lunes, 31 de agosto de 2009

Rue Saint Nicolas, La Rochelle


La Rochelle da para muchos días. Las guías y folletos turísticos le darán muchas alternativas a donde ir. Yo solo le doy una: Recorra la Calle de San Nicolás y lo verá todo.
Es el resumen perfecto de lo que fue La Rochelle y de lo que queda cuando desaparecen las hordas de turistas y socialmanguantes franceses.
Es la calle de los hoteles baratos y hermosos. De las librerías que venden literatura. De la Librería Nautica. De las librerías de viejo. De las librerías de comics. De los restaurantes sabrosos. De la mejor tasca del pueblo. De las camisetas de regalo. Las frutas de la China. Las telas que todos desean. Las hermosuras para adornar la choza. Las hembras no menos hermosas. Los artistas despistados. Las intelectuales lánguidas. Los niños puberales. El viejo del sombrero que lo sabe todo. Los grabados antiguos. Los collares de los mares del sur. Los artistas inspirados. Los atuendos ligeros. Las postales viejas. Las casas de siempre. El ruido del aire marino. El sol atenuado. La vida.

domingo, 30 de agosto de 2009

Tradiciones y costumbres


Hay algunas cosas que no se pierden. Las costumbres. En llegando a cualquier puerto francés lo primero que hace este menda es dirigirse a la taberna del mismo y atizarse una Pelforth prieta, la mejor cerveza negra del mundo entero, y del mundial, con permiso de Elvira.
Da ánimos después de tanto traqueteo. Los optimistas dicen que es una bomba calórica. Los holandeses se la dan incluso a las madres después del parto para que se recuperen. Toda una metáfora lo del parto y la arribada.
A mi simplemente me sabe a gloria. Me combate algún mal de ojo que pudiera desearme el viaje al fondo del mar. Me sirve para sentarme y hacer la primera prospección antropológica de los parroquianos.
En La Rochelle hay que sentarse en el “Bistro du Port”. En el área proleta del puerto viejo. La vista es inmejorable. Los precios normales. El servicio rápido. Los locales, en mayoría….Disfrútela, si puede.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Entrar en La Rochelle


Arribamos. Tras la puesta del sol. Estaba como siempre. A tope.
Entrar en la Rochelle te pone caliente. Allí hay vida.
Antes tenía sus complicaciones. Pasando a vela entre las dos torres desaparecía el viento de súbito. Una jodienda, ya que siempre salía un barco más grande que el tuyo.
Ahora solo sale la lancha que va del puerto viejo a la marina de Mimes, el pasador de una ribera a la otra, el ingles despistado que entro buscando inútilmente un atraque, los dos locales con un primo en el ayuntamiento.
Hoy llegar a La Rochelle es atracar en la monstruosa marina del puerto de Mimes, una de la más grandes de Europa, llena de Tuperwares que solo salen a navegar en la imaginación de sus amos parisinos. Pero llegamos. También para la foto. Sin lluvia

sábado, 1 de agosto de 2009

Comer a bordo

La intendencia en los barcos es asunto delicado que suele acabar mal. Los nórdicos se atizan latas de sopas variadas mañana y noche. Los del sur optan por el pan con chorizo, las latas de sardinas, mejillones en escabeche. Los gallegos se nutren de empanada mientras dure.
De regreso en el puerto, todos a la pizzería, barato barato. Ganas de masacrar el gusto y maltratar el estomago.
He resuelto la cuestión a base de combinar algunas latas, ya que navegando no hay mucho espacio para el arte.
Conste que no se necesita navegar para probar mis platos. De verano, sirven de ensalada rápida para comer otra cosa que el aceite pringado a masa de procedencia dudosa, en los tugurios portuarios con o sin precio de langosta. Rápidas de hacer, rápidas de comer.
Aquí les describo tres versiones sobre lo mismo, dependiendo de las conservas que se pueda agenciar en el supermercado local.

Gambeirada
Es la más popular pero no mi preferida. Sera porque todos siguen soñando con una mariscada.
Cómprese en el supermercado: Lata de garbanzos blancos. Lata de maíz. Aceitunas rellenas de pimiento. Lata de espárragos blancos. Paquete de gambas cocidas y congeladas (Le recomiendo sin pelar ya que tienen mas sabor. Se conservan un día a bordo y las suelo dejar para comer el segundo día ya descongeladas. De paso, se distrae a la tripulación haciéndolos pelar una detrás otra bajo la consigna roja de la comida para el que la trabaja. Muy educativo todo) Perejil. Aceite de oliva. Sal. Pimienta blanca. Pimentón. (Los molinillos de especies son un descubrimiento para los barcos).
Las cantidades dependen de la tripulación. Mézclese todo, y a repartir hermanos
Aquí la tiene. Que le aproveche.


Navarrada
Mi versión favorita. Lata de garbanzos blancos. Lata de maíz. Lata de trigueros. Aceitunas negras. Aguacates. Sal. Aceite de oliva. Pimienta negra. Perejil.
Revuélvalo todo y espabile que se queda sin nada.
Mariñan
Una lata de alcachofas por persona. Lata de bonito en agua, o al natural, según el país de procedencia. (Yo, de bonito ibérico. No lo estropee con bonito en aceite, que si es de oliva es bueno para otras ocasiones). Espárragos. Aceitunas rellenas de anchoas. Lata pequeña de garbanzos blancos. Perejil. Aceite de oliva. Pimentón. Pimienta negra. Sal.
Revuelva, y lo mismo.
De acompañamiento le recomiendo que si puede se agencie un Albariño Santiago Ruiz, o un Mar de Frades. Si el Euro se le resiente no desespere. Un Ribeiro Reboreda da para mucho por menos de 5 euros, en Alcampo. Y si es usted afrancesado, como yo a veces, dele al Rueda que es patriótico y cuesta menos que las uvas del Loire. Solo en caso de urgente necesidad puede acompañarse de cerveza. ¿La mejor?, una blanca belga de Hoegaarden.