miércoles, 16 de febrero de 2011

¡Dejadme dormir canallas!


O cabrones. Escoja usted.
La cosa viene de cerca. Aunque los desmemoriados intenten contarnos que es una costumbre hispana antediluviana. Se la invento el alcalde Tierno. Aquel tipo liberal que llego a alcalde de Madrid gracias a sus trajes de botón cruzado bien cortados. Tenía el hombre el suficiente olfato para saber que la mejor forma de sacar votos en un país de mal follados, España, es fotografiarse al lado de una ninfa que enseñe las tetas. Lo hizo hasta la saciedad.
Para vender lo que no tenía, a golpe de cheque, monto la movida de los modernos. Las masas hambrientas de democracia se olvidaron del palacio de invierno y se dedicaron a la fiesta en sucesivas noches de farra. Trabaja y cotiza tu que yo soy sureño, era el lema. Fueron durante una época la envidia de Europa. Hasta que llego la factura y hubo que ponerse serio. Todavía la están pagando los hispanitos. Tardaran años en saciar las deudas.
El arte de no dormir ahora lo practican comedidamente los fines de semana. Una jodienda si usted tiene la desgracia de vivir en una de esas calles llenas de tugurios donde la masa ingieren garrafón adulterado a precio de ganga. La de ellos que se forran directamente. La otra factura, la del médico del hígado, ya llegara, que todo llega.
Los franchutes contagiados por el vicio han sido llamados al orden por los propios baristas asustados de que el asunto se les fuera de las manos. La masa da poco rendimiento y estropea el paisaje. Lo que me encanta es la foto. Invitado sin querer a llenarse de humo y mierda pensando que a lo mejor toca.
Todavía no se han enterado que donde más se liga es en los supermercados. ¿Y donde más se folla?, en los museos como el Louvre o el Prado.

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