX su crítica al capital: Le droit à la paresse. Desde que lo redescubrieron los izquierdistas en los años 70 ha sido más citado que leído. Queda la idea: rascarse las pelotas al sol que mejor calienta. Ahora que dice la canallesca de la derechona que hay cinco millones de parados parece una provocación. No lo es si usted aprende que está parado por eso: trabajar sin sentido generando ganancias para el amo.
El señor Lafargue vendía calidad de vida. No más. Vamos, que usted no es más feliz si tiene un i-pad o puede eyacular vía Twitter. La felicidad llega al disponer tiempo para visitar de buen modo las ruinas cualquier templo celta. Como usted sabe un imposible. Los druidas jamás levantaron nada parecido: el mayor templo conocido son las frondosas selvas de robles que ofrecía la madre tierra.
El tendero de Brouwershaven que sobrevive vendiendo a precios razonables todo lo que tiene que ver con desplazarse debajo del agua, lo intenta en su propaganda. ¡Trabajen menos y disfruten más! (De paso compren aquí, que algo siempre se necesita).
La palabra clave: necesidad. Le cuentan todos los días que sin i-leches no es usted nada, nadie. ¡Y venga a ponerse a currar! Desquiciados a la búsqueda del euro. Si son cinco millones de parados o dos y medio y el resto viviendo de lo negro es lo mismo. Mientras ustedes deciden que hacer, si tomar el poder, darle el voto al explotador del PP, o quedarse en casa para lo mismo, yo me voy a navegar. Que no es acto de rico si no manifestación militante en la lucha contra el capital.

martes, 26 de abril de 2011

Matarse a quesos

Navegacion primaveral


Salió el sol. Se acabó el frio. Sacamos el bote del hangar en el que paso el invierno. Limpio, pulido, pintado de fondos, volvió al puerto. Para navegar. La primera navegación de esta primavera. En el Mar de Grevelingen. Zelandia.

domingo, 17 de abril de 2011

Navegantes de brocha gorda


Tengo el sótano hecho un asco. Ya lo ven. Convertido en taller de pintura. Es el precio a pagar por la hermosura de la madera. Que no todo es plástico en la vida. Como mínimo cinco capas de barniz marítimo para que el sol y el salitre no me deshagan las partes más delicadas del bote. Eso, que usted tampoco lo mete – o deja que se lo metan- en cualquier lado.
Lo de la pintura es martirio, ya que solo seca con calor abundante y uno vive en el reino de la humedad. Vamos, que hacemos horas para que uno de estos días sea posible lanzar el bote al agua. Y navegar.
Navegar, que para eso está. El bote, lo importante, sigue empaquetado en la nave donde paso el frio invierno. Desempaquetarlo y pasarlo por la ducha de la manguera se lo dejo al pinche, que por unos euros por debajo de la mesa está dispuesto a todo. Ustedes comprenderán que no están los tiempos para que hacienda, esa cosa de ellos que pagamos todos, también se nutra de un buen lavado. ¿Acaso paga el ministro cada vez que le lavan los platos?

domingo, 10 de abril de 2011

Chocolate belga


La fama se la llevan los suizos. Pero son los belgas los reyes del chocolate. ¡Indiscutible! Se lo digo yo que es el único vicio que tengo, los otros aparte. Los suizos hacen buenos chocolates basados en el empleo de abundante cacao. No más.
Lo de los belgas es otra cosa. Unen a los sabores del buen cacao combinaciones de frutas exquisitas junto a una estética de createur. El orgasmo alimentario del chocolate bien combinado.
Aprendieron el arte en los tiempos en que expoliaba el Congo. En singular, ya que era El Rey y no el pueblo en héroe de tal ignominia. Hace tiempo que se acabó esa historia. Hoy el cacao lo traen a través de Costa de Marfil, pero es lo mismo: oro del pueblo vendido por los intermediarios
No se me confundan con el caramelo de Leónidas. Mediocridad para turistas. Les hablo de Marcolini, Godiva, Corne, Manon, y muchos más. Observe y sienta como la boca se le ha puesto cachonda.
Fíjese en la foto que les presto. Recién tirada en la nueva chocolatería en el Meir de Amberes, al lado de Zara y demás tiendas. Para ponerle en la duda: gastar el capital en el modelito para ocultar su cuerpazo o darle el gusto.
Lo del chocolate es una historia aparte. Se lo inventaron los indios sudamericanos. Al otro lado del charco todavía discuten si México se lleva en honor de ser los inventores o deben compartir la honra. A Europa se lo trajeron los colonizadores extremeños. Sin mucho éxito. El chocolate primitivo era un brebaje de un sabor asqueroso para paladares finos. Los italianos le sacaron la pimienta y le echaron el azúcar. Los suizos empezaron con las guindas. El uso de licores es mérito de los espaguetis. Tuvo que venir un reformado holandés, el señor van Houten, que nos enseñó como hacer el polvo de cacao…hoy es alimento de ninfas melancólicas que dicen usarlo para curar la depresión ya que les sube la serotonina. Mentira piadosa, usted ya sabe. Eso, miles de orgasmos en la boca

sábado, 9 de abril de 2011

Volver siempre es difícil


Se acabó la fiesta. De momento. Hay que volver. Llenar la maleta con la ropa sucia y los chocolates para la ninfa. Buscar donde escondimos el billete de avión y el pasaporte. Desnudarse virtualmente delante del aduanero que esta vez se interesó por el portaminas comprado en Berlín hasta destriparlo y rearmarlo con precisión germana: beautiful!, dice tan tranquilo. Y yo pensando ya que lo consideraba un arma de destrucción personalizada. Mi ordenador, maquinas, agenda, libros, teléfono, revistas, no le interesan. Las cosas que antes hacía despertar a estos mercenarios del poder ya no les mueven ni el maxilar inferior de la disculpa. Mis dibujos sí. Me despide con la frialdad de un crítico de arte relamido deseándome buen viaje.
Después de recorrer las tiendas del aeropuerto para reconfirmar lo que ya sabíamos -para encontrar gangas hay que llegar a Singapur- consumimos el ultimo vienes a precio de champagne francés. Salimos a la hora. Llagamos antes de lo previsto.
En el caótico aeropuerto de lo cotidiano pasamos la aduana que nos recuerda que Europa sí, pero la vaquinha po-lo que vale. Las fronteras siguen existiendo cuando al poder le conviene. Encontramos el coche en su sitio. Pagamos el impuesto revolucionario por usar el aparcamiento de larga estancia. Entramos en la fila. ¡Bienvenido a la realidad de todos los días! Entre el arranca y para escuchamos en la voz de los amos lo que les conviene. Nada ha cambiado. Los mismos discursos, las mismas vaciedades. Las músicas -¿músicas?- te levantan dolor de cabeza. A trompicones vamos llegando a la dacha, que sigue en pie, con las ventanas alumbradas. Volvemos a casa. Eso no es lo grave. Lo grave es que el lunes volveremos a levantarnos en la más plena noche para seguir generando plusvalías.
Pero no crean, volveremos a salir al camino. O al océano.

viernes, 8 de abril de 2011

Leer la ópera

No es un error. Tampoco un juego de palabras. Las óperas estan hechas para oírlas. Algunos mantienen que para tocarlas. Los de Vigo para escucharlas. Representarlas se lleva poco. La musicalidad es al fin y al cabo lo que cuenta. Intentar entender el texto es un imposible. El alemán de Wagner es incomprensible. De los textos italianos entendemos solo los comienzos.
La solución moderna es que te traduzcan el texto y te lo enseñen durante la actuación. La primera vez que lo vi fue en la opera de Praga, en los años del comunismo. Un tablón luminoso encima del escenario iba desgranando el texto en checo. Excelente para no enterarse. ¡Desde entonces hemos avanzado una barbaridad! En la opera de Viena, p.e., cada silla está dotada de un minúsculo pero bien visible aparato donde usted podrá elegir en que idioma quiere enterarse del argumento: inglés o alemán. Un golpe duro para los nacionalistas españoles que todavía siguen empeñados en vendernos a través de sus hojas parroquiales que el español es el idioma del futuro. ¡Jodidos vais si no aprendéis el nuevo latín señores viajeros!
A lo que íbamos: el texto. ¡Da miedo enterarse! ¡Las imbecilidades que se cantan! Les muestro estas cosas de Aida: ¡Hay mi amor, ven, intoxícame, hazme feliz! Parece uno de esos orgasmos que las aburridas quinceañeras eyaculan últimamente a través de Twitter a falta de mayores conexiones cerebrales. El otro todavía es mejor. Le quedaría perfecto a un estafador del PP después de haber vuelto a meter la mano en la caja, tipo Baltar en mi tribu o el trajeado Camps en los mediterráneos; por no mentarles al aspirante a alcalde de Arzúa: ese dios del terror a la búsqueda de fama y triunfo. Vamos, lo que la derechona ofrece en las repúblicas bananeras del sur de Europa.
Pues ya ve para lo que da ir a la opera. Disfrutar de la música, leer, pensar, cultivar las neuronas, volver a pensar y repensar, revelarse contra la infamia de la mentira y la manipulación, disfrutar viendo el final apoteósico de Aida: ¡que le den por el culo a la patria, dame a mi hembra, a mi ninfa, a la niña de mis ojos!


miércoles, 6 de abril de 2011

La erótica del metro




El que esto escribe pertenece a esa horda de tarados que reivindica militantemente la vida en las grandes ciudades. Si, ya se, una chaladura grave e incurable que solo lleva a la malsania. No hay que hacerle. Otros se dan a la sodomía con cabras y no por eso se les recluye en el manicomio. Que ya no estamos para darle de comer a tantos enfermos habiendo tanto banquero suelto al que mantener.
Pero a lo que íbamos, que esto es un blog de viajes y no de políticas – en plural- por muchas historias que les cuente.
La vida en las grandes ciudades es imposible sin los medios de transporte colectivos. El metro es el más importante. La eficacia y organización de un país se mide por el funcionamiento de su(s) metro(s). Su nivel cultural también. La variedad de estaciones y líneas del metro vienes le enseña que está usted en un país organizado. La frecuencia de los trenes, su puntualidad, la consideración del prójimo, el dejar asiento a las embarazadas, el orden para subir o bajar de los vagones, etc, no son más que muestras del nivel cultural de sus ciudadanos.
Por eso me divierten los metros. Como el de Viena. Si, ya sabe, completamente loco

martes, 5 de abril de 2011

Mujeres de plástico


En el museo Albertina de Viena han montado una exposición temporal con obras de Mel Ramos que hemos visitado. Un mito americano que siguen intentando vendernos en Europa los colonizados atlantocosmopaletos. El Sr. Ramos triunfo en la california liberal de finales de los años 60 como figura relevante del arte pop. El éxito consistió en pintar hembras al gusto americano: barbie’s de plástico con curvas abundantes y tetas exuberantes siempre erguidas, adornadas con falócratadas de pésimo gusto. Para muestra un botón: la maciza que sale erguida envuelta en piel de plátano vendiendo las plusvalías de las multinacionales bananeras. Siempre me ha asombrado la querencia americana por el plástico en general y de las mujeres en particular. El modelo pornográfico yanqui exportado mundialmente a través de Playboy y similares vende un modelo de mujer que no existe más que en las mentes de los mal follados. El photoshop de las tetas empalmadas.
Interesante como objeto de pensamiento es su serie A Salute to Art History, donde revuelve los clásicos con el cultura pop. Algo si me resulta insoportable: Se repitio hasta el aburrimiento.

domingo, 3 de abril de 2011

Las bragas al sol vienes


Andábamos el compadre J-G y el mendas arrastrando el lorcho por el centro de Viena. Sin dar encontrado una tienda distinta a las que hay en cualquier pueblo de Europa. Confirmando lo que los nacionalistas desnortados no quiere ni oír: usted ya no es ni alemán, español, francés o italiano. Usted es de Zara, Massimo Dutti, Hugo Boss, y lo que le de la cartera.
Allí, a la orilla del Danubio de mentira, ya que el de verdad queda kilómetros a desmano, nos encontramos con estos biquinis - ¿o eran bragas de hippy moderna? - para ninfas de barriga plana y pechos manzanas. Gustos y erotismos privados aparte, lo llamativo es la ilusión óptica con la que se venden. En medio de la montaña austriaca nos plantan bragas con yate de potentado bursátil y cielo mediterráneo desteñido. Visto lo concurrido que estaba la tienda debe de funcionar. Las hembras sueñan como los machos. Las hembras se visten para atraer a los machos. El capital vende ilusiones que tanto hembras como machos comparten.
Allí, a orillas del Danubio de mentira, con la pornografía del capital como señuelo, concluimos que lo que nos va no es el plástico si no el sexo.

sábado, 2 de abril de 2011

Albertina, entre el clacisismo y el photoshop


Cerca de la opera se encuentra el museo Albertina. Tiene poca pinta de museo. Parece un palacete de los muchos que hay en Viena. Algunos dudan incluso que pueda llamársele museo. Es otra cosa. Dentro, tras subir por su escalera blanca impoluta, con alfombra roja imperial, lámparas de cristal sobredimensionadas, muros tapizados, largas estancias de palacio burgués…la mayor colección europea de gravados.
Eso. La colección que guarda y poco enseña. Los dibujos de Leonardo da Vinci, Michelangelo Buonarroti, Raphael Santi, Albrecht Dürer, Peter Paul Rubens, Rembrandt Harmensz van Rijn, Claude Lorrain, Honoré Fragonard, Paul Cézanne, Egon Schiele, Gustav Klimt, Oskar Kokoschka, Pablo Picasso,Jackson Pollock,Robert Rauschenberg, Andy Warhol, Alex Katz, Franz Gertsch, Georg Baselitz, Anselm Kiefer, que cuelgan en las paredes no siempre son originales. Copias excelentes eso sí, que protegen los delicados pergaminos que se conservan en la barriga del museo.
La contemplación de un original de Schiele, por ejemplo, lleva a la duda. La copia es mucho más hermosa que el original. Por los colores vivos que presenta. Que no quiere decir que sean los auténticos. La discusión sobre este photoshop está servida. Me quedo con la copia. Aunque me insulten. El cultivo de los originales es necesario. Sin la mejora constante con las técnicas de la sociedad de ese momento jamás tendríamos un Rubens o un Velázquez. Etc.
La gran aportación del Albertina son sus exquisitas exposiciones temporales. Si esta en Viena, vaya