miércoles, 8 de junio de 2011
Las navegaciones no se planifican (Los viajes, probablemente, tampoco)
Los twitteros que algo venden nos sepultan todos los días con instrucciones sobre cómo llegar, que ver, donde comer, ídem dormir…Solo falta la instrucción sobre donde se goza de los mejores orgasmos. ¡Todo se anduviera! Dicen los galaicos milenaristas que sabios ellos solo hablan de lo que prueban.
La homilía viene a cuento de que planificar, lo que se dice planificar, no pasamos de la hora en que pone el billete que partimos. Usted ya sabe que Iberia siempre lo deja tirado. La Renfe “ten días”. Los controladores son como la amante borderline. Las fotos del folleto son del único día que no llovió. La fachada mudéjar esta empapelada por restauración. Se comió bien el día que lo inauguraron. Los cuadros que usted quería ver en el museo nacional están prestados temporalmente a una exposición en el otro lado del océano. Por deterioro ambiental se ha sustituido el cristo por una réplica, etc.
Navegar no da ni para eso. Usted hace planes sobre cuando partir. Pero si el viento se pone a soplar con fuerza, los sensatos esperan a que amaine en la taberna del muelle. Se partirá cuando se calme la cosa. Lea la resaca. Algunos llevan partiendo la eternidad sin encontrar la fecha adecuada. Se los llevara una ninfa tierra adentro o el Alzheimer a la puta tierra.
Eso, que para navegar y viajar necesita lo puesto y, ahora que el mundo se vuelve de derechas, pasaporte para engañar a los aduaneros. El resto, equipaje que sobra.
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