domingo, 20 de septiembre de 2009

El arte de vender el aire


Los que leen estos desbarres saben de mi francófila. Labrada a base de millas por la tierras gabachas.
Ya sé que el pueblo pierde el culo por el Berlusconi. Todos quisieran ser como él. Pero estarán conmigo que quien se lo monta de verdad es el Sarco. ¿Quién no ha soñado con la de verdad, la única, la Carla? Eso.
Los espaguetis son capaces de venderte una vaca vieja con tuberculosis como si fuera un becerro de dos meses. Poca cosa. Mis franchutes te venden la nada.
Suena bien. Port La Hume. Viene en las cartas marinas. En la desembocadura del rio del mismo nombre, bahía de Arcachon. Vas.
Te encuentras que tal puerto no existe. Es un atraque mal parido para barcos sin calado, una rampla para sacar los botes del agua, unas cuantos alpendres de los recolectores de ostras, un manitas que te arregla motores, mesas, y lo que le pidas, ¡hay que comer!, y un capitán de puerto…uniformado en impecable azul, dando órdenes a toque de silbato que le cuelga con un cordel dorado…C’est la France, C’est la merde. Me encantan.


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