martes, 29 de mayo de 2012

¿De que escriben los viajeros?


Un día atrapado en un puerto sin poder navegar por falta de viento da para mucho. Mas si tienes una excelente conexión fiwi  gratuita en tu  barco.
Me he dedicado a leer  lo que escriben los viajeros. Los viajantes. Los aficionados. Los que viven de esto. Los que no viven pero viajan de esto. Los que viven sin anunciarlo. Los fotógrafos, legión. Los cineastas, pocos. Los que se disfrazan para vender al que  paga. Los demás.
Hay de todo. Lo que es síntoma de salud. El que no encuentre lo que le atrae es que no ha buscado. Unos cuantos son muy buenos. Algunos insufribles. Muchos deberían repensarse.  No por lo que dicen. Si por lo que callan.
Algunas verdades duelen: nuestros viajeros siguen viviendo en los tiempos de la postal. Por mucho éxito que tengan. Nadie los recordara pasada la crisis. Que los hundirá con la misma ola que los puso en la cumbre.
Parece que lleva tiempo enterarse que ya no está el horno para ponernos la foto repetida. Retwiteada cinco días seguida en régimen de mañana y tarde. Acompañada de exclamaciones como precioso, hermoso, lo mejor de, no se lo pierda. Eso, lo de acumular lugares visitados como mi amigo L acumulaba bragas de ninfas, ya ha desaparecido. Este verano cientos de viajantes se quedaran cerca de casa. Están avisados: eviten cosas como el camino ese que se inventaron los gallegos hace veinte años. O la sierra de los engomados. El parque natural de su pueblo. Las playas violadas del periódico. Los pueblos con encanto de la guía de turno. Los arenales del surf. La playa catedralicia. El granito a la vuelta de la esquina.  Este verano todos esos lugares estarán a rebosar. Incluso los pudientes nórdicos se quedaran en casa. Por aquello del nunca se sabe.
Tiempo para repensar. ¿Han leído ustedes a muchos viajeros que les cuenten, por ejemplo, cómo viven la crisis los nórdicos? Yo no lo he encontrado. Eso sí, que si los porros de Ámsterdam, que si los canales de Ámsterdam. Que si el barrio jipi de Copenhague. Que si el mismo barrio, nunca lo hubo, de Berlín. Que si la fiesta de la cerveza de aquí. Que si los trenes de Suiza. ..Empiezo a pensar que los modernos viajeros, de foto en foto y tiro porque me toca no se enteran de lo que pasa a su alrededor.
Lo mismo pasa si les da por meterse en una caja y volar a Tailandia. Nos contaran que los enlaces del aeropuerto les ha destrozado el sueño. Que si el templo estaba en su sitio. Que si la playa muy virgen no era tal, y tan puta la han convertido que se fueron a la próxima que no era distinta si no otro. Pero jamás nadie le contara que pasa en la vida cotidiana del tailandés.
Antes, los viajeros, tenían un toque de antropólogo aficionado. Eran los tipos que describían lo que el ojo les dejaba ver. Observaban al local. Intentaban conectarse. Se enteraban de lo que comía, bebía, leía, pensaba. Los muy buenos incluso compartían hábitos. Hasta el de la encoñacion.  Pues hasta eso vamos perdiendo, ahora que todos orgasmean asépticamente  vía el twitter.


Señores y señoras viajeros, déjense de caralladas y pónganse a describir lo que ven. Todo. Hasta el último detalle. Y si nada ven, cómprense unas gafas nuevas o quédense en casa. Y para los necesitados, ya saben, miren a lo alto del palo, que alli siempre hay una veleta marcando de donde viene el viento. El rumbo pues.

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