sábado, 26 de marzo de 2011

El gran café vienes


Hace tiempo que en este blog les conté como funciona un gran café vienes. Fue cuando con la ninfa de la minifalda visitamos en pleno invierno un simposio sobre ya no me acuerdo. Hacia tanto frio y viento que para aliviar la congelación de las partes de la niña visitamos todos los cafés que ofrecía el camino. Puede leerlo por aquí.
De esta vuelta, con ninfas más pudorosas, señores en edad de otras cosas, y mejor tiempo, cultivamos terrazas. Lo que no da para escribir ni un post: son como las de toda Europa.
Lo de los cafés si, si da. En este que les enseño en las fotos, reculamos varios veces para matar el hambre y atizarnos de café.
La historia se repite. El territorio esta comandado por señores de edad indefinida y pelo blanco. Siempre ellos. Firman la cuenta con su nombre para evitar cualquier equivocación. Te atienden como quieren: encantadores con las ninfas, zalameros con las señoras, sumisos con caballeros de cartera abundante, despreciativos con la plebe, distantes con la masa, agudos con el intelectual, compasivos con los desquiciados, caritativos con el desahuciado.
Conoce a la clientela. Te reciben como si estuvieras en tu casa. Juegan a ser amigo de toda la vida. Te recomiendan lo que necesitas. Incluso, si estas despistado, alertan sobre posibles piezas a cazar. Más barato y eficiente que un psiquiatra. Se los recomiendo. Se licenciaron en la universidad de la vida.
Solo evite pedir un vienes y cabrearse por que le han traído otra cosa. Un café con nata en Viena se llama un Einspanner. Si lo quiere con gotas, litros, de ron, pida un Fiaker. Un solo es un Schwarzer. Con leche, Melange.

miércoles, 23 de marzo de 2011

En Viena olvídese de Freud


Berggasse 19. Era la dirección mítica. En los años en que presos del aburrimiento que imponía el general, nos dedicábamos a asesinar el tiempo leyendo hojas y hojas en la Compostela todavía no destrozada por la imbecilidad peregrina. Toda una inversión los tres tomos de las obras completas del señorito judío, que más tarde vendería Alianza a parroquias y en versión bolsillo barato.
Jamás me fascino. Siempre pensé que aquel señor de mirada severa además de escribir bien disimulaba algo. Luego descubrí que se mataba a polvos blancos y de los otros. Luego supe que sus masturbaciones producían, en palabras de Woody Allen, que te gastes 10.000 dólares en el psicoanalista para descubrir lo que ya sabias: jodida la relación con tu padre. Luego presencie que no tenía ninguna respuesta para los enfermos mentales que tratábamos. Luego … lo más duro fue leer como fue aniquilado por Edward Shorter en su historia de la psiquiatría: su gran éxito se debió al nazismo; de no ser por los nazis no hubiera pasado de ser un medico avispado para las aburridas judías adineradas de Viena.
Todo lo anterior no es argumento para desanimarlo a visitar la casa de Freud en Viena. El desánimo es llegar y encontrarse que todas las reliquias que usted desea ver hace años que se encuentran en Londres, donde Freud paso su últimos años. Es el pago que el judío le dio, con razón, a aquella sociedad convertida militantemente al nazismo. Aunque hoy ya no se cuente Freud abandono Viena disparado antes de que le disparasen.
Eso, evítese buscar lo que no hay

domingo, 20 de marzo de 2011

Museo Leopold, Viena








Es un edificio singular. De piedra blanca. Un juego de escaleras te llevan a la planta alta para lentamente descender recorriendo las luminosas salas donde cuelgan cuadros de Klimt, Kokoschka, Schiele y sus hembras de piernas abiertas, mi favorito. Ese anarquista borracho que se destruyó pervirtiendo el orden por la vía de enseñar lo que toda la mujeres tienen entre las piernas. La burguesía freudiana, tamaña noticia, no pudo soportarla. Lo mandaron al infierno mientras ellas iban a sublimar la histeria en el diván de la Berggase 19, donde el judío entra interpretación e interpretación onírica se las follaba. Acabo volviendo al redil vía el casorio. El hambre mata y no hay nada mejor que vivir a cuenta de una burguesa enconada. Desde aquella bajo la calidad de sus obras. Aunque usted de turista no lo note. Se confirma la tesis de que ellas te escogen por ser bohemio y revolucionario, y una vez liado y atado intentan convertirte en un empleado de banca.
El Leopold posee una de las mayores colecciones de Schiele, lo que permite contemplar las distintas fases de su obra en un espacio. Además, de postre, algunas obras interesantes de Klimt y otros autores de la escuela llamada “Secesión”. Si duda, es el museo más visitado de Viena.

sábado, 19 de marzo de 2011

Viena, entre la opera, Mozart y los valses






La banda con la que he viajado a Austria decidió sacar la vena cultural. Rebuscando en los fondos de la cartera nos fuimos a la opera. La Staatsoper.
La elección es importante. En Viena es el turista asaltado al estilo marroquí por cientos de tipos disfrazados de Mozart, en rojo, o esbirros del emperador con tricornio guardiacivilero, en negro. Intentan venderle entradas para cualquier cosa que suene a música. Mozart es lo abundante, pero los acordes burgueses de Chopin no se quedan atrás. Incluso algunos, buscando agujeros en el mercado, se atreven con Malher y alguna obertura Wagneriana. La elección es amplia: Volksoper, Musikverein, Staatsoper, Konzerthaus…que no lo engañen. Muchos de estos conciertos ofrecidos por bandas de estudiantes de conservatorio. Si no fuera por el precio, asalto a mano armada, no tendría desprecio.
La Staatsoper es otra cosa. Cultura subvencionada. Cultura para la burguesía. Cultura para turistas pudientes. Dimos la nota. No es que no fuéramos todos encorbatados y las ninfas sacaran el traje más elegante de la mochila. Nos delatamos por nuestros pantalones vaqueros, nuestros zapatos. Ellas no caminaban en tacones vertiginosos ni llevaban trajes largos. Por no mentarles la pedrería que cuelgan las damas austriacas copiando la moda Sisi.
Aida, de Giuseppe Verdi estaba en el menú. Ya sabe, el amor a la patria a o la hembra, bajo el exotismo egipcio. Digna representación con excelente decorado moderno y una aceptable cantada.
Entre acto y acto nos dimos al champan. Kattus cuvée no 1. Un desconocido para nosotros que si beben los austriacos bajo el lema “Stil hat man. Onder nicht”. Siga con su cava.
Los que por deformación profesional nos dedicamos a la observación del prójimo también disfrutamos del espectáculo que ofrece el público. Ellos con su impecable traje obscuro. Ellas de princesa. Las senectas enseñando las medallas de la familia con el moño bien peinado y recogido en esplendoroso gris. Poca obesidad. Mucho cincuentón acompañado de barbi’s berlusconianas. Jóvenes copiando a papa. Aprendices de ninfa exhibiendo lolas que todavía no tienen. El silencio total del público. Los aplausos en su punto. La corrección de las maneras.
De saliendo maltratamos el estómago a altas horas con asado de ciervo con pasta de sabor aceptable en el bar de enfrente. Es el rito.

jueves, 17 de marzo de 2011

Viena


La grande. De imperial. Un pueblo burgués de dos millones y pico de habitantes católicos que malviven su existencia a cuenta de un pasado que sin discusión fue muchísimo mejor.
Del saqueo imperial de las plusvalías de los pueblos balcánicos les han quedado los grandes palacios, la ópera, las mansiones burguesas freudianas, tres gran cafés, un tejado de catedral gótica digno de fotografiar con el sol de mañana, unos museos de bandera en las antiguas cuadras del emperador, la mejor colección de pintura flamenca del mundo que usted deberá visitar antes de morirse, el canto a la republica que alguna vez levanto la social democracia de obreros hoy ya extinta.
Yo he vuelto una y otra vez. Acabo de llegar. Pero no me gusta. Me recuerda al Madrid imperial de los Austrias que tan bien copiaron los fascistas españoles. Trauma de juventud.
Viena hay que verla y patearla. Para ello debe llevar la faltriquera bien llena de euros ya que es cara. Contemplar dos cuadros de las putas abiertas de Schiele le costara once euros. Beberse un agua mineral tres cincuenta. La cerveza lánguida es más barata. Milagro del capital.
Su alemán del sur no debe confundirlos. Son una tribu de católicos bajos y morenos educados a golpe de sablazos. La burguesía reaccionaria contagio el alma del pueblo hasta convencerlos que el progreso era ser un sumiso. Hasta en eso son educados. Solo les traiciona el alma cuando aprieta la crisis o el sexo. Entonces aparece la burguesía bien pensante reconduciendo el delirio al cauce de siempre, con las vistas del baile de los debutantes que tanto copio la derechona hispánica.
Para entenderlo debe visitar la Staatsoper. Necesitará más de 150 euros para oír a Verdi o Wagner. Pero subiendo por sus escalares entenderá que tras el teatro de la iglesia la burguesía la ha relevado vendiendo las imágenes del Hola como nuevo opio del pueblo.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Fronteras


Los optimistas dicen que dentro de Europa las fronteras van desapareciendo. Ya no te encuentras un aduanero que detrás de una garita intenta sacarte las botellas de vino o pregunta por el recibo de la cámara. Policías que piden pasaporte tampoco abundan.
Hay quien mantiene que las fronteras están en la mente de los viajeros. Cierto. Todos comparamos lo que vemos con nuestra referencia, que no es la patria si no la infancia. Aunque la vistamos de bandera para disimular.
Las fronteras también existen en el paisaje, aunque parezca plano. Son los detalles. Les cuento unos ejemplos. Si usted viaje de Ámsterdam a Paris en el Thalis, su Ave, ¿cómo sabe que ha cruzado la frontera belga? En que los postes de la catenaria que en Holanda están perfectamente pintados en Bélgica son pura ruina oxidada. Por no citarle el estado de los baches, la ausencia de indicadores en la carretera, los tejados distintos, los peatones donde no tienen que estar… y todo en 50 metros, la raya. La de su mente

domingo, 6 de marzo de 2011

Amberes







Tienen alma de pueblo grande. Tiene alma de segundona. Es de segunda. Modelo madrileño del resentimiento de querer ser y no poder. Capital de los flamencos que durante siglos fueron –literalmente- carne de cañón de los que mandaban. Reinventaron la historia corta que tienen desde que se hicieron belgas. Acusando a los generales valones de haberlos mandado al exterminio en la gran guerra. Todavía no hay ninguno que tuviera los cojones de reconocer que un pueblo que obedece órdenes que no entiende es un pueblo de imbéciles. El día que lo consigan se curaran el trauma. De nada por la consulta. Es gratis.
Siguen acomplejados por el porte de los bruselianos. Esos señores y damas que se enriquecieron robando a mansalva en Congo. Les dio para levantar un país en Europa, Bélgica, que ahora se deshace. Nunca existió.
Amberes provinciana creció desde la segunda guerra mundial apoyada en un puerto que servía de complementario del gran Rotterdam. Se lo hicieron muy bien y hoy compiten con el gran hermano a base de precios más baratos, pasarse las reglas por el forro, permitir lo prohibido, mirar para el otro lado.
Todo al estilo católico que cultivan para diferenciarse de la arrogancia calvinista del primo zumosol holandés. De puertas para dentro. No espere ver putas en el barrio chino ensenándose tras los cristales. Para eso hay que navegar hasta el país de la reina naranja. Aquí todo muy cristiano detrás de los visillos.
Las únicas putas que se ven por las calles son las ricas señoritas holandesas que se pasean en fin de semana gastando el dinero negro en los comercios de lujo y marca que dominan el centro de Amberes.
Más al sur, en el barrio Zuiden, se encontrara el pueblo moderno y letrado, las tiendas de todo y nada, la copia americana, más holandeses votantes de los verdes, más holandeses votantes de los liberales, más holandeses. Holandeses por doquier. Amberes es capital de provincias para patear en un día y ver cómo se va convirtiendo en una urbe moderna donde vivir es agradable: todas las ventajas de la gran ciudad, todas las ventajas del pequeño pueblo. Yo me pierdo en sus bares, librerías y tiendas
Debe verla, como Pontevedra, vamos

martes, 1 de marzo de 2011

Campers






Para ir no se necesita mucho. Para ir corriendo se necesita un vehículo. La masa se sube a los aviones. Pocos escogen la bicicleta. Lo de andar ya no se lleva si no es a Compostela. Lo de la vela es otra historia que no es comparable. Navegar está reservado para esa gente especial que combinan el culto a los mares más que a los lugares con la necesidad de estar solos. Yo escojo los campers. Esos vehículos que te permiten moverte ligero, dormir donde se tercie, y si se pone complicado convertirlo en restaurante, ducha, wáter.
No es que los coleccione. Es que los kilómetros como los años no perdonan. De vez en cuando hay que modernizarse. Las marcas se mantienen brevemente. Se cambian al comprobar que todo es un mito. Lo nuevo no siempre es lo mejor. Lo clásico es lo que más se recuerda. Los lugares se hacen secundarios al vehículo. Recordamos en que fuimos más que a donde fuimos. La explicación puede estar en la movilidad temporal de tu territorio. La casa a cuesta que te protege en sueños. No hay más espacio que el que tú mismo creas. Jamás superaran a los barcos, pero navegar con los inevitables malos vientos es insoportable.
En homenaje a los que alguna vez nos llevaron al culo del mundo.