Me han preguntado
cual es el placer de subirse a un barco
y deslizarse entre las aguas. Pues poco hay que explicar. El placer es este: lo
que se ve. Imagínese que está usted agarrando la caña – el timón- del barco, y que se deja deslizar suavemente
entre el sonido cristalino de la proa abriendo camino. Eso. Si no le excita es
usted un tipo de tierra adentro. Siga contemplado el mar desde la playa. Y
tenga cuidado, que a veces la ola, lo que no flota, se lo traga. Como lo de la
banca, vamos
miércoles, 30 de mayo de 2012
martes, 29 de mayo de 2012
¿De que escriben los viajeros?
Un día atrapado en un puerto sin poder navegar
por falta de viento da para mucho. Mas si tienes una excelente conexión fiwi gratuita en tu barco.
Me he dedicado a leer lo que escriben los viajeros. Los viajantes.
Los aficionados. Los que viven de esto. Los que no viven pero viajan de esto.
Los que viven sin anunciarlo. Los fotógrafos, legión. Los cineastas, pocos. Los
que se disfrazan para vender al que paga. Los demás.
Hay de todo. Lo que es síntoma de salud. El
que no encuentre lo que le atrae es que no ha buscado. Unos cuantos son muy
buenos. Algunos insufribles. Muchos deberían repensarse. No por lo que dicen. Si por lo que callan.
Algunas verdades duelen: nuestros viajeros
siguen viviendo en los tiempos de la postal. Por mucho éxito que tengan. Nadie
los recordara pasada la crisis. Que los hundirá con la misma ola que los puso
en la cumbre.
Parece que lleva tiempo enterarse que ya no está
el horno para ponernos la foto repetida. Retwiteada cinco días seguida en
régimen de mañana y tarde. Acompañada de exclamaciones como precioso, hermoso,
lo mejor de, no se lo pierda. Eso, lo de acumular lugares visitados como mi
amigo L acumulaba bragas de ninfas, ya ha desaparecido. Este verano cientos de
viajantes se quedaran cerca de casa. Están avisados: eviten cosas como el
camino ese que se inventaron los gallegos hace veinte años. O la sierra de los
engomados. El parque natural de su pueblo. Las playas violadas del periódico.
Los pueblos con encanto de la guía de turno. Los arenales del surf. La playa
catedralicia. El granito a la vuelta de la esquina. Este verano todos esos lugares estarán a
rebosar. Incluso los pudientes nórdicos se quedaran en
casa. Por aquello del nunca se sabe.
Tiempo para repensar. ¿Han leído ustedes a
muchos viajeros que les cuenten, por ejemplo, cómo viven la crisis los nórdicos?
Yo no lo he encontrado. Eso sí, que si los porros de Ámsterdam, que si los
canales de Ámsterdam. Que si el barrio jipi de Copenhague. Que si el mismo
barrio, nunca lo hubo, de Berlín. Que si la fiesta de la cerveza de aquí. Que
si los trenes de Suiza. ..Empiezo a pensar que los modernos viajeros, de foto
en foto y tiro porque me toca no se enteran de lo que pasa a su alrededor.
Lo mismo pasa si les da por meterse en una
caja y volar a Tailandia. Nos contaran que los enlaces del aeropuerto les ha
destrozado el sueño. Que si el templo estaba en su sitio. Que si la playa muy
virgen no era tal, y tan puta la han convertido que se fueron a la próxima que
no era distinta si no otro. Pero jamás nadie le contara que pasa en la vida
cotidiana del tailandés.
Antes, los viajeros, tenían un toque de
antropólogo aficionado. Eran los tipos que describían lo que el ojo les dejaba
ver. Observaban al local. Intentaban conectarse. Se enteraban de lo que comía, bebía,
leía, pensaba. Los muy buenos incluso compartían hábitos. Hasta el de la encoñacion. Pues hasta eso vamos perdiendo, ahora que
todos orgasmean asépticamente vía el
twitter.
Señores y señoras viajeros, déjense de
caralladas y pónganse a describir lo que ven. Todo. Hasta el último detalle. Y
si nada ven, cómprense unas gafas nuevas o quédense en casa. Y para los necesitados, ya saben, miren a lo alto del palo, que alli siempre hay una veleta marcando de donde viene el viento. El rumbo pues.
Del aranque a la tortilla
Que vamos degenerando ya lo sabían todos.
Incluso los que tienen media neurona funcionando a tiempo parcial. No hace
falta ser nada listo para saber que Bankia y similares se ha ido al carallo por
la rapacidad de unos tipos que mayormente se asocian con la derechona y los
gaviotas de gomina. Incluso los que tienen la memoria frágil por falta de uso o
estomago agradecido, saben cómo el resto que la cosa empezó cuando el retaco aquel
castellano decidió curar su narcisismo fracasado poniendo los pies en mesa
ajena. Error de nuevo rico.
Cuando yo tenía dieciséis años ya les contábamos
a los tipos de la misma tribu, que andar detrás de los coños de las hijas de la
armada, esencia de la patria, la línea recta, y las buenas costumbres, era una
idea nefasta. Abrir se abrían, pero a fuerza de perder el tiempo en romerías y novenas, para despistar.
Ellas. Sabían a rancio antes de usarlos. Aprendimos a disfrutar del alegre, limpio, festivo, coño proletario, que se abría al grito de esto
es lo que hay entre los grelos de las leiras de Santa Mariña. Sin engaños ni inflación
de lo que no había.
Ustedes preguntaran que tiene que ver el sexo
con la política. Todo. Si no te dejan meterlo donde fantaseas, o que te lo meta
el que te gustaría, perdonen las ninfas por la metáfora machista, los resentidos
de toda casta se dedican a meterlo en sucedáneos en vez de preguntarse porque
no entra, porque no se abre. No es que
metan la mano en lo que no es de ellos. Es que meten todo en todo. Y lo
anuncian al por mayor.
Luego vienen los gacetilleros, esos mercenarios
de la pluma que paga, barata, el capital, y nos lo vende como la nueva pirámide
del milenio. Allá van todos a copiar.
Hace tiempo, antes incluso de los dieciséis,
cuando pateabas por las calles del Ferrol proletario y las tiendas se llamaban
ultramarinos y coloniales, admirabas las cajas de arenques expuestas en la
puerta. Eran aquellos peces que comprabas a mazo, envueltos en papel de
estraza, que se comían con pan de millo, maíz para los no dados a los idiomas,
y vino romano con gaseosa feito en Betanzos.
Lo otro, lo de la tortilla, no tenía mérito.
Las patatas las daba la tierra, casi gratis. Los huevos también. Que aunque
vinieran de las gallinas, toda casa se alimentaba de su corral. Éramos
autosuficientes para no morir de hambre ni de miseria intelectual. Lo que teníamos
era nuestro.Luego nos intentaron convencer que la tortilla no solo era patria si no manjar. La empaquetaron de lujo, los huevos se volvieron de oro visto el precio, y los muy gilipollas dejaron de enterarse que donde están las proteínas es en el arenque. Ese pescado que viene del mar que es nuestro. Aunque también nos lo quieran robar. Como el dinero, ahorro, de las cajas.
domingo, 27 de mayo de 2012
Las tripulaciones de los yates
Después de horas agarrado al café aguantando
que la tripulación despierte, uno tiene para publicar todo un manual de antropología
de señoritos mareantes. El trabajo de campo se realiza sin cansancio, lo que
produce placer.
Les cuento: Las que tienen que enseñar, lo enseñan independientemente de la edad. Las que no tiene, lo ocultan, las más; las hábiles lo camuflan. Lo de enseñar no crea usted que solo se refieren al cuerpo. La palabra debe aplicarse en la total extensión del concepto.
El colectivo masculino opta mayormente por la opción
informal. Yo de mayor también quise ser bucanero. A menor edad, mayor querencia
por las marcas caras.Les cuento: Las que tienen que enseñar, lo enseñan independientemente de la edad. Las que no tiene, lo ocultan, las más; las hábiles lo camuflan. Lo de enseñar no crea usted que solo se refieren al cuerpo. La palabra debe aplicarse en la total extensión del concepto.
La nacionalidad no es solo cosa de pasaporte. P.e. los alemanes, muy abundantes en el puerto donde hoy me encuentro, pueden tener un Mercedes en el aparcamiento pero carecen totalmente de gusto. No confundir con barato. Optan mayormente por el modelo masa. Tartas sin frutas como metáfora. ¿Les suena?
Los nuevos ricos en sus barcos a motor, tienen eslora directamente proporcional a la panza que transportan. Ellas hacen juego con exquisita perfección.
Los de la vela, mantienen el tipo como pueden, incluyendo a sus hembras. Lo que no dice nada de ellos si no de ellas. La caza de los genes adecuados no es directamente proporcional al tamaño del barco si no a la destreza en usarlo. Cuanto más pirata el más hermosa ella.
De lo anterior puede pensarse que el mérito es de ellos pero además de ser dudoso jamás ha sido demostrado. Algunos autores mantienen que a ellas les va la barba y la barbarie pero no deja de ser una especulación interesada. (Por la que, confieso, me inclino)
Cuando antes comienzan a navegar los hijos que se arrastran mayor es la posibilidad de que deserten. A bordo solo se oyen bebes llorando y, pocos, púberes malcarados. Otras edades no se ven.
A mayor exhibición de barco mayor exhibición de ninfas.
La mayoría de los navegantes son viejos. La juventud se dedica a otros menesteres. (No confundir con no tiene euros. Los mareantes de estos lares no saben todavía lo que es la crisis)
Las tripulaciones mejor combinadas son las que tienen los barcos más limpios y ordenados.
En fin, podría seguir pero todo se resume en un paradigma de la sociobiología tan fuerte como evidente: nadie que use la inteligencia se acuesta con un chapuzas
domingo, 20 de mayo de 2012
Zierikzee
Los ricos holandeses lo descubrieron hace
tiempo. Seguidos por los alemanes y belgas. No, no piense que porque por allí se
muevan los euros el pijerio abunda. A los nórdicos el calvinismo capitalista
les ha enseñado que la pasta se tiene y no se muestra. Presumir de ella, el
blinblin de los católicos, se detesta militantemente. Razón tienen viendo lo
que hay.
Aquí pueden ver lo que se exhibe. Barco
respetable. Restaurantes discretos. Ninfas combinadas. Turistas de pantalón corto
en procesión. Edificios de lo que fue y ya no es. Museo marítimo “en construcción”.
La memoria de cuando eran los reyes del tráfico de esclavos pagados sobre la
biblia al mejor postor.
El progreso los ha dejado un tanto desmendrellados.
Además estas aguas, con sus fuertes corrientes y su clima encabronado, no es lo
más relajado para navegar. Pero de eso se trata. De mantener a tope la
adrenalina. Que el relajo es la mejor forma de perder el capital. Y la vida.La noche de Den Osse
No es un truco. Tampoco un juego de luz. Es lo
que ven tus ojos cuando amaneces a las tres de la mañana en un puerto “deportivo”.
Todos duermen. De sueño o de alcohol. Ninguno folla. Todos los mareantes se han
hecho mayor y a sus años, los polvos, si los hay, son a horas santificadas.
El único ruido que hay es el del viento.
Marcando el ritmo con el sonido de las cuerdas múltiples que chocan contra mástiles,
amarres y lo que se ponga por delante. Alguna bandera se agita. El resto son
luces que van y vienen. Como el faro de Ouddorp. Allá a lo lejos. Que se deja
ver en la noche estrellada.
Más no hay. Silencio. Roto por la meada que
cae sobre el agua. A estas horas, además de follar, el único motivo para
despertarse: desaguar la vejiga.
Amanecer en Den Osse
Allí solo van los que llegaron. Sin
literatura. Cinco holandeses, dos belgas, tres alemanes, un gallego, un inglés,
dos chinos ilegales. Lo que hay.
Queda a desmano. En la última frontera civilizada. Mientras que dure. La arena crece y los bajos ensanchan convirtiendo las aguas en un nuevo laberinto de canales buenos para las ostras y las crías de peces. No más. Llegará el día en que el mar quede lejos.
Las focas se multiplican. Los buceadores también. Las medusas crecen más rápidamente imponiendo el equilibrio. Solo el hambre aumentan el número de cañas en busca de las baratas proteínas del mar. Todos en el mismo sitio haciendo masa sin molestar.
En Den Osse hay barcos. Pagados. Los otros, los comprados para blanquear los euros del capital están en Port Zeelandia. Millas más arriba. Cerca de Rotterdam. Allí podrá contemplar yates para dar varias veces la vuelta al mundo que jamás navegaron ni navegaran. Todo lo más usados de lupanar bajo la disculpa de una reunión de trabajo en los días soleados que poco abundan por estos pagos
Desde Den Osse se navega. Se acumulan horas de mimo a la cascara flotante. Los hay de todo tipo y colores. Se les adivina la nacionalidad entre los pontones: el orden alemán, la comida de los belgas, el anarquismo holandés del todo vale, el uniforme exquisito del té a las cinco y el whisky a todas horas llueva o llueva, siempre llueve, del hijo de la Gran Bretaña…
Los amaneceres solo son cortados por los graznidos de las gaviotas. El pueblo navegante, educado, no viola el silencio mágico del sol que renqueando comienza a iluminar el día. Mientras miras para la veleta pensando que rumbo pondrás hoy. Eso, el rumbo, que siempre lo marca la naturaleza. Aunque a los románticos utópicos les encante decir que lo han escogido ellos. Todavía hay quien no se enteran que todo, incluso la estupidez, es un programa de aminoácidos.
Queda a desmano. En la última frontera civilizada. Mientras que dure. La arena crece y los bajos ensanchan convirtiendo las aguas en un nuevo laberinto de canales buenos para las ostras y las crías de peces. No más. Llegará el día en que el mar quede lejos.
Las focas se multiplican. Los buceadores también. Las medusas crecen más rápidamente imponiendo el equilibrio. Solo el hambre aumentan el número de cañas en busca de las baratas proteínas del mar. Todos en el mismo sitio haciendo masa sin molestar.
En Den Osse hay barcos. Pagados. Los otros, los comprados para blanquear los euros del capital están en Port Zeelandia. Millas más arriba. Cerca de Rotterdam. Allí podrá contemplar yates para dar varias veces la vuelta al mundo que jamás navegaron ni navegaran. Todo lo más usados de lupanar bajo la disculpa de una reunión de trabajo en los días soleados que poco abundan por estos pagos
Desde Den Osse se navega. Se acumulan horas de mimo a la cascara flotante. Los hay de todo tipo y colores. Se les adivina la nacionalidad entre los pontones: el orden alemán, la comida de los belgas, el anarquismo holandés del todo vale, el uniforme exquisito del té a las cinco y el whisky a todas horas llueva o llueva, siempre llueve, del hijo de la Gran Bretaña…
Los amaneceres solo son cortados por los graznidos de las gaviotas. El pueblo navegante, educado, no viola el silencio mágico del sol que renqueando comienza a iluminar el día. Mientras miras para la veleta pensando que rumbo pondrás hoy. Eso, el rumbo, que siempre lo marca la naturaleza. Aunque a los románticos utópicos les encante decir que lo han escogido ellos. Todavía hay quien no se enteran que todo, incluso la estupidez, es un programa de aminoácidos.
La competición por las proteínas
Se pasan la existencia luchando contra el mar. Lo han colgado de bandera. Se han convertido en expertos. Lo exportan. Forrándose. Es una inutilidad. Todos, ellos también, saben que un día, durante una tormenta perfecta, volverá la ola a llevarlo todo por delante. No importa. Nada estimula más el crecimiento que la lucha por sobrevivir. Aunque ahora los aldeanos de tierra a dentro vendan la mentira de conservar lo que no es tuyo.
Algunos inventos para controlar el mar son espectaculares. Se lo he contado alguna vez. Como las esclusas que cierran el Oosterschelde. Otras son igual de importantes. Aunque menos eyaculadoras. Esta, que no se ve ni se adivina, es el cierre del Mar de Grevelingen. Por donde en la tormenta perfecta del año 1953 entro el agua asesina rompiendo diques y vida.
Que no se vea no quiere decir que no exista comunicación entre el mar de dentro y el mar de fuera. Donde el pueblo pesca, los tubos que se abren y cierran según la marea, dejan pasar la vida. No solo peces, si no la colonia de focas que viven a ambos lados del dique que para ellos no existe.
Ahí comienza la competición por las proteínas. Mientras que los proletarios de Rotterdam intentan acumular proteínas gratuitas pescando geep o pez aguja, esos sabrosos peces que nadie compra en la pescadería por sus lunares verdes que la ignorancia equipara con veneno, las focas defienden sin miedo su territorio. Asoman sus cabezas de perro marino pidiendo lo que siempre fue suyo.
No sé si tienen santo al que rezarle para que llegue pronto la ola redentora, pero de momento no se quejan. La limitación del desagüe hace que todo pez entre en el embudo. Solo hay que colocarse estratégicamente a la salida y esperar a las ricas proteínas. ¿Le suena? Vamos, como el capital vampiro que los maltrata en sus pagos.
domingo, 13 de mayo de 2012
Las maderas pintadas de Hindeloopen
¿Dónde queda Hindeloopen? A desmano. Aldea de
la Frisia holandesa con derechos de ciudad, dejo de crecer hace tiempo. Fue
puerto de pesca en el tiempo en que los holandeses iban a la anchoa y el
arenque en el Zuiderzee. Literatura fantástica
al día de hoy. Para mal mayor la entrada a su puerto siempre queda a sotavento.
Un imposible entrar y salir en días de movimiento.
Se dedicaron a vivir pintando la madera como
nadie. Sus colores tradicionales no han cambiado mucho con los siglos. Son auténticas
obras de orfebrería. La bandeja que porta las estatuillas de mareantes que
antes le he enseñado proviene de
aquellos talleres.Ese es el motivo de que aunque quede en el culo del mundo, los fines de semana, hordas de turistas recorran el hermoso pueblo. Mirando. Ya que los precios de la orfebrería están en consonancia con las horas dedicadas al trabajo.
Si algún día pasa por aquellas aguas pare a verlo. Merece la pena
Las colecciones del capitán
Los mareantes no son esos politicastros que
hoy dice no y mañana si. Los mareantes no son ni la suegra, ni los cuñados.
Tampoco las vecina –¿o es el vecino?- arrastra muebles, la tía Engracia, el
girasol de tu amigo. Mareantes son los que hacen la marea. Los que salen al
mar. A por el pescado, la vida, lo que se tercie.
Los mareantes son unos tipos, mayormente tipos, que amontonan en sus guaridas inmensas colecciones de abalorios recolectados por todos los puertos y arenales que visitan. Colecciona lo imposible. Lo que el resto de los mortales no imaginan. Escamas de peces, tornillos oxidados, piedras de ribera, estrellas de mar secas, pinzas de centolla, mechones de ninfas, portulanos, cartas marinas, medias quillas, banderas, boyas, nasas, intimidades de hembras, pipas, pitos de contramaestre, ¡lo que se les ocurre!
A este se le ocurrió comenzar coleccionando
mareantes. Ya no tiene donde ponerlos. Las primeras estatuillas de mareantes las
hicieron los propios marineros en los momentos de calma chicha. Fue la gran época
de la talla de los balleneros, los mareantes del bacalao, etc. Los mareantes son unos tipos, mayormente tipos, que amontonan en sus guaridas inmensas colecciones de abalorios recolectados por todos los puertos y arenales que visitan. Colecciona lo imposible. Lo que el resto de los mortales no imaginan. Escamas de peces, tornillos oxidados, piedras de ribera, estrellas de mar secas, pinzas de centolla, mechones de ninfas, portulanos, cartas marinas, medias quillas, banderas, boyas, nasas, intimidades de hembras, pipas, pitos de contramaestre, ¡lo que se les ocurre!
En los años 90 los agudos bretones, en pleno esfuerzo de relanzar su patrimonio marítimo ya desaparecido, inundaron los quioscos de los puertos de Bretaña con una colección de figuras de mareantes realizadas en madera policromada. Fue un éxito total. Realizadas en distintos tamaños a gusto de todos los bolsillos fueron vendidas hasta la extenuación. Los ingleses copiaron la idea y recrearon los modelos haciéndolas en arcilla. Más tarde llegaría la reinvención italiana que todo copia y mejora. Los rusos se apuntaron al negocio con sus versión de piratas. Hasta que los chinos, haciendo realismo socialista, invadieron los comercios del mundo con figuras de fibra cada vez más elaboradas. Siguen apareciendo cada día nuevos modelos aunque ya han perdido la frescura del palo amoldado a navajazos.
Si algún día va por ahí y ve una figura interesante no dude en comunicarlo. Que mejor disculpa para una navegación que ir a buscarla para ampliar la colección de nuestro capitán da maré oceánica
domingo, 6 de mayo de 2012
Viva La France!
Hay que celebrarlo. Hemos vuelto a derrotar a los alemanes. La competición fue reñida, pero esta vez les hemos dado donde mas les duele: en la razón del pensamiento.
Usted dirá que qué tiene que ver una cosa con otra. Debería viajar mas y leer menos la canallesca que miente sin pasión. Los que miente les cuentan que los franceses han elegido presidente. Es mentira. Eso era secundario. Francia, y con ella todos los que con la mente han votado, han luchado para mantener un modo de vida mas próximo al que mamamos: ricos no somos pero reír mucho follamos. Es lo que hay.
Algunos nos maltratan con análisis de deudas, euros, crecimiento, parados. De nada de eso va. Iba y va de como sobrevivir en la existencia exigua en la que nos movemos.
¿Nos comportamos como maquinas de producción para generar en exclusiva las plusvalías del capital? ¿O racaneamos lo que podemos y aunque la casa tenga goteras comemos callos los jueves y lacón con grelos los domingos? El resto, masturbaciones de periodista. Por eso hoy, mas que nunca: viva La France carallo!
Las cervezas de los trapenses de Tilburg
Esta majestuosa abadía gobernada por los monjes trapenses elabora la única cerveza de monasterio en Holanda.
Nada menos que nueve tipos diferentes de elixir elaboran los monjes, que han mejorado manifiestamente su calidad. Algunos son soberbios. Como La Trappe Isid’or, elaborada por primera vez en 2009 para conmemorar los 125 años de existencia de la cervecera.
Aunque les confieso que mi favorita para lo cotidiano es La Trappe blond, una rubia de sabor exquisita que no encontrara en otras botellas.
Para los adictos la abadía bien vale un viaje. A un paso podrá usted visitar tambien Breda y Den Bosch, ciudades que merecen ser pateadas.
Aunque el mejor secreto, que no viene en ninguna guía, es perderse por los bosques y lagos de las tierras de Hilvarenbeek, en el latifundio de Utrecht. (No confundir con la ciudad del mismo nombre). Alli, perdido entre los arboles, en un cobertizo de madera, le hacen los mejores huevos fritos con bacon del mundo mundial.
sábado, 5 de mayo de 2012
Un día tal cual volvimos a derrotar a los alemanes
Un día como hoy, unos cuantos europeos procedentes de distintas naciones, con el refuerzo de los canadienses expulsaron al invasor nazi de los Países Bajos. Desde aquella el 5 de mayo es fiesta nacional en Holanda.
Como país serio que son lo celebran en dos etapas. La víspera, el día 4, a la caída de la tarde, cientos de personas se reúnen en distintas localidades del país a honrar a los muertos. No solo a los héroes oficiales y uniformados, sino a todos aquellos y aquellas que perdieron la vida por la libertad. Los dos minutos de silencio se cumplen a rajatabla en todo el país. Hasta los coches paran en los arcenes de las autopistas. Todavía quedan pueblos con memoria histórica.
En Ámsterdam, la plaza del Dam se llena de público acompañando a la reina. Es la ceremonia oficial que compite en devoción popular con las concentraciones de todo tipo y color por el resto del país. La fiesta, el cinco. Con festivales en todas las ciudades y pueblos que son visitados masivamente.
Desde hace unos pocos años los políticos del todo vale nos intentan contar que los alemanes de hoy no son los de aquella. Que todos somos europeos, hermanos. Todos los años se tira el globo sonda de honrar también como víctimas a aquellos parias que mataron y se dejaron matar con el uniforme de la Wehrmacht
Con la misma tozudez el pueblo unido responde que a los alemanes ni agua. Es la memoria historica de generaciones que a pesar de haber vivido 66 años en paz al lado del vecino poderoso sigue desconfiando de esos pueblos germanos que cromosomaticamente son profundamente primitivos. La razón viene del éxito arrasador de la cultura prusiana que mantienen militantemente que orden y disciplina es igual a prosperidad, que no es lo mismo que progreso.
El resto de Europa aprendió a lo largo de la historia que calidad de vida no es sinónimo de oro en la faltriquera. Ellos, los hijos del Rin, siguen sin enterarse.
Ahora que tanta propaganda nos hacen los girasoles de la derechona sobre las artes alemanas, conviene más que nunca mirar a las respuestas de aquellos pueblos que por las lecciones de la historia conocen bien el percal. Y eso es lo que se aprende en el viaje: prepárate para volverlos a derrotar una vez más.
Algunos, es que siguen sin enterarse.
Bucear en Le Serpent
No hay peces de brillantes colores. Ni aguas azules ni transparentes. ¿Calor, eso que es? El agua está congelada, amarillenta de la arena en suspensión que lleva. La visibilidad mala a matar. Con suerte eso sí, lo visitara una foca o los cientos de nécoras que se arrastran por los fondos. Pero a eso no van. Los buceadores nórdicos acuden en peregrinación uno detrás de otro a sumergirse en las entrañas de Le Serpent. Un barco de ferrocemento que fue usado como gabarra y acabo su vida útil convirtiéndose en arrecife artificial junto con otros barcos más pequeños de hierro: La rata y la foca.
Pueden leerlo y verlo en su site. El viaje merece la pena. Ya que aunque parezca artificial y masificado, no lo es. La eficacia holandesa hasta eso controla.
Los colores de las fotos
Las dos fotos, sacadas desde el mismo lugar cabalgando sobre un bicicleta Brompton, describen dos estados de ánimo. Unos se inclinan por el preciosismo del color. Otros aman, dicen, el dramatismo del blanco y negro. Ahí jodimos la discusión. A mí el color me parece dramático. Asesino. Mientras que el blanco y negro y sus grises me parece una versión descafeinada de la realidad.
Opine, si puede.
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