sábado, 31 de octubre de 2009

Cerveza alemana y brasserie pseudofrancesa


Quizás tengo el gusto arruinado de tanto darme a la Estrella de Galicia en los años del desarrollo, pero a mi el liquido amarillo que hacen estos germanos me sabe asqueroso. Como el de los ingleses. Otra pócima insufrible. Hacen una bebida de poco sabor y carácter. Sin cuerpo. Sin alma. Si, ya se, tambien es posible deleitarse con algunas exquisiteces rebosantes de cebada. Pero les hablo de la cerveza proletaria, la de todos los días. Que se quiten delante de los elixires que nos siguen haciendo con primor los monjes belgas, a precio asequible.
Total, que probado el panorama pedí un vaso de rioja. ¿Lo quiere el señor de 0.1 o 0.2? Con reacción primitiva del sur, siempre mas, escoges lo más alto. ¡Excelente!. La simpática camarera se refería a la cantidad de vino que llenaba la copa. Uno o dos vasos. Era un excelente rioja del 2001 de padre desconocido y precio asesino: 6,7 euros por dos vasos una copa.
Pero el resto compenso la cena. En, Berlín, en Unter der Linden 39, al lado de la puerta de Brandemburgo puede sentar sus reales en la brasserie Dressler. Se anuncia como francesa. Sera porque puedes tomar ostras normandas con champan francés aunque el pueblo sentante escoge el proseco ,mas malo, mas económico. ¿Habrán oído del Cava? Por lo demás es Alemania en sus carnes . Probamos de todo, pero lo mejor era el jabalí hecho con salsa de calabaza y patatas al horno. Ya no había sitio para el postre, Nos quedamos en un capuchino que a diferencia de los que bebía en los tiempos de la Alemania comunista este si me lo dieron con azúcar. Exquisito café. Exquisito jabalí. Solo para eso valió la pena tirar el muro.

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