sábado, 7 de febrero de 2009
Lisboa ciudad de carteristas
Amantes de lo ajeno te los encuentras en todo el mundo. Lisboa junto a Roma esta en el top 10. A mí, tres hijos de mala madre, portugueses ellos, amantes de la chupa de cuero y el pantalón azul intentaron hacérmela en el metro de Lisboa. Se quedaron con las ganas. Muchos años viajando, muchos años de franquismo para no desconfiar del primer hijo puta disfrazado de policía. Les cuento el truco.
Se suben al metro contigo. Uno se pone a tu espalda. Protege a los otros dos en caso de problemas y te limita los movimientos sin que te enteres. Otro haciendo de turista, levanta un plano de la ciudad y lo pone a la altura de tus ojos. Hace que compara el plano con la lista de paradas que cualquier vagón de metro tiene en sus paredes. La reacción normal de todo humano es mirar al mapa. El tercero, que lleva una bolsa de las que se estilan para trasportar ordenadores portátiles, la levanta para ocultar lo que hace con la otra mano. Estos intentaban abrirme la bolsa que yo llevaba colgada del tórax. Con mi máquina de fotos y mi mini portátil. Ni les dio tiempo. En un vagón casi vacío se habían acercado como lapas. Hubo que alejarlos haciendo el movimiento del molinillo. Salieron volando en la siguiente estación, mirando con cara de cabrón fracasado.
No se la juegue enfrentándose con ellos. Son de navaja en mano. Cámbiese de sitio con movimiento brusco. Captaran el mensaje: búscate otra víctima cabrón. Es la ley de la jungla, la incompetencia del estado, las condenas de risa. Algunos dicen que la miseria. Yo no lo creo. Estaban demasiado bien alimentados.
El negocio debe ser bueno ya que pululan por metros, tranvias, autobuses y calles turisticas. Aqui tiene otro.
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