Un día atrapado en un puerto sin poder navegar
por falta de viento da para mucho. Mas si tienes una excelente conexión fiwi gratuita en tu barco.
Me he dedicado a leer lo que escriben los viajeros. Los viajantes.
Los aficionados. Los que viven de esto. Los que no viven pero viajan de esto.
Los que viven sin anunciarlo. Los fotógrafos, legión. Los cineastas, pocos. Los
que se disfrazan para vender al que paga. Los demás.
Hay de todo. Lo que es síntoma de salud. El
que no encuentre lo que le atrae es que no ha buscado. Unos cuantos son muy
buenos. Algunos insufribles. Muchos deberían repensarse. No por lo que dicen. Si por lo que callan.
Algunas verdades duelen: nuestros viajeros
siguen viviendo en los tiempos de la postal. Por mucho éxito que tengan. Nadie
los recordara pasada la crisis. Que los hundirá con la misma ola que los puso
en la cumbre.
Parece que lleva tiempo enterarse que ya no está
el horno para ponernos la foto repetida. Retwiteada cinco días seguida en
régimen de mañana y tarde. Acompañada de exclamaciones como precioso, hermoso,
lo mejor de, no se lo pierda. Eso, lo de acumular lugares visitados como mi
amigo L acumulaba bragas de ninfas, ya ha desaparecido. Este verano cientos de
viajantes se quedaran cerca de casa. Están avisados: eviten cosas como el
camino ese que se inventaron los gallegos hace veinte años. O la sierra de los
engomados. El parque natural de su pueblo. Las playas violadas del periódico.
Los pueblos con encanto de la guía de turno. Los arenales del surf. La playa
catedralicia. El granito a la vuelta de la esquina. Este verano todos esos lugares estarán a
rebosar. Incluso los pudientes nórdicos se quedaran en
casa. Por aquello del nunca se sabe.
Tiempo para repensar. ¿Han leído ustedes a
muchos viajeros que les cuenten, por ejemplo, cómo viven la crisis los nórdicos?
Yo no lo he encontrado. Eso sí, que si los porros de Ámsterdam, que si los
canales de Ámsterdam. Que si el barrio jipi de Copenhague. Que si el mismo
barrio, nunca lo hubo, de Berlín. Que si la fiesta de la cerveza de aquí. Que
si los trenes de Suiza. ..Empiezo a pensar que los modernos viajeros, de foto
en foto y tiro porque me toca no se enteran de lo que pasa a su alrededor.
Lo mismo pasa si les da por meterse en una
caja y volar a Tailandia. Nos contaran que los enlaces del aeropuerto les ha
destrozado el sueño. Que si el templo estaba en su sitio. Que si la playa muy
virgen no era tal, y tan puta la han convertido que se fueron a la próxima que
no era distinta si no otro. Pero jamás nadie le contara que pasa en la vida
cotidiana del tailandés.
Antes, los viajeros, tenían un toque de
antropólogo aficionado. Eran los tipos que describían lo que el ojo les dejaba
ver. Observaban al local. Intentaban conectarse. Se enteraban de lo que comía, bebía,
leía, pensaba. Los muy buenos incluso compartían hábitos. Hasta el de la encoñacion. Pues hasta eso vamos perdiendo, ahora que
todos orgasmean asépticamente vía el
twitter.
Señores y señoras viajeros, déjense de
caralladas y pónganse a describir lo que ven. Todo. Hasta el último detalle. Y
si nada ven, cómprense unas gafas nuevas o quédense en casa. Y para los necesitados, ya saben, miren a lo alto del palo, que alli siempre hay una veleta marcando de donde viene el viento. El rumbo pues.
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